“Nos fumigan con nanopartículas metálicas y otras sustancias cancerígenas”: un texto de opinión que habla de la conspiración de los ‘chemtrails’
La frase que se comparte, “nos fumigan con nanopartículas metálicas y otras sustancias cancerígenas”, es el título de un artículo de opinión en el que se lanzan opiniones (no verificables) y afirmaciones sobre la teoría de la conspiración de los chemtrails, que no tiene evidencia científica.
Los chemtrails son supuestas estelas químicas que emiten los aviones con diversos efectos perjudiciales. La palabra se utiliza como oposición a los contrails o estelas de condensación (en inglés, condensation trails), que son las que con frecuencia dejan los aviones al expulsar vapor de agua como parte de su funcionamiento. Según estas teorías, en los chemtrails no habría vapor de agua, sino unas supuestas sustancias químicas sin determinar cuyo objetivo es causar daño a la población (esparcir enfermedades, favorecer el control mental, causar infertilidad...) y/o controlar el clima (robar la lluvia, acidificar el suelo…) afectando a las cosechas.
El texto da por hecho que existen aviones que surcan el cielo lanzando esas estelas químicas: “Se les han retirado los asientos y se han colocado depósitos para llevar el producto que se asperge durante el vuelo”. Esto coincide con unas imágenes que se comparten diciendo que en esos tanques se lleva el producto de los chemtrails. Pero, como contamos en Maldita.es, esos bidones se usan para probar el equilibrado del peso durante el vuelo.

La publicación también dice que las partículas de estos chemtrails, al ser respiradas, pueden causar cáncer, alergias y alzhéimer. Pero las estelas de condensación de los aviones (contrails) están compuestas de vapor de agua, igual que las nubes que se generan de forma natural. Los aviones tienen otras emisiones contaminantes y nocivas para la salud, como el ruido, las partículas microscópicas o los óxidos de nitrógeno, pero no hay evidencia científica de que esas enfermedades estén causadas por los contrails.
Por último, el texto, aunque se titule “nos fumigan con nanopartículas metálicas”, no aclara a qué nanopartículas se refiere. Dedica un párrafo a explicar en qué consiste la nanotecnología como campo científico, citando a varios investigadores y dando la misma definición que la página de Wikipedia en español dedicada a la nanotecnología. Da por hecho que estas “nanopartículas” existen e incluso dice que “no es descabellado” pensar que la pandemia de COVID-19 esté “aderezada con algunas nanopartículas de estas enigmáticas aeronaves”, de nuevo, sin aportar pruebas. Dedica una línea a afirmar que estas vacunas frente a la COVID-19 tienen “nanopartículas, muy posiblemente de óxido de grafeno”, a pesar de que esos fármacos no tienen grafeno ni óxido de grafeno.
La imagen del texto muestra propuestas de geoingeniería: tecnologías para contrarrestar el calentamiento global
El artículo viene encabezado por una imagen. La ilustración muestra varias propuestas de geoingeniería, un campo de estudios que investiga si es posible contrarrestar el calentamiento global con diferentes técnicas, como tapar parte de la luz solar o extraer y almacenar CO2 de la atmósfera. Esta imagen no tiene relación con las estelas de condensación ni con la teoría de la conspiración de los chemtrails.
La imagen en español es muy similar a una versión en inglés publicada en un artículo de 2001 en la revista científica Nature. En esa versión se ilustran más técnicas de geoingeniería que han tenido distinto recorrido, como la siembra de nubes o plantar árboles para secuestrar CO2.

