El Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos (RASFF, por sus siglas en inglés) alertaba tanto el 4 como el 15 de marzo de 2024 de la presencia en España de virus de hepatitis A en fresas procedentes de Marruecos. Califica el riesgo como “serio” en la primera notificación y “potencialmente serio” en la segunda. Sin embargo, por ahora no ha habido una alerta a los consumidores y las autoridades “ya están advertidas para tomar medidas”, recuerda en su cuenta de Instagram el tecnólogo de los alimentos Miguel Ángel Lurueña.
El sistema RASFF, la herramienta de alerta rápida que se utiliza en la UE para el intercambio de información entre las autoridades alimentarias, no proporciona detalles sobre la empresa productora, la zona del país donde se han cultivado ni las zonas de España que han podido verse afectadas. “Tampoco aclara si esta fruta contaminada ha llegado a ser comercializada en el mercado español o si ha sido interceptada antes de alcanzar las cadenas de distribución”, añaden desde la asociación de consumidores FACUA.
¿Existe cantidad ‘legal’, ‘permitida’ o ‘máxima’ de virus de hepatitis A en alimentos?
En Europa, no existe un nivel máximo permitido para virus de la hepatitis A: para poder comercializarse, el producto tiene que estar ausente de este virus.
Esto mismo es lo que recoge la RASFF en su página web: un máximo en “ausencia /25g”, lo que quiere decir que el límite establecido es la ausencia de virus en 25 gramos de alimento. “Con que aparezca una partícula en 25 gramos de alimento, ya hay incumplimiento”, explica a Maldita.es Beatriz Robles, tecnóloga de los alimentos y maldita que nos ha prestado sus superpoderes.
¿Qué es la hepatitis A?
Se trata de una enfermedad inflamatoria del hígado aguda, causada precisamente por el virus de la hepatitis A (VHA). A diferencia de las hepatitis B y C, no causa una enfermedad crónica y rara vez es mortal, detalla la Organización Mundial de la Salud. La mayoría de pacientes se recuperan y, además, adquieren inmunidad frente a esta enfermedad de por vida.
Actualmente, la vacunación frente a hepatitis A no está recomendada de forma rutinaria y solo se recomienda a personas con mayor riesgo de infección y de enfermedad grave en caso de infectarse [puedes consultar estos grupos en la pág. 27 de este informe de la Comunidad de Madrid].
Una de las formas a través de las que se puede transmitir es por vía alimentaria, normalmente por beber agua o comer alimentos contaminados por heces de personas infectadas. “Aunque no debería suceder y es grave, el VHA es un virus habitual de transmisión alimentaria”, señala el tecnólogo de los alimentos Mario Sánchez a Maldita.es.
Como señala en su página web la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), esta enfermedad suele asociarse al consumo de frutas y hortalizas crudas y de moluscos bivalvos (ostras, almejas, mejillones…) que se consumen bien en crudo, bien poco cocinados. “La contaminación de estos alimentos se suele producir cuando entran en contacto con aguas contaminadas con el VHA, antes de su cosecha (frutas y hortalizas), o recolección (moluscos)”, añade.
Esto no significa necesariamente que se haya regado con aguas fecales, como se está diciendo, ni que ocurra sólo en países fuera de Europa: “Ocurrió hace poco con frutos rojos procedentes de Bélgica, y más recientemente con mejillones producidos en España”, recuerda Lurueña. De hecho, la contaminación fecal es una forma de transmisión habitual en los patógenos alimentarios, como la Salmonella o la E. coli. Lo mismo ocurre con la mayoría de patógenos, que pueden transmitirse, por ejemplo, por no lavarse correctamente las manos antes de manipular un alimento.
Cuántos casos de este tipo se notifican al año en la UE
Como recuerda la AESAN, a pesar de que la hepatitis A es una enfermedad de distribución mundial, tanto la UE como España “tienen bajo nivel” de esta enfermedad.
En España, la hepatitis A es una enfermedad de declaración obligatoria [los médicos están obligados a notificar al centro de salud correspondiente por ser de especial importancia para la comunidad]. “En la Unión Europea, se notificaron siete brotes de transmisión alimentaria de hepatitis A en 2020, y 20 brotes en 2019. [...] En 2018, se notificaron tres brotes de transmisión alimentaria y tres brotes transmitidos por agua de bebida”, indica la institución. En 2022, en Europa y según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) se registraron un total de ocho brotes de hepatitis A, acumulando un total de 71 casos [pág. 145].
