Qué se dice: Se difunden contenidos que aseguran que el “agua no hidrata” y que “la sal no deshidrata ni tiene relación con la hipertensión arterial”. También afirman que es necesario añadir electrolitos al agua de grifo y embotellada para hidratarse y que la mayoría de la población está deshidratada por falta de minerales como el magnesio, potasio y sodio.
Verificación: El agua sí hidrata, tenga o no electrolitos (como ocurre con el agua destilada). Es más, también incorporamos agua y minerales a través de lo que comemos, no solo de lo que bebemos. Además, salvo en caso de enfermedades que causen diarreas, vómitos o fallos renales, no es necesario añadir un aporte extra de electrolitos, según coinciden la literatura científica y los expertos consultados por Maldita.es.
El agua hidrata y ya lleva minerales y elementos químicos de forma natural
El agua supone en torno al 60% del peso de los humanos y es esencial para mantener las funciones corporales. Además de los líquidos, la comida (especialmente frutas y verduras) también nos aporta agua (de media supone el 20% de la que tomamos). Lo que está demostrado es que “el agua hidrata; con sal y sin sal”, como destaca a Maldita.es María Teresa Bernal, médica especialista en medicina familiar, comunitaria y del trabajo y maldita que nos ha prestado sus superpoderes. Eso sí, el agua de mar puede deshidratar por su elevada salinidad.
“El cuerpo está preparado para beber el agua que está en la naturaleza y que incluye sales minerales como sodio, potasio, calcio”, añade Bernal. “Lo realmente sustancial es que esté potabilizada para que no haya riesgo de toxiinfección”, destaca a Maldita.es Pilar Serrano Gallardo, profesora en el Grado de Enfermería de la Universidad Autónoma de Madrid y presidenta de la Asociación Madrileña de Salud Pública (AMASAP).
“En una persona sana, en condiciones estables (sin sudar en exceso), el agua del grifo o embotellada es suficiente para hidratar”, indica a Maldita.es Cecilia Dall'Anese, médica nefróloga en el Hospital Universitario San Pedro de Logroño (La Rioja). Además, los aportes necesarios están más que cubiertos con una dieta variada y rica, ya que los alimentos también aportan nutrientes y elementos químicos necesarios. No obstante, beber agua destilada de forma continuada es dañino, esta vez sí, por su carencia de minerales y otros elementos químicos necesarios para el organismo.
No hace falta añadir electrolitos al agua en personas sanas
La concentración de sustancias disueltas en los fluidos corporales se controla de forma estricta con respuestas fisiológicas: cuando aumenta la cantidad de agua corporal, desechamos parte en forma de orina, y cuando disminuye, se estimula la sed para ‘forzarnos’ a beber. No hay por qué beber al menos dos litros de agua al día y, de hecho, un exceso de agua produce niveles demasiado bajos de sodio en la sangre.
“Los riñones sanos manejan el nivel de todos los electrolitos que necesitamos sin necesidad de intervenciones”, destaca Dall'Anese. Solo es necesario un aporte extra de electrolitos como sodio y potasio en algunas enfermedades que causen una pérdida de estos por diarreas, vómito, desnutrición grave, o por fallos renales, concluye la nefróloga.
Respecto a frases que se afirman en los contenidos que circulan, como que la mayoría de la población está deshidratada, no hay métodos o datos fiables para conocer el estado de hidratación de la población general.
El exceso de sal provoca hipertensión arterial
Los contenidos también dice que la no tiene relación con la hipertensión arterial. Al menos el 45% de las muertes por infartos de miocardio y el 51 % de las muertes por ictus están relacionadas con la hipertensión arterial, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por otro lado, la principal causa de hipertensión arterial es el consumo excesivo de sal, según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) y su Plan de reducción del consumo de sal.
La OMS y las instituciones sanitarias recomienda restringir el consumo total de sodio dietético (que forma parte de la composición de la sal, pero no es lo mismo que esta) a un máximo de unos dos gramos al día o menos. Este sería el equivalente a aproximadamente una cucharilla de sal al día (cinco gramos) en personas con presión arterial elevada, añade Serrano. Por poner en contexto, a pesar de estas recomendaciones, en España se consumen casi 10 gramos diarios, el doble, indica la AESAN.
“La sal se la echamos a la comida por sabor, no porque la necesitemos. Una dieta baja en sodio tiene poco o nada de sabor. No pasa nada por comer sin sal”, aclara María Teresa Bernal.
Para la redacción de este artículo, nos han prestado sus superpoderes la médica de familia María Teresa Bernal y la nefróloga Cecilia Dall'Anese.
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