Lo que circula: vídeos en los que, al contacto con el fuego de un mechero, las lonchas de distintas marcas de queso se queman y se vuelven negras. En base al “experimento”, los contenidos señalan que esto ocurre por tratarse de queso de plástico. “Huele a caucho quemado, huele a plástico y no cae ni una gota de queso”, “estamos dando a nuestras familias petróleo, harina y plástico”, añaden.
Verificación: Que unos “quesos” se derritan y otros se quemen no tiene nada que ver con el plástico o el petróleo, sino con su composición (emulsionantes, almidones…) y cómo esta los hace reaccionar frente al calor (bien fundiéndose, bien quemándose), especialmente a temperaturas altas, como la de la llama de un mechero. La clave está en que no todos los productos con apariencia de queso son realmente “queso” como tal: no es lo mismo hablar de “queso”, que de “queso fundido” o de “sucedáneo de queso”.
No es que sea de plástico, es que no todo lo que parece ser “queso” es exactamente “queso”
Aunque entre las distintas marcas de quesos envasados aparentemente no haya más diferencia que la forma de su corte y presentación o el color de su envase, lo cierto es que no todo a lo que llamamos queso lo es realmente. De hecho, ni siquiera su envase se refiere al producto como “queso”.
La clave está en la denominación del producto, el nombre que aparece en el paquete: aunque sean similares a simple vista, no es lo mismo que ponga "queso", que "queso fundido" o "sucedáneo de queso". Cada uno de ellos tiene ingredientes diferentes y, por lo tanto, propiedades diferentes, también en contacto con el calor.
Según la normativa, solo puede llamarse “queso”, a secas, al producto que cumple ciertas características en cuanto a ingredientes y forma de preparación (requisitos que puedes consultar aquí). Los productos que no las cumplen, por lo tanto, se incluirían en las otras dos categorías.
¿Qué ocurre al aplicar calor al queso “normal”? Que la grasa se funde y se separa de las proteínas. “Si queremos hacer un sándwich o una pizza con ese queso, nos quedará un churro”, explicaba en Twitter (ahora X) el tecnólogo de los alimentos, Miguel Ángel Lurueña.
El queso fundido se quema por su composición y la forma en la esta hace que reaccione ante el calor, no por ser plástico
“Como su nombre indica, el queso fundido es básicamente queso que ha sido sometido a un proceso de fusión”, explica en su blog Lurueña, tecnólogo de los alimentos. “El proceso de elaboración consiste en triturarlo, añadirle sales fundentes y calentar mientras se agita”, añade. De esta manera, se modifica la estructura del queso y se obtiene una mezcla de proteínas y grasas.
Al calentar el queso fundido, los emulsionantes utilizados durante su proceso de preparación (aditivos alimentarios que permiten mezclar dos sustancias que normalmente se separan) impiden que la grasa y proteínas se separen. Así se consigue que tenga un buen comportamiento cuando aplicamos calor, dando lugar a la consistencia cremosa con la que relacionamos el queso caliente.
Ahora bien, para fundirlo “es necesario aplicar calor menos intenso que el de una llama directa y durante más tiempo que el mostrado en los vídeos", concluye Lurueña. Es por esto por lo que el queso "procesado" de los contenidos que se comparten se quema y no se derrite, lejos de cualquier relación con el petróleo o el plástico mencionados por los contenidos que circulan desde, al menos, 2014.
Los sucedáneos de queso se queman por la presencia de almidones y otros aditivos
En los sucedáneos de queso, al incluir en su composición almidones y aditivos, tampoco se comportan igual frente al calor. “Estos almidones tienden a quemarse [en vez de a fundirse]. Además, pueden contener estabilizantes que opongan cierta resistencia al calor”, explica en TikTok el químico y divulgador Vladimir Sánchez.