Los días 11 y 12 de junio, un total de 37 propietarios de terrenos de Lorca y Totana (Murcia) están convocados a un levantamiento de actas para formalizar la expropiación de sus fincas rurales. El motivo es la próxima instalación de la planta fotovoltaica Lorca Solar, uno de los macroparques de energía renovable que están tramitándose en España, en las pedanías del norte del municipio. Por esas parcelas discurrirá parte de la línea de alta tensión que evacuará la energía generada en la central.
Según la empresa impulsora, X-Elio, el 80% de las expropiaciones son de mutuo acuerdo y de hecho es habitual que se ocupen o arrienden parcelas cuando una central fotovoltaica necesita extenderse sobre un terreno, como cuando se va a construir una carretera, pero estos casos han levantado mucha polémica, reforzando la idea de que la energía fotovoltaica rivaliza en espacio con la agricultura.
Los cálculos totales indican que esa rivalidad no es necesaria: hay suelo para todos. Pero en los municipios donde se planea la instalación de grandes plantas fotovoltaicas, el impacto sobre la población y su actividad agrícola despierta quejas y peticiones de una planificación más ordenada que les tenga en cuenta.
El 0,5% de la superficie
En términos absolutos, esa rivalidad es innecesaria. Según el Instituto Nacional de Estadística, en España había en 2020 casi 24 millones de hectáreas de superficie agrícola utilizada, es decir, de terreno donde se practican una o varias actividades agrícolas o ganaderas.
Por otro lado, el nuevo Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) fija como objetivo para 2030 la instalación de 57 gigavatios (GW) de energía fotovoltaica en suelo. Dividiendo la superficie prevista por las grandes plantas fotovoltaicas proyectadas en España (según el perímetro vallado del parque) entre la energía que podrían generar, cada megavatio de potencia instalada ocupa de media dos hectáreas de terreno.
En base a estos cálculos, las plantas fotovoltaicas necesarias para generar esa energía ocuparían 114.000 hectáreas, el 0,5% de esos 24 millones. Por tanto, no se puede decir que la energía solar fotovoltaica quite espacio a la agricultura. Es lo que apuntaron diferentes expertos ante el argumento de que la fotovoltaica amenazaba con convertir a Murcia en la gran batería de Europa.
Sin embargo, la falta de planificación en el despliegue de las energías renovables en general y en algunos proyectos concretos en particular, más el retraso en el desarrollo de tecnologías como la agrovoltaica, que busca combinar ambas actividades, provocan conflictos locales en distintos puntos de España.
El boom de la fotovoltaica y los grandes proyectos
“Es que no es sólo una cuestión de porcentaje de tierra ocupable”, dice Rosa Pardo, vecina de Caspueñas (Guadalajara) y miembro de Aliente, una plataforma que agrupa a colectivos locales en protesta contra los macroparques renovables. El conflicto con la agricultura “depende de dónde colocas esos megavatios”, continúa. A día de hoy buena parte de la potencia fotovoltaica instalada en España se concentra en una veintena de grandes proyectos, que impactan notablemente en el territorio donde se instalan.
Hay más en camino: en febrero de 2023, el diario El País contaba otros 130 macroproyectos fotovoltaicos que habían obtenido el permiso de acceso a la red eléctrica y superado la declaración de impacto ambiental, dos de los requisitos imprescindibles para poder operar. Su construcción no está garantizada porque se necesitan más autorizaciones, pero de hacerse, esa capacidad adicional prevista en febrero de 2023 ya superaba el objetivo de energía fotovoltaica fijado por el PNIEC para 2030, que entonces era 39 GW. En junio de 2023 el ministerio elevó el objetivo hasta los 57 GW y, de nuevo, si toda la energía fotovoltaica que hoy cuenta con permiso de acceso a la red (que suma una potencia total de 82 GW) se llega a instalar, España superaría su meta de esta década en casi un 50%.
Estos grandes proyectos los tramita directamente el MITECO por superar los 50 MW. La mayoría están entre los 300 MW y los 500 MW, como el que se quiere construir en Santorcaz (Madrid) y el mayor, de casi 800 MW, es el proyectado en Méntrida (Toledo), según El País.
Alegaciones vecinales y más planificación
Preguntados para este reportaje, los vecinos de los pueblos donde se está prevista su instalación, representados muchos en la plataforma Aliente, argumentan que estos proyectos y, en general, la transición energética, se diseñan buscando la eficiencia industrial y el máximo beneficio para la empresa sin tener en cuenta el contexto local o la integración de todos los intereses, y coinciden en la necesidad de planificación para reducir sus impactos negativos.
Los vecinos de las pedanías altas de Lorca agrupados en la Federación Espartaria cuentan que el proyecto Lorca Solar se propuso por primera vez hacia 2010 planteando ocupar 920 hectáreas. El proyecto actual presenta varias modificaciones importantes respecto al original: la superficie se ha reducido a menos de la mitad (380 ha), la línea de alta tensión ha pasado de 400 kV a 132 kV y parte de ella se va a soterrar para evitar la sierra, y se han incluido medidas para respetar a las aves esteparias que viven en la zona.
Ello es fruto de las más de 2.900 alegaciones presentadas al proyecto, una cifra muy poco habitual. “Creemos que al final ha quedado un mejor proyecto, entre comillas más asumible, aunque pensamos que sigue siendo demasiado grande”, dice Miguel, de la Federación Espartaria.