Es importante entender que, aunque existen experimentos e interés en la comunidad científica sobre ellas, ninguna de las propuestas que aparecen en la imagen se realizan a escala global como para contrarrestar la crisis climática. Esto es lo que se sabe de los que aparecen en la imagen en español.
Aerosoles en la atmósfera. Esta estrategia busca colocar partículas en la atmósfera que enfríen el planeta al reflejar la luz del sol de vuelta al espacio, similar a lo que ocurre tras algunas erupciones volcánicas. En abril de 2024 hubo un experimento en Alameda (California, Estados Unidos) que investigaba esto al generar nubes con agua de mar, pero se detuvo un mes después por el Ayuntamiento de la ciudad. De forma involuntaria, algunos contaminantes del aire que tienen azufre (como los gases emitidos por los volcanes) podrían estar ‘enmascarando’ el calentamiento global, según algunos estudios.
Reflectantes gigantes en órbita. Busca colocar espejos en el espacio para que tapen parte de la luz del sol. Preparar, lanzar, situar en órbita estos espejos y mantenerlos tendría un coste considerable. No hay en la actualidad experimentos conocidos que lo intenten.
Fertilizar el mar con hierro. Es una estrategia que busca ‘alimentar’ con hierro el fitoplancton, unos organismos microscópicos que viven en el agua y hacen la fotosíntesis, para que consigan capturar más CO2 de la atmósfera. Se han hecho al menos 20 ensayos de distinto tipo (en aguas abiertas, en entornos controlados, con diferentes especies, etcétera) para probar esta hipótesis y averiguar qué efectos perjudiciales tendría esta fertilización.
Bombear dióxido de carbono a las profundidades o a las rocas. Lo que aparece en la imagen son dos métodos de captura y almacenamiento de carbono, que consiste en extraer CO2 que está en la atmósfera (o acabaría en ella) y almacenarlo para que no tenga efectos en el clima. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) y la Agencia Internacional de la Energía (IEA) cuentan con que haya tecnologías para capturar y almacenar CO2 si la humanidad quiere mantener el calentamiento global dentro de los límites acordados. Hoy en día, hay algo más de 1.000 proyectos de captura y almacenamiento de carbono en todo el mundo, aunque sólo un 6% están operativos. Se puede capturar carbono directamente de la atmósfera mediante distintos métodos e incluir también su transporte y almacenamiento.
Por otro lado, en la imagen aparecen los “agentes químicos para salvar el ozono”. En teoría, se trataría de una estrategia para mitigar el ‘agujero’ de la capa de ozono, un problema distinto de la crisis climática y que ha ido mejorando su situación desde los años 80. No se consideraría una técnica de geoingeniería.
Riesgos y desafíos científicos y éticos de la geoingeniería a día de hoy
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) hablaba en un informe de 2021 de dos bloques diferenciados a los que se suele llamar “geoingeniería”: la captura y almacenamiento de CO2 y la modificación de la radiación solar (o geoingeniería solar). De una forma u otra, se busca reducir el calentamiento global.
De estos tipos de geoingeniería, los que más inquietud generan en la comunidad científica y climática son los que modifican la radiación solar. El IPCC decía en 2021 que la geoingeniería solar no es una tecnología “lo suficientemente madura a día de hoy”. La Comisión Europea coincidía en 2024 en este diagnóstico, incidía en que existe mucha incertidumbre sobre sus riesgos y beneficios y supone importantes desafíos éticos y geopolíticos.
Las cinco opciones de geoingeniería solar que más se discuten en la literatura científica actual, según el Mecanismo de Asesoramiento Científico para la Comisión Europea, son la inyección de aerosoles en la estratosfera; losespejos espaciales; el blanqueamiento de nubes, hacer que las nubes puedan reflejar más luz solar de vuelta al espacio; el abrillantamiento de superficies, conseguir que suelos, tejados y otros elementos reflejen más luz solar de vuelta al espacio; y la disipación de cirros, hacer que las nubes que más calor retienen en la atmósfera tengan menos efecto en el clima.

Así, un análisis científico de la UE sobre la geoingeniería solar destaca que estas tecnologías “abordan los síntomas en lugar de las causas” del cambio climático y que, como mucho, “reducirían el calentamiento en una escala local y temporal, mientras que las emisiones de efecto invernadero continuarán aumentando”. También apuntan a que estas tecnologías “seguramente traigan efectos negativos en la economía y la ecología”, como “cambios en los patrones de lluvia, impactos en los ecosistemas, menor seguridad en la producción de alimentos y menor potencial para la energía solar”.
Este documento científico hacía cinco recomendaciones a las autoridades sobre la geoingeniería solar: priorizar la reducción de gases de efecto invernadero, una moratoria europea en el uso de geoingeniería solar, negociar una política global si se quiere implementar esta geoingeniería, asegurar que la investigación se hace de forma responsable y revisar la evidencia científica cada 5-10 años.
En paralelo, un grupo de expertos en ética de la ciencia y las nuevas tecnologías de la UE hizo otro análisis de las perspectivas que tiene investigar y desplegar intervenciones de geoingeniería solar. Este trabajo considera que cualquier intervención a gran escala en el clima “tiene riesgos graves, incluyendo distintos impactos en la temperatura y las precipitaciones [...] o el uso de estas tecnologías de forma unilateral, o incluso como armas, por actores malvados”.
Este análisis ético coincide en algunos puntos de las recomendaciones científicas, pero destacan otras que se escapaban del enfoque científico. Por ejemplo:
Las soluciones tecnológicas “no pueden reemplazar los cambios necesarios a prácticas sociales y económicas para descarbonizar la economía”.
Algunos ven la geoingeniería solar como una forma de greenwashing para los propósitos de poderosas empresas en lugar de las necesidades de la comunidad global.
El dilema ético (de usar o no estas tecnologías) se agrava si las decisiones sobre el despliegue de esta geoingeniería las toman los países más ricos y tecnológicamente avanzados. “Es fundamental evitar el dominio científico y político de ciertos países sobre los demás y permitir que diferentes poblaciones, incluyendo las más desfavorecidas y marginalizadas, participen en estas decisiones”. “Sin una gobernanza equitativa e inclusiva, esta geoingeniería podría empeorar las desigualdades globales”.
El desarrollo e investigación de la geoingeniería solar “no se debe limitar a aspectos científicos y técnicos”. Tomar decisiones en este asunto “requiere que participen diferentes perspectivas y experiencias, incluyendo comunidades locales vinculadas al cambio climático y la pérdida de biodiversidad”.