Puede darse la situación de que te hayas pasado con el turrón estas navidades y te haya sobrado. ¿Es seguro guardarlo y reutilizarlo al año siguiente? Como todo producto alimentario, que muestra una fecha a partir de la cual, o bien el alimento no es seguro o no garantiza mantener sus características organolépticas (olor, sabor, textura…), el turrón no se queda atrás.
En Maldita.es ya explicamos que la diferencia entre fecha de caducidad y fecha de consumo preferente está en lo que sucede en el alimento una vez ha pasado el día marcado en su envase.
Mientras que, de haberse pasado la fecha de caducidad, el alimento puede desarrollar microorganismos patógenos y que, por lo tanto, su consumo sea peligroso; si lo hace la fecha de consumo preferente, no se puede asegurar que el alimento mantenga sus propiedades organolépticas (como decíamos, su sabor, textura, olor o color). Es decir, en este último caso, el alimento pierde calidad pero sigue siendo seguro y puede consumirse sin riesgos.
En el caso del turrón, la fecha marcada es precisamente de este tipo. El porqué es que no se trata de un producto perecedero, como sí lo son, por ejemplo, las carnes y los pescados frescos.
“Es cierto que los turrones pueden durar mucho porque, por su composición (alta en grasas), tienen una actividad de agua (cantidad de agua que está disponible para que los microorganismos desarrollen sus actividades metabólicas) muy baja. A menor actividad de agua, más difícil lo tienen para multiplicarse”, explica a Maldita.es Beatriz Robles, dietista-nutricionista, tecnóloga de los alimentos y maldita que nos ha prestado sus superpoderes.
No obstante, añade la experta, hay dos problemas a los que nos podríamos exponer en caso de comer las tabletas de turrón de un año para otro. En primer lugar, los hongos: “Los hongos crecen bien a actividades de agua bajas. Por eso aparecen en alimentos como los frutos secos, los cereales o el pan de molde, donde es difícil que crezcan bacterias”, indica Robles. Y con los hongos, entran en escena las micotoxinas, compuestos tóxicos producidos de forma natural por algunos tipos de mohos que pueden suponer un problema para nuestra salud.
Pero los hongos no son el único motivo por el que no nos apetecerá esa misma pieza de turrón en las siguientes navidades. Además, “se puede producir un enranciamiento de las grasas, que reduce totalmente la calidad del turrón”, concluye Robles, dado que su sabor se puede tornar, incluso, desagradable.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes la dietista-nutricionista y tecnóloga de alimentos Beatriz Robles.
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Primera fecha de publicación de este artículo: 09/01/2023