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Herramientas biométricas en aeropuertos, algoritmos y recomendaciones de Netflix y educación sexual en internet: todo en el 62º consultorio de Maldita Tecnología

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¡Hola, hola! Agosto sigue su curso y nosotros seguimos respondiendo a vuestras preguntas tecnológicas sin faltar a la cita. En esta ocasión vamos a hablar de tres dudas muy diversas que nos habéis hecho llegar en los últimos días: la presencia de reconocimiento facial en los aeropuertos españoles, el sistema de recomendación de películas y series en Netflix y la educación sexual de los más jóvenes en internet.

Seguimos con los oídos y los ojos muy abiertos a la espera de que nos enviéis más preguntas sobre el mundo de la tecnología. ¿Cómo? Mandando un correo a [email protected], un mensaje a nuestro Twitter, a Facebook o completando este formulario. ¡Arrancamos!

El otro día vi el cartel “embarque biométrico disponible” junto al horario de un vuelo. ¿En los aeropuertos de España se usa reconocimiento facial? Si es así, ¿en cuáles lo hacen?

La tecnología biométrica ha hecho que nuestras caras puedan usarse como un identificador al estilo del DNI: las cámaras nos graban, un programa informático mide y analiza nuestros rasgos faciales y los resultados se cotejan con una base de datos. Los usos de esta tecnología son cada vez más diversos y aquí ya te hemos hablado en numerosas ocasiones de los problemas que pueden derivar de su aplicación sin regulación.

En los aeropuertos españoles nos podemos encontrar dos usos distintos de reconocimiento facial. Uno lo puso en marcha Iberia en noviembre de 2019 con el objetivo de que sus clientes pudiesen embarcar y completar el proceso de facturación enseñando su cara ante una cámara, sin necesidad de contacto físico con trabajadores de la compañía. El segundo uso del reconocimiento biométrico es el de la Policía Nacional, que controla la entrada y salida de pasajeros de varios aeropuertos con esta tecnología.

Desde Aena explican a Maldita.es que la facturación biométrica es una “prueba piloto” que de momento solo opera en el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas para dos rutas de Iberia: Madrid-Asturias y Madrid-Bruselas.

Las primeras pruebas se llevaron a cabo en el Aeropuerto de Menorca con la compañía Air Europa y el proceso era el siguiente: los pasajeros podían registrar sus datos biométricos en el mostrador de facturación de la aerolínea o en un puesto situado en el propio aeropuerto. Después podían acceder al control de seguridad y a la puerta de embarque a través de unos accesos específicos con control biométrico habilitados para reconocer a los pasajeros que previamente habían registrado su cara.

“En el segundo piloto, que está actualmente en marcha en el aeropuerto madrileño, se permite a los pasajeros registrarse en el programa biométrico desde su dispositivo móvil, a través de la aplicación de Aena o la aplicación de la aerolínea”, explican desde la empresa de gestión de aeropuertos.

Dicho en otras palabras, los pasajeros acceden al aeropuerto y escanean sus rostros en varias zonas clave: junto a los mostradores de facturación, los accesos al control de seguridad y la puerta de embarque. El proceso se acompaña en el primer registro con el DNI para confirmar la identidad del pasajero y, una vez hecho esto, “los viajeros pueden embarcar en el vuelo sin necesidad de mostrar ni la tarjeta de embarque (aunque se tenga siempre que llevar encima, ya que es requisito legal para poder volar) ni su documentación de identificación”.

Por tanto, y respondiendo a la pregunta, este anuncio de “embarque biométrico disponible” junto al horario de un vuelo correspondía a una de estas dos líneas de Iberia que citamos unas líneas más arriba.

¿Qué más información aporta Aena de este sistema de reconocimiento facial? El tratamiento de los datos, en este caso de la imagen y análisis de los rasgos faciales de los pasajeros, “se hace en base al consentimiento del pasajero para participar en estos pilotos y con la única finalidad de facilitar el tránsito por los puntos de control del aeropuerto”.

Antes hablábamos de que había dos aplicaciones de reconocimiento facial. Además de la de facturación, la que cuenta con una mayor implantación es la que gestiona el Ministerio del Interior para controlar las fronteras.

El proyecto se denomina ABC System (derivado del inglés Automatic Border System, Sistema Automático de Fronteras) y, según la última información hecha pública por el ministerio en 2018, cuenta con “más de 450 cabinas” situadas en los aeropuertos de Madrid, Barcelona, Girona, Palma de Mallorca, Alicante, Málaga, Tenerife Sur, en el Puerto de Algeciras y en el paso terrestre entre La Línea de la Concepción y Gibraltar.

Estos puestos son cabinas que identifican automáticamente a los pasajeros mayores de 18 años, portadores de un DNI electrónico y ciudadanos de países pertenecientes al espacio Schengen. En ellos se realiza una “doble comprobación biométrica de la imagen facial y dactilar y, además, el sistema realiza la autenticación del documento identificativo del pasajero”. El tiempo medio de paso por estos controles es de 20 segundos.

Si quieres profundizar en el asunto, sobre el reconocimiento biométrico en las fronteras del espacio Schengen, el control de la migración y los futuros proyectos de la Unión Europea ya te hablamos recientemente en este otro artículo.

¿Cómo decide Netflix el menú de series y películas que me recomienda? ¿Qué criterios utilizan para presentarme los contenidos de una forma concreta?

