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MALDITA TECNOLOGÍA

Por qué vemos mensajes instando a las mujeres a eliminar sus apps de control menstrual en Estados Unidos

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Fuentes oficiales (comunicados, bases de datos, BOE)

Las especialistas en privacidad y seguridad digital han sido las primeras personas en reaccionar y alertar del nuevo panorama que se abre en Estados Unidos, después de que el aborto pase ser una práctica perseguida y en el que la compraventa de datos personales no está regulada con una ley federal de protección de datos. A diferencia de otros territorios como Europa, que sí que cuenta con salvaguardas. Esto significa que el acceso a cierto tipo de información es más fácil en ese país para ciertos actores, como los data brokers: empresas intermediarias (y habitualmente desconocidas) que se dedican a recoger, almacenar y vender datos que obtienen de un sinfín de fuentes.

Esta distinción es importante porque, pese a que el descontrol sobre el uso que se le da a nuestros datos es la tónica general para los usuarios de casi todo el mundo, en algunos sitios están más protegidos que en otros. En los países europeos rige el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), en Canadá cuentan con la Ley de Protección de Información Personal y Documentos Electrónicos (PIPEDA, por sus siglas en inglés) y en Australia las últimas enmiendas a su Ley de Privacidad (de los años 80) conceden más garantías a la ciudadanía, por ejemplo.

En EEUU no hay una limitación sobre el uso de datos personales y el mercado de compraventa es masivo

Estados Unidos, por su parte, no cuenta con una legislación federal que regule las limitaciones en el uso de los datos personales de su ciudadanía. La excepción es el estado de California, donde en 2018 se implantó la Ley de Privacidad del Consumidor de California (CCPA, por sus siglas en inglés), y que cuenta con un nivel de protección muy alto, al igual que el RGPD europeo. Sin embargo, esta norma aplica a los ciudadanos californianos, no a la totalidad de Estados Unidos.

Eso hace que el mercado de compraventa de datos identificables y sensibles de la ciudadanía sea más difícil de controlar: “Los data brokers siguen formando parte de un ecosistema desregulado y desconocido, y eso significa básicamente que cualquiera puede acceder a los datos, potencialmente los gobiernos, incluso”, señala Laura Lázaro Cabrera, asesora legal en Privacy International, en una entrevista con The Markup.

“La vigilancia que posibilitan las tecnologías digitales reguladas a la baja podría ayudar a las autoridades o incluso a los justicieros a localizar a las mujeres que buscan un aborto y a los servicios médicos que lo practican en aquellos territorios donde terminaría criminilizándose”, asegura la socióloga especializada en tecnología Zeynep Tukekci.

Llamamiento a las usuarias a eliminar las apps de control mensual

Este modelo de recogida de datos no puede (o no debería) replicarse en Europa: el uso de los datos relacionados con nuestra orientación sexual o nuestra salud (como serían aquellos que hablan de nuestra vida sexual y la menstruación) está prohibido, por lo que no pueden tratarse a menos que sea en casos muy, muy justificados. Esto significa que cualquier empresa que los pidiera y los compartiera en su propio beneficio podría enfrentarse a una considerada multa.

Esa es la razón por la que abogados, activistas y defensores de los derechos digitales y la privacidad en Estados Unidos están haciendo un llamamiento para que las personas que usan aplicaciones de control menstrual las borren y dejen de utilizar. La intención es frenar la recolección masiva de datos relacionados con la salud sexual de las personas que luego puedan ser utilizados en su contra.

Lázaro Cabrera hacía un apunte, eso sí: “Borrar una aplicación no significa necesariamente que se eliminen los datos. En la mayoría de los casos, los datos del usuario se guardarán durante un período de tiempo tras la última interacción con la app, a menos que se solicite su borrado. Si las personas están preocupadas, y muchas lo estarán, el primer paso debería ser comprobar cómo borrar los datos”, recomienda.

Y llamamiento a la legislación para regular el uso de los datos

En Europa, el RGPD contempla que podamos pedirle a una empresa que nos diga qué datos guarda sobre nosotros, así como solicitar que los borre o que no los use para ciertos fines. En Estados Unidos, recuerda Lázaro Cabrera, las leyes no suelen “garantizar el derecho a que se borren los datos”, por lo que lo más conveniente sería mandar un email a la empresa en cuestión requiriendo explícitamente que se borren.

En este caso concreto, Tufeki señala que los esfuerzos individuales no deberían ser la manera de frenar este tipo de “intrusiones digitales”, sino que se planteara una nueva regulación: “Lo que necesita el conjunto de los estadounidenses es un ajuste de cuentas político y legal con la manera tan imprudente de la que se ha permitido que la tecnología digital ha invadido nuestras vidas. La recogida, el uso y la manipulación de los datos electrónicos debe limitarse y regularse de una vez por todas”.

Resalta, además, el uso que se le pueda dar a esos datos más allá de la publicidad o el perfilado de ciertas personas: “Teniendo en cuenta los numerosos cambios que provoca el embarazo incluso antes de que las mujeres se percatan de ello -desde alterar los patrones del sueño hasta la dieta, pasando por la fatiga y los cambios de humor-, no es de extrañar que un algoritmo pueda detectar qué mujeres son más proclives a quedarse embarazadas”, explica la especialista.

¿Tendría sentido usar la inteligencia artificial para algo así? ¿Podría pasar en Estados Unidos? En otros lugares del mundo, al menos, sí: en Salta, una provincia de Argentina, se promocionó un programa de estas características que, en teoría, podría predecir cuándo una menor de edad se quedaría embarazada (por aquel entonces, el aborto no estaba legalizado en el país sudamericano).

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