Llámalo batch cooking, llámalo despliegue culinario para preparar los tapers de toda la semana, que seguirá teniendo el mismo objetivo: ahorrar tiempo entre fogones cocinando de una sola sentada la comida a la que recurrirás los próximos días. Además de espacio en la nevera o en el congelador, ¿qué es necesario tener en cuenta si nos planteamos llevar a cabo este ‘atajo’ gastronómico? Lo primero y más importante, el concepto de seguridad alimentaria, tanto al cocinar como al almacenar lo preparado.
El batch cooking es una forma interesante de planificar el menú semanal y así evitar el recurso a alternativas rápidas y menos saludables por falta de tiempo. Además, permite reducir el desperdicio alimentario (sobre el que también dimos algunos consejos aquí). Ahora bien, de nada sirve esta planificación y esfuerzo extra si la historia termina con vómitos, diarreas o malestar a causa de una toxiinfección alimentaria.
Como explicamos en Maldita.es, son varios los factores que intervienen en la posibilidad de que alguna de esta ocurra: la contaminación cruzada (ya sea directa o indirecta), ya sea la forma de almacenar los alimentos una vez cocinados, mención especial al tiempo, la temperatura y la actividad de agua que estos tengan.
El primer punto a tener en cuenta si no queremos depender constantemente de un váter cerca es el momento mismo del cocinado. Cuidado con los instrumentos y las superficies que utilizamos para manipular los alimentos: si alguno está contaminado (algo que es habitual cuando están crudos) o nosotros mismos tenemos las manos sucias, los microorganismos patógenos podrían llegar a también otros, al entrar en contacto con esos mismos instrumentos o superficies (lo que llamamos contaminación cruzada). De ahí la importancia de limpiar y desinfectar concienzudamente tanto unos como otros antes de pasar del pollo crudo a la ensalada, por ejemplo.
En cuanto al almacenamiento, el congelador será quien evite más riesgos alimentarios. En él, “los tiempos de almacenamiento se orientan más a la pérdida de calidad del alimento que a riesgos en cuanto a su seguridad”, recuerda en su blog Elena González, bióloga y experta en seguridad alimentaria. No es el caso de la nevera, en la que “el tiempo de almacenamiento es crucial para la seguridad alimentaria”.
¿Podemos cocinar el domingo lo que sea que pensemos comer el viernes próximo, poniendo toda nuestra confianza en este electrodoméstico? Más bien no. Es cierto que, en este caso, el tiempo máximo recomendable dentro de la nevera dependerá del alimento y, como recuerda González, también de si está o no cocinado (y si, para consumirlo, será o no necesario calentarlo).
“Desconfía de quien enseñe en sus vídeos cómo introduce todos los alimentos en cinco o siete tarteras (una por día laborable o más) y los almacene uno encima del otro en la nevera, sin más. Rara será la combinación de alimentos que aguante (excepto si son una suerte de vegetales crudos y sin cortar, y tampoco llegarán muy dignos al final de la semana)”, advierten desde Nutriendo, un proyecto de la Academia Española de Nutrición y Dietética.
Para los alimentos que compremos sin envasar, los que hayamos cocinado o los envasados que no indiquen condiciones concretas de conservación, González proporciona la siguiente tabla con los tiempos recomendados de almacenamiento en la nevera. Importante y que pueda llamarnos la atención: cuidado con los días que confiamos al frescor de estos electrodomésticos alimentos como arroz, pasta, huevo cocinado, carne picada o de ave o pescado crudo (se recomienda un máximo de uno o dos días).
Este artículo forma parte del 29 consultorio de Maldita Alimentación.
Primera fecha de publicación de este artículo: 08/11/2023