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De las matanzas de animales a la contaminación del suelo: los efectos de las guerras en el medio ambiente

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Desde Maldita.es hemos desmentido más de un centenar de bulos y desinformaciones sobre el ataque de Rusia contra Ucrania. Ahora nos habéis preguntado por el impacto que este tipo de guerras tienen en el medio ambiente. Os explicamos los posibles efectos de los conflictos armados en los animales, las plantas, el agua, el aire o el suelo.

El sufrimiento de los animales durante las guerras

La guerra es terrible para los animales, al igual que lo es para los humanos”, afirma a Maldita.es John Kinder, profesor asociado de Historia en la Universidad Estatal de Oklahoma.

El experto, que está escribiendo un libro sobre los efectos de la Segunda Guerra Mundial en los animales de zoológicos, cuenta que una cantidad incalculable de animales mueren en los conflictos armados: “Son atropellados por tanques, chamuscados por bombas incendiarias, aplastados bajo edificios derrumbados, disparados para servir de alimento u obligados a abandonar sus hogares para después morir de hambre o por las condiciones climáticas en los nuevos destinos”.

Los animales criados junto a los humanos (las mascotas o los que viven en granjas y zoológicos) “son especialmente vulnerables”. De hecho, según subraya el experto, los perros y los gatos suelen estar entre las primeras víctimas animales de la guerra

Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, en 1939, al menos 400.000 perros y gatos fueron sacrificados en Gran Bretaña, según el libro La gran masacre de gatos y perros: la verdadera historia de la desconocida tragedia de la Segunda Guerra Mundial. Hilda Kean, historiadora británica experta en historia pública y cultural de los animales y autora del libro, considera que sus dueños tomaron la decisión ante el miedo a un bombardeo nazi inminente y el deseo de hacer algo para prepararse para la guerra.

Pero en este conflicto bélico, tal y como señala Kinder, también murieron “millones de caballos, vacas, cerdos, pollos, peces y otras criaturas que fueron sacrificadas para alimentar a los combatientes hambrientos”.

Una revisión publicada en la revista científica Frontiers in Ecology and the Environment indica que las guerras afectan a la supervivencia de algunos animales en determinados lugares y, en ocasiones, incluso amenazan a especies enteras.

Otro estudio publicado en la revista científica Nature concluye que los conflictos armados en África pueden tener un gran impacto en los grandes mamíferos herbívoros. Sin embargo, según subrayan los autores, el colapso total de estas poblaciones es poco frecuente, “lo que indica que la fauna devastada por la guerra a menudo puede recuperarse”.

El impacto de los conflictos armados en los suelos y la vegetación

Más allá de los animales, algunos conflictos armados también tienen un importante impacto ambiental en los suelos y la vegetación. “Más de un siglo después, todavía se pueden ver los contornos de las trincheras de la Primera Guerra Mundial en el paisaje francés”, afirma Kinder. También son visibles, en ciudades como Praga, “los cráteres de bombas, 80 años después de la Segunda Guerra Mundial”.

El experto subraya que “los ejércitos modernos contaminan, dejan productos químicos tóxicos a su paso y, en el caso de los tanques, literalmente aplastan a múltiples seres vivos (tanto a animales como a plantas)”.

Para el profesor, lo más preocupante en este momento es la presencia de tropas rusas en la zona de exclusión de Chernóbil: “No solo han estado cavando zanjas y descubriendo suelo radiactivo, sino que han introducido en el área otras amenazas como los incendios forestales y, potencialmente, minas terrestres”.

“Las guerras pueden tener un impacto directo en el medio ambiente, como ocurrió con las armas nucleares en la Segunda Guerra Mundial o el agente naranja en Vietnam”, cuenta a Maldita.es Edwin A. Martini, profesor asociado de historia en la Universidad de Western Michigan y autor del libro Agente naranja: historia, ciencia y la política de la incertidumbre.

Durante la guerra de Vietnam, los militares estadounidenses usaron 80 millones de litros de este herbicida, que contenía una dioxina altamente tóxica, en la selva donde se escondían los comunistas y en sus cultivos, según un estudio publicado en la revista Open Journal of Soil Science.

Alejandra Paola Matus, científica ambiental especializada en sustentabilidad y cambio climático y maldita que nos ha prestado sus superpoderes, señala a Maldita.es que, al hacerlo, “generó un ecocidio eliminando los bosques y los campos agrícolas, privando de alimento a las personas y contaminando el agua, el aire y los suelos”.

También hay que tener en cuenta que “los barcos militares, los aviones y los camiones no sólo llevan municiones”, tal y como subraya Matus: “Muchos de los cargamentos transportan plantas no nativas que son invasoras y desplazan a las especies locales”. En teoría, esto ocurrió con algunos hongos que fueron introducidos accidentalmente en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.

La destrucción de humedales y otros efectos medioambientales de las guerras

Entre los impactos ambientales que provocan los conflictos armados, Kinder también menciona la destrucción de humedales y la posibilidad de exacerbar las condiciones de sequía.

Los humedales se encuentran entre los ecosistemas más valiosos del mundo porque juegan un papel fundamental en el almacenamiento de carbono, la conservación de la biodiversidad, la producción de peces o la purificación del agua, según un estudio publicado en la revista PLoS Biology. 

Los investigadores señalan que la mitad de los humedales existentes a principios del siglo XX han sido destruidos por las actividades humanas y que, una vez dañados, pueden tardar décadas en restaurarse.

Además, el Observatorio de Conflictos y Medio Ambiente (CEOBS, por sus siglas en inglés) señala que algunos conflictos armados requieren y consumen grandes cantidades de combustible, lo que genera emisiones masivas de dióxido de carbono y contribuye al cambio climático.

También se pueden producir incidentes de contaminación graves “cuando las instalaciones industriales, petroleras o energéticas son atacadas deliberadamente, dañadas o interrumpidas”. “En algunos casos, los ataques deliberados a instalaciones petroleras o industriales se utilizan como arma de guerra, para contaminar grandes áreas y sembrar el terror”, señalan desde el organismo.

En este artículo ha colaborado con sus superpoderes Alejandra Paola Matus.

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