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MALDITA TECNOLOGÍA

Niños y tecnología: ¿están perdiendo su capacidad de socializar a raíz de usarla?

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La entrada de las redes sociales, los smartphones y distintos dispositivos inteligentes en nuestro día a día puede causar cambios en la forma en la que nos relacionamos y eso nos genera dudas. Una de ellas es cómo influye en los niños y en la etapa en la que empiezan a relacionarse socialmente con otras personas, tanto adultos de su entorno como menores de su edad. Nos habéis preguntado si la tecnología afecta de alguna manera a las capacidades de socialización de los niños, pero la respuesta no es ni un sí ni un no.

Existe literatura científica que estudia cómo afecta la introducción de tecnologías móviles y el uso de pantallas en las capacidades sociales de los niños y niñas, pero la realidad es que no hay un consenso en las conclusiones: hay estudios e informes que respaldan que sí hay una afección y otros que lo desmienten.

Estudios que tienen en cuenta el uso de pantallas (sin analizar el contenido) no ven efectos negativos...

“Es posible que la tecnología, dependiendo del contenido que se consuma, pueda afectar positivamente si este está bien estructurado. Los estudios que hay cuentan el tiempo de pantalla, sin tener en cuenta el contenido que ven los niños. Para saber qué está pasando habría que ver el tipo de contenido”, expone a Maldita.es Aurora Gómez, psicóloga clínica especializada en comportamientos digitales. Es el ejemplo de un estudio publicado en el American Journal of Sociology, que mide el tiempo frente a una pantalla y entiende que no hay un declive en el desarrollo de las habilidades sociales.

En la misma línea, un artículo publicado en Psychology Today enfrenta las conclusiones de varios estudios que se contradicen para exponer que si bien “hay muchas buenas razones para limitar el tiempo frente a las pantallas” no hay evidencias sólidas de que hacerlo “tenga un beneficio significativo” sobre las habilidades sociales de los menores.

 ... mientras que otros señalan que mantenerse alejado de ellas es positivo

Algunos de los estudios que investigan este asunto tienen varias limitaciones, entre ellas que los parámetros que se analizan no están adaptados de forma específica a la relación niños-tecnología. “Hay algunos estudios que dicen que no hay tanto problema por encima de los cinco años para desarrollar las habilidades sociales, pero el truco es que miran las habilidades en la escala de niños autistas. Cuando se miran otro tipo de parámetros empieza a haber señales de peligro”, explica Gómez.

Entre esas señales está el que se desarrollen “comportamientos disruptivos” como el que no se sepa cuándo hay que obedecer las normas, como concluye otro estudio. “Tiene sentido desde un punto de vista psicológico porque si bien es cierto que aprenden muchas habilidades sociales con el contenido que vean, no ejecutan las de controlar la frustración, obedecer órdenes, etc.”, continúa Gómez.

En este caso, “no es tanto porque restrinja capacidades cognitivas de forma directa, sino porque está asociado a sedentarismo, reducción de actividad física y menor interacción, por tanto, con padres, madres, cuidadores y otros niños, esenciales para el desarrollo de habilidades sociales en edades tempranas”, añade sobre el mismo estudio María Lázaro, docente, bloguera y autora de “Redes sociales y menores. Guía práctica”. 

Esta especialista nos da otro ejemplo: “La UCLA realizó un estudio con 51 preadolescentes que acudieron durante cinco días a un campamento en el que se prohibió cualquier tipo de pantalla (televisión, ordenador y móvil). Al cabo de este periodo, su capacidad para reconocer señales emocionales no verbales había mejorado significativamente”.

Gómez incide en que hay una diferencia entre los efectos que puede producir la tecnología pasiva (un ejemplo sería que un niño se ponga a ver Peppa Pig en YouTube) y en la que hay interacción social (un directo en Twitch). ¿Os acordáis de Barrio Sésamo? Es el ejemplo perfecto de un contenido que se creó para que los niños y niñas interactuaran con la tecnología (la televisión en este caso), mientras se instruían y desarrollaban capacidades sociales. 

El rol de los padres en la educación digital de los menores

A pesar de todo ello, no tenemos conclusiones contundentes para este tema: “Cualquier uso excesivo o abusivo de algo conduce a un desequilibrio. Realizar ejercicio físico es saludable, sin embargo, una obsesión por el entrenamiento muscular puede derivar en vigorexia. De igual modo, la tecnología puede contribuir al desarrollo de habilidades sociales, creativas e intelectuales, pero dependerá de cómo y para qué se utilice, y qué otras actividades adicionales se realizan”, recalca Lázaro.

Eso sí, algo en lo que coinciden ambas especialistas es el papel de los padres en la fase de desarrollo de habilidades sociales: “Somos nosotros los adultos quienes tenemos la responsabilidad de guiar y acompañar a los niños en este uso de la tecnología: culparla de todos los males sin asumir nuestro papel, carece de sentido”, concluye esta experta.

“Si los padres pasan mucho tiempo con pantallas, es probable que el niño también lo pase”, incide Gómez. De ahí que sea importante que durante este tiempo se les acompañe, porque si no “nunca van a aprender a manejar el aburrimiento, la frustración o el estar en segundo plano.

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