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¿Qué efectos tienen las dioxinas y los furanos en la salud?

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El desprendimiento y el incendio en el vertedero de Zaldibar (Bizkaia), que contiene residuos con amianto, han generado dudas y alarma entre la población y nos habéis preguntado por sus posibles efectos en la salud. Ya explicamos los efectos que tiene el amianto, aunque el 11 de febrero el Gobierno Vasco informaba que no se había detectado amianto en el aire. El 17 de febrero se extinguieron todos los focos del incendio, según el Gobierno Vasco. A 18 de febrero, Alberto Sololuze y Joaquín Beltrán, los dos trabajadores sepultados en el derrumbe, siguen desaparecidos.

Por su parte, el 14 de febrero el Departamento de Salud del Gobierno Vasco recomendaba no ventilar las viviendas y mantener las ventanas cerradas el mayor tiempo posible y no realizar actividad deportiva al aire libre hasta nuevo aviso en las poblaciones de Eibar, Ermua y Zaldibar, en el entorno del vertedero, al constatar niveles elevados de dioxinas y furanos en el aire.

Begoña Jiménez, responsable del laboratorio del CSIC que analiza los niveles de dioxinas y furanos, ha explicado el 18 de febrero que "el valor de componentes contaminantes es enormemente bajo y que los datos analizados corresponden a una única muestra y por tanto, puntual".

¿Qué son las dioxinas y los furanos?

Las dioxinas y los furanos son contaminantes ambientales, un grupo de productos químicos peligrosos que son considerados contaminantes orgánicos persistentes. Los furanos se parecen a las dioxinas, pero con algunas diferencias en su estructura química básica. Se han identificado unos 419 tipos de compuestos relacionados con las dioxinas, pero sólo unos 30 de ellos poseen una toxicidad importante. Entre estas dioxinas se encuentran los benzofuranos policlorados (PCDF). Según la Organización Mundial de la Salud, estos compuestos son preocupantes por su elevado potencial tóxico.

Una vez que penetran en el organismo, las dioxinas persisten durante mucho tiempo gracias a su estabilidad química y a su fijación al tejido graso, donde quedan almacenadas. En el medio ambiente, tienden a acumularse en la cadena alimentaria, por lo que cuanto más arriba se encuentre un animal en dicha cadena, mayor será su concentración de estas sustancias.

Las dioxinas y los furanos se encuentran en todo el mundo en prácticamente todos los medios. Las mayores concentraciones se registran en algunos suelos, sedimentos y alimentos, especialmente en los productos lácteos, carnes, pescados y mariscos. Sus concentraciones son muy bajas en las plantas, el agua y el aire.

¿Qué efectos tienen en la salud humana?

La exposición breve a altas concentraciones de dioxinas puede causar lesiones cutáneas y alteraciones funcionales del hígado, según la OMS. La exposición prolongada tiene repercusiones más graves y se ha relacionado con alteraciones inmunitarias, del sistema nervioso en desarrollo, del sistema endocrino y de la función reproductora.

Las dioxinas afectan a varios órganos y sistemas como el corazón, el sistema inmune, el hígado, la piel y la glándula de tiroides, provocando incluso cáncer reproductivo, según el Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

¿De dónde provienen las dioxinas?

Las dioxinas son fundamentalmente subproductos de procesos industriales, pero también pueden producirse en procesos naturales como las erupciones volcánicas y los incendios forestales.

Son subproductos de procesos de fabricación tales como la fundición, el blanqueo de la pasta de papel con cloro o la fabricación de algunos herbicidas y plaguicidas. En cuanto a la liberación de dioxinas al medio ambiente, la incineración descontrolada de desechos suele ser la causa más grave.

¿Qué puedo hacer para reducir el riesgo de exposición a doxinas?

La eliminación de la grasa de la carne y el consumo de productos lácteos con bajo contenido graso pueden reducir la exposición a las dioxinas, explica la OMS. Una dieta equilibrada, con cantidades adecuadas de fruta, verduras y cereales, contribuye a evitar una exposición excesiva a una misma fuente.

Esta es una estrategia a largo plazo para reducir la carga corporal de dioxinas. No obstante, las posibilidades de que los consumidores reduzcan su propia exposición es limitada, según la propia OMS.

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