Como recuerda Lurueña, las notificaciones en el sistema RASFF son habituales. Lo que ocurre es que “de muchas de ellas ni siquiera nos enteramos porque se toman medidas antes de que puedan suponer un riesgo para el consumidor”. En opinión del experto, aunque este tipo de notificaciones normalmente no es noticia, ahora lo es “por el clima de crispación”: “Cuidado, porque se tiende a exagerar”, advierte. Si recurrimos a la base de datos del RASFF, podemos comprobar que, de hecho, España también ha sido origen de contaminación de este virus en otras ocasiones.
Por poner estas cifras en contexto, en general y a nivel europeo, en 2021 se registraron 4.607 notificaciones a través del RASFF de las que 1455 fueron alertas [pág. 11]. Entre ellas, se reportaron 641 casos de Salmonella, 138 de Listeria monocytogenes, 49 de Escherichia coli, 16 de norovirus y 10 de Bacillus cereus.
En 2022, fueron 4.361 las notificaciones transmitidas a través de este sistema, de las cuales 1164 fueron alertas. Entre ellas, se reportaron 603 casos de Salmonella, 132 de Listeria monocytogenes, 41 de Escherichia coli y 10 de Bacillus cereus.
¿En qué consisten los controles para comprobar que un alimento esté libre de hepatitis A?
Para evitar que productos contaminados lleguen a formar parte de nuestro menú, existe una serie de sistemas de control y calidad alimentaria, procesos que permiten diferenciar los alimentos aptos para el consumo humano de aquellos que no lo son.
Los responsables de que al mercado lleguen exclusivamente aquellos alimentos considerados seguros para su consumo son los operadores de las empresas alimentarias que, según la AESAN, “deben cumplir con elevados estándares de higiene e implementar sistemas de autocontrol, sin menoscabo de las verificaciones que las autoridades competentes llevan a cabo”.
Para la prevención de la hepatitis A se deben aplicar medidas de control en todas las etapas de la cadena alimentaria: desde en las buenas prácticas de higiene que eviten la contaminación cruzada (sobre todo en la manipulación de los alimentos) hasta el lavado de manos o el uso de utensilios diferentes para manipular los alimentos crudos y los cocinados.
Además, los operadores deberán ajustarse a sus programas basados en el análisis de peligros y puntos de control crítico (APPCC), que permiten identificar partes del proceso de producción que son especialmente sensibles y que deben controlarse para que el producto no suponga un riesgo para la salud (se tiene en cuenta la gravedad del peligro a controlar y su riesgo, es decir, la probabilidad de que ocurra). Según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), tanto este como otros virus pueden considerarse como un peligro al desarrollar los planes de APPCC.
Después, son las autoridades competentes las que llevan a cabo controles oficiales para comprobar que las empresas alimentarias cumplen con todos los requisitos legales, para garantizar la puesta en el mercado de alimentos seguros. Estos se realizan sobre todos los establecimientos alimentarios con regularidad, en forma de inspecciones, auditorías y toma de muestras de alimentos para su análisis.
¿Qué hacer para prevenir la transmisión alimentaria de hepatitis A?
En relación a las fresas, dado que el sistema RASFF no proporciona detalles sobre la empresa productora, la zona del país donde se han cultivado o si la fruta contaminada ha llegado a ser comercializada en el mercado español, ¿qué hacer si tenemos esta fruta en casa? “De momento no se trata de una alerta alimentaria destinada al consumidor, así que [no hay que hacer] nada”, indica Lurueña a Maldita.es.
Las medidas de prevención en relación con la hepatitis A y la alimentación son similares a las recomendaciones para reducir el riesgo de otras enfermedades de transmisión alimentaria.
“En primer lugar, es imprescindible mantener la higiene en la cocina”, recuerda la AESAN. Y, con ello, las recomendaciones de seguridad alimentaria. Dado que el VHA es un virus termosensible, sensible al calor, el cocinado completo del alimento al completo a 90ºC durante al menos 90 segundos lo destruirá.
En el caso de alimentos envasados, hay que tener en cuenta las condiciones de utilización reflejadas en el etiquetado. “Si se indica que el producto se debe cocinar antes de ser consumido, no deberá emplearse para su consumo en crudo. Tras el cocinado, si no se van a consumir inmediatamente, los alimentos deben conservarse en refrigeración”, indica la autoridad.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes la malditas Beatriz Robles, tecnóloga de alimentos y dietista-nutricionista.
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