Tanto él como su compañero Jose atribuyen las mejoras a ese elevado número de alegaciones. “¿Quién me dice a mí que pasado mañana no hay otra planta solar al otro lado del pueblo porque no es obligatoria una distancia mínima entre parques?”, dice Miguel. “Esto tiene que ordenarse”, dice su compañero, que compara el boom fotovoltaico con la expansión que tuvieron en la región las granjas industriales de cerdos, que ahora salpican el paisaje, contaminan el suelo y traen mal olor entre otros problemas: “La legislación fue muy permisiva en su momento y hubo lagunas que las grandes empresas aprovecharon”.
Fernando Follos, consultor sobre medioambiente e industria, opina que “se podría haber hecho mucho más para que las administraciones, tanto regionales como nacionales, proporcionasen información mucho más sólida sobre las áreas más propicias para la implantación de la fotovoltaica. Somos muchos los que echamos de menos, con el tiempo que llevamos, un planteamiento mucho más serio y completo”.
En general, con los años “hemos aprendido a hacer proyectos mucho mejores, con mucho menor impacto, seleccionamos mucho mejor los terrenos, hacemos estudios previos extraordinariamente completos y, desde luego, mucho más participativos”, dice Follos sobre su experiencia en proyectos fotovoltaicos, aunque añade que para muchas empresas, “especialmente alguna de las grandes”, queda mucho margen de mejora en ese último aspecto.
Las críticas de los vecinos hacia los macroparques solares son muchas: que dan trabajo sólo durante la construcción de las instalaciones, su impacto paisajístico o que afectan a los suelos por el movimiento de tierras o la compactación. Y hay otra más: la especulación del terreno. Esto ocurre especialmente en parcelas de secano poco productivas donde lo que el propietario puede obtener por arrendar el terreno para permitir la instalación de un parque fotovoltaico es mayor que lo que obtiene de la agricultura, explica Follos. “En zonas de España donde el cultivo todavía da más dinero que lo que puede sacarse de un parque fotovoltaico, los promotores ni preguntan. Pero aquí [en las pedanías] la renta agrícola está por debajo”, dice Jose: “Y cuando te dan el caramelo quieres la caja de caramelos”.
Otro argumento es que se podría instalar fotovoltaica en otros espacios. En diciembre de 2022, el Observatorio de la Sostenibilidad y la plataforma Aliente publicaron un informe argumentando que hay espacio suficiente en tejados, zonas industriales, terrenos abandonados, taludes de autovías y otros enclaves para instalar mucho más de la capacidad fotovoltaica necesaria en España. Generó polémica y expertos como Follos se pronunciaron al respecto. El consultor resume que el informe “estaba muy sobreestimado” porque establecía “aprovechamientos y niveles de generación que se alejan mucho de la realidad”. Pero señala que “coincide con el mensaje de que, desde luego, el autoconsumo y la generación en tejados tendría que haber crecido mucho más y haber disfrutado de un apoyo y soporte institucional mucho mayor”.
Tecnología agrovoltaica: ¿cosiendo las diferencias?
En medio del debate, una imagen muy repetida es la de centrales fotovoltaicas combinadas con cultivos o donde las ovejas pastan bajo las placas para demostrar que las actividades agrarias y la generación de energía fotovoltaica son compatibles. Y, en efecto, lo son: en eso consiste la tecnología agrovoltaica.
Se trata de construir plantas fotovoltaicas donde las placas solares se elevan unos metros sobre el suelo y tienen unos cimientos adaptados a los cultivos y al paso de maquinaria, explica un informe de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), para que el suelo siga teniendo un uso agrícola. También hay sistemas donde unas placas semitransparentes funcionan como un invernadero que al mismo tiempo produce energía.
En Europa, tanto Alemania como Italia han incluido esta tecnología en sus planes de producción energética a largo plazo y están facilitado su implantación a través de proyectos públicos, mientras que en Francia también se han emitido licitaciones y hay más de 30 proyectos en marcha, continúa el documento.
Sin embargo, en España la agrovoltaica no acaba de despegar: UNEF cuenta cinco instalaciones en total en Toledo, Granada, Valencia y Murcia, y de forma aislada se pueden encontrar otros ejemplos, como las cuatro plantas experimentales gestionadas por la Universidad Politécnica de Barcelona en el marco de un proyecto científico. Una de las causas es que la agrovoltaica aún no está regulada en España y tampoco se incluye en los objetivos de producción de energía del MITECO, según el informe de UNEF.
A pie de terreno, la combinación de ambos usos despierta también opiniones contrapuestas.
Para Rosa Pardo, actualmente la promoción que recibe esta tecnología es “puro greenwashing” aunque cree que tendría sentido si se prioriza la actividad agrícola: “Se trata de aplicar energía solar a la agricultura, no de lavar la imagen de lo que es pura fotovoltaica”. Por su parte, cuando los vecinos de las tierras altas de Lorca son preguntados si los pueblos recibirían mejor el proyecto Lorca Solar si incluyera agrovoltaica, responden sorprendidos por la pregunta: “¡Claro!”.
Este reportaje de ‘Maldita.es’ fue publicado originalmente en Servimedia en el marco del proyecto Clima Informa para prevenir la desinformación relacionada con clima y medio ambiente.