Espolvoreadas sobre casi cualquier plato: este es uno de los consejos sobre nutrición con el que te puedes haber topado en redes sociales en relación a la semillas de chía. Ahora bien, ¿es imprescindible utilizarla hidratada, para evitar problemas digestivos, atragantamientos o posibles obstrucciones? Lo cierto es que es interesante si hablamos de absorción de nutrientes y saciedad, pero no indispensable: los problemas tras su consumo son anecdóticos y muy raros en pacientes sanos.
Por ejemplo, en 2014, fue noticia un estudio de caso presentado en la Reunión Científica Anual del Colegio Estadounidense de Gastroenterología sobre un paciente con disfagia (dificultad para tragar) que comió una cucharada de semillas de chía secas seguida de un vaso de agua. Según la Escuela de Salud Pública de Harvard, las semillas se hincharon rápidamente tras absorber el líquido, causando un bloqueo en el esófago. De ahí que, especialmente en personas con disfagia, se recomiende hidratar las semillas de chía antes de su consumo, como recuerda el Colegio Americano de Gastroenterología.
Sin embargo, por norma general, en pacientes sanos y en cantidades habituales, “el consumo de semillas de chía enteras no supone ningún peligro”, como indica a Maldita.es Maria Reguera Blazquez, investigadora de la Unidad de Fisiología Vegetal en el Departamento de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Lo que sí es cierto, añade, es que “la disponibilidad de nutrientes cambia, si lo comparamos con consumirlas hidratadas”.
Es decir, de consumirlas secas, “se va a ver reducida la asimilación de algunos nutrientes, en comparación al consumo de una semilla hidratada”. El motivo es lo que se conoce como mucílago: una sustancia viscosa que la semilla exuda cuando se pone en contacto con agua y que “aporta nutrientes saludables a nuestra dieta”. También pueden utilizarse otros líquidos, como lácteos.
Si hablamos sobre la biodisponibilidad de los componentes de las semillas de chía, es decir, la facilidad de nuestro cuerpo para llegar a ellos y utilizarlos, también puede ser interesante triturarlas. “De esta manera, vamos a aprovechar y absorber todos sus nutrientes”, explica en Saber Vivir Beatriz Robles, dietista-nutricionista, tecnóloga de los alimentos y maldita. Si no las trituramos, al ser tan pequeñas, probablemente escapen a nuestro ‘machacado’ dental (la masticación) y atraviesen todo nuestro sistema digestivo hasta ser expulsadas enteras, como mencionábamos.
Eso sí, aunque así sucediese, las semillas siguen siendo una buena opción para completar distintas recetas: “Aunque las expulsemos enteras, vamos a aprovechar su fibra soluble, que es el alimento de nuestra microbiota intestinal”, recuerda Robles.
En este artículo han colaborado con sus superpoderes las malditas Beatriz Robles y María Reguera.
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Este artículo forma parte del 26º consultorio de Maldita Alimentación.