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MALDITA CIENCIA

Salud mental, smartphones y redes sociales: lo que dice la evidencia científica

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Claves
  • La evidencia científica muestra que las redes sociales y los smartphones no tienen por sí solos un efecto negativo en la salud mental de los adolescentes, como sí lo tiene el contenido al que se puede acceder a través de ellas
  • Los casos reportados de problemas de salud mental han aumentado en las últimas décadas por múltiples causas, aunque no de forma universal
  • Este aumento comenzó antes de la llegada de las redes sociales y smartphones y de su uso generalizado y se relaciona con una definición más amplia de los mismos y un menor estigma, entre otros motivos 

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Puede que hayas oído que la salud mental, especialmente la de los adolescentes, esté en crisis y a menudo se echa la culpa al uso más o menos intensivo de smartphones y redes sociales. Se ha especulado, incluso con la posibilidad de que las redes sean capaces de cambiar las conexiones neuronales de su cerebro. Sin embargo, la evidencia científica actual al respecto no es tan clara, como tampoco lo es que el uso generalizado de redes sociales y de las (ya no tan) nuevas tecnologías sean la causa del empeoramiento generalizado de la salud mental de los jóvenes aunque ambos fenómenos se hayan dado más o menos a la vez. Recuerda: la correlación no implica causalidad.

No hay pruebas de que la tecnología genere cambios en el cerebro de los adolescentes

Lo primero: a día de hoy no hay evidencias de que la tecnología provoque cambios drásticos en el cerebro de los adolescentes. “La sugerencia de que las tecnologías digitales están ‘recableando’ el cerebro de nuestros hijos y provocando una epidemia de enfermedades mentales no está respaldada por la ciencia”, señalaba sobre este tema en la revista Nature Candice L. Odgers, profesora de ciencias psicológicas e informática en la Universidad de California, Irvine (Estados Unidos). Un estudio de 2023 en Estados Unidos sobre el desarrollo cognitivo del cerebro adolescente extrajo las mismas conclusiones. 

Según la experta, las investigaciones sobre este tema han hallado una mezcla de asociaciones nulas, pequeñas y mixtas entre el uso de redes sociales y problemas de salud mental: “La mayoría de los datos son correlativos [ambas cosas se dan a la vez]: cuando se encuentran asociaciones a lo largo del tiempo, estas no sugieren que el uso de las redes sociales prediga o cause depresión, sino que los jóvenes que ya tienen problemas de salud mental utilizan estas plataformas con más frecuencia o de forma diferente a sus compañeros”.

Las complejas causas del aumento de los problemas de salud mental en algunos países

Dejando a un lado el factor redes sociales, ¿están realmente aumentando los problemas de salud mental entre los adolescentes? Parece que sí, pero con matices. Aunque a nivel mundial no hay evidencias concretas de que esto esté sucediendo, “quizá sí en contextos culturales o geográficos específicos”, resume a Maldita.es José César Perales, catedrático de Psicología Experimental de la Universidad de Granada. “Un problema para poder establecerlo con seguridad es que hay relativamente pocos estudios que hayan hecho un seguimiento a largo plazo utilizando las mismas herramientas de evaluación de forma consistente y que, por tanto, permitan analizar de forma fiable las series temporales”, añade.

Dos que sí lo han hecho, publicadas en 2023 en un trabajo que recoge la revista Clinical Psychological Science, no han encontrado un cambio claro y común entre países. “Es muy posible que la evidencia que existe sobre un empeoramiento de la salud mental en parte se explique por la sobrerrepresentación de estudios realizados en Estados Unidos y otros países angloparlantes”, añade Perales.

“Las tasas de suicidio entre personas de la mayoría de los grupos de edad no han dejado de aumentar en los últimos 20 años en Estados Unidos. Los investigadores citan el acceso a las armas, la exposición a la violencia, la discriminación estructural y el racismo, el sexismo y los abusos sexuales, la epidemia de opiáceos, las dificultades económicas y el aislamiento social como los principales factores que contribuyen al suicidio”, señalaba Odgers en Nature. La psicóloga también añadió los efectos de la crisis económica de 2008: “En Estados Unidos, cerca de uno de cada seis niños vive por debajo del umbral de la pobreza”.

Los problemas de salud mental aumentaron antes de la llegada de las redes sociales

Este aumento de los problemas de salud mental en el mundo anglosajón es anterior a la aparición de los smartphones y las redes sociales. “Los estudios muestran un aumento de los diagnósticos de ansiedad y depresión entre los niños de 6 a 17 años (del 5,4% en 2003 al 8,4%) en 2011-2012” en Estados Unidos, lo que señalaría que la tendencia viene de antes y contradice la idea de un aumento repentino en la década de los 2010, como comparte en Twitter/X Patri Valkenburg, catedrática de Medios de Comunicación, Juventud y Sociedad en la Universidad de Amsterdam (Países Bajos).

Las redes sociales pueden ser una de las causas del aumento de problemas de salud mental pero “no la única ni la principal”. “Los problemas sociales graves, como el deterioro de la salud mental, son siempre multicausales”, ha aclarado Valkenburg. La experta es coautora de un estudio para UNICEF Países Bajos que identificó 15 causas detrás del empeoramiento de la salud mental desde la década de 1960 hasta la actualidad. Entre ellas, la ampliación de la definición de lo que se considera problemas mentales, un menor estigma sobre ellos, el aumento del individualismo y del estrés escolar, menos juego social en la primera infancia, una creciente preocupación de los jóvenes por su futuro y más recientemente (y por lo tanto aún viéndolo con cautela) los confinamientos de la pandemia de COVID-19, el uso de redes sociales y los smartphones.

Esto no implica necesariamente que haya más casos, “sino que hay una reducción del estigma en torno a los problemas psicológicos, los jóvenes son más propensos a hablar de ellos y buscar ayuda, y hay mayor conciencia en torno a ellos”, explica el psicólogo Ramón Nogueras en su newsletter Sesgo de confirmación. Incide en ello Perales: “Por suerte, se diagnostican y tratan cada vez más problemas de salud mental, en parte porque hay una mayor conciencia de su importancia, y unos sistemas de detección progresivamente más generalizados. Que se detecten más casos no significa en absoluto que la prevalencia de los problemas mentales haya aumentado”. Datos más objetivos como los suicidios consumados “no muestran ninguna tendencia general a través de países”, añade el catedrático.

En base a investigaciones sobre el tema, el riesgo de las redes sociales sería “cómo en ellas campa a sus anchas toda clase de información peligrosa para la salud, no las redes sociales en sí”, añade Mamen Bueno, psicóloga sanitaria y psicoterapeuta y maldita que nos ha donado sus superpoderes. Consumir contenidos que promueven trastornos de la conducta alimentaria o autolesiones, por ejemplo, puede fomentarlos y reforzarlos.

Algunos expertos apuestan por regulaciones para prevenir posibles daños

Aunque no parece haber una asociación global entre el acceso a internet o el número de usuarios de redes sociales e indicadores de salud mental, falta evidencia sobre la posible repercusión en función del género, la etapa evolutiva u otros factores, como advierte Perales. De haber un impacto mayor en unas personas que en otras según algunos de esos factores, deberían desarrollarse políticas de prevención de daños orientadas a “evitar que las corporaciones tecnológicas pudieran explotar perfiles vulnerables”, añade.

En palabras de Bueno, la regulación de cierta información y la lucha contra la publicidad encubierta detrás de algunos mensajes haría que el uso de internet y de las redes sociales fuese más seguro. Candice Olders defiende que no hay pruebas de que el uso de las redes sociales esté recableando el cerebro de los niños o provocando una epidemia de enfermedades mentales, pero que a la vez “son necesarias reformas considerables en estas plataformas, dado el tiempo que los jóvenes pasan en ellas”.

En este artículo ha colaborado con sus superpoderes la maldita Mamen Bueno, psicóloga sanitaria y psicoterapeuta.

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