Después del consultorio especial que le dedicamos a los algoritmos que te organizan el contenido en las redes sociales os ha picado el gusanillo sobre los entresijos que hay detrás de las plataformas y, por eso, nos habéis mandado una pregunta sobre Netflix. ¿Cómo se organiza el catálogo de películas y series que me muestra el servicio de streaming? ¿Qué factores tiene en cuenta para la personalización?

Lo primero, vayamos a las fuentes oficiales. Netflix explica en su sitio web cómo se organiza el contenido destacado, personalizado para cada usuario en función de factores como el historial de visualizaciones, lo que ven usuarios con gustos “similares” a los tuyos y la clasificación de géneros o actores a los que más acudes.

Además de estas categorías generales, la plataforma también tiene en cuenta otros aspectos más técnicos como la hora del día a la que sueles conectarte, el tipo de dispositivos que utilizas para conectarte (desde móvil, tablet, portátil…) y la media de tiempo que pasas en su servicio.

Cuando entras por primera vez a Netflix, además, se te pide que marques tus películas preferidas. Aunque esto sirve para que se te ofrezca una primera hornada de recomendaciones, la propia plataforma explica que “cuando empieces a ver títulos en el servicio, esto ‘reemplazará’ a cualquier preferencia inicial que hayas facilitado, y a medida que sigas viendo contenido con el tiempo, los títulos vistos más recientemente reemplazarán a los vistos en el pasado”.

También tiene relevancia la posición en la que se presentan los títulos. La lógica es similar a la de una estantería que te encuentras dentro de un comercio físico: no es lo mismo colocar productos a la altura de la cara del cliente que ponerlos a nivel del suelo. La visibilidad y el esfuerzo que hay que hacer para alcanzar el producto es clave y en estos escaparates virtuales también hay jerarquías y prioridades.

“Las filas más recomendadas van en la parte superior. Los títulos más recomendados aparecen de izquierda a derecha de cada fila, a menos que hayas seleccionado el idioma árabe o hebreo en tu sistema, en cuyo caso irán de derecha a izquierda”, explica la plataforma.

Poniéndonos un poco más técnicos, un equipo de cuatro ingenieros de la plataforma de streaming escribió este artículo en el que divulgan más detalles del proceso. En él se habla de la importancia de las imágenes destacadas y cómo se juega con varias opciones en función del cliente. Según explican, el material gráfico “puede destacar a un actor que se reconozca, capturar un momento emocionante como una persecución de coches o contener una escena dramática que transmita la esencia de una película o programa de televisión”.

Como ejemplo se citan las preferencias por géneros cinematográficos concretos o predilección por actores y actrices. ‘Pulp Fiction’ se te ofrecerá con una imagen destacada de Uma Thurman o John Travolta si ya has visto varios títulos en los que salgan alguno de los dos actores y, si no han visto nada concreto de ellos pero te gustan los thrillers, se apostará por una imagen más general en la que se vea una escena llamativa de acción.

Tanto la disposición de las películas como la selección de las imágenes destacadas se basan en algoritmos de aprendizaje automático. Es decir, a diario se obtienen millones de datos de cómo los usuarios utilizan la aplicación y se van creando nuevos algoritmos que ofrecen pequeños cambios respecto a los que ya están en uso. A algunos usuarios se les deja con el servicio de recomendación que ya se estaba utilizando y a otros se les presenta el nuevo.

Entonces, se hace un estudio para ver si los usuarios que han tenido recomendaciones del nuevo algoritmo han pasado más tiempo en la plataforma y cómo han interactuado con ella. “Si los miembros del grupo B tienen un mayor compromiso con Netflix, entonces extendemos el nuevo algoritmo a toda la población de usuarios”, concluyen los ingenieros de la compañía. Este sistema es el que en marketing se conoce como test A/B.

En este otro artículo de 2020 se ponen cifras a la segmentación de usuarios que hace Netflix, algo que sirve para entender la importancia que tiene para la compañía la precisión de sus algoritmos. Es interesante destacar que el 80% de las visitas de los usuarios de la plataforma “proceden de las recomendaciones”. Además, teniendo en cuenta las preferencias individuales de cada usuario, la compañía ha creado “más de 2.000 grupos” en los que engloban a los espectadores con gustos similares.

¿Pueden estos sistemas automatizados ser peligrosos a largo plazo para los espectadores? Javier García-Manglano, sociólogo investigador en el Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra, explica a Maldita.es que la fina línea entre la oferta de contenidos atractivos y la creación de hábitos de consumo compulsivo es evidente, sobre todo teniendo en cuenta que el modelo de negocio no depende de la publicidad, como podría ocurrir con otras empresas del ámbito tecnológico como Facebook o Google, sino de las suscripciones.

“Su finalidad es ganar y retener suscripciones. Por lo tanto, ellos nunca dirán que su objetivo sea promover el consumo compulsivo, sino la satisfacción del consumidor. Lo difícil es separar esos dos fines, pues aunque el consumo compulsivo daña a las personas, el consumidor compulsivo es más fácil de retener para las empresas de streaming. Por eso en el diseño de Netflix y de las demás plataformas hay elementos que generan adicción como la posibilidad de saltarse los créditos iniciales o finales o la de acelerar el visionado”, asegura.

Que se nos reproduzca automáticamente el siguiente episodio o los elementos persuasivos comentados por García-Manglano afectan especialmente a colectivos como los adolescentes o aquellas personas con problemas personales importantes que busquen evasión en dichas plataformas, según apunta el sociólogo. Los primeros, porque disponen de más tiempo libre y menos responsabilidades, lo que lleva a “un consumo compulsivo en edades en las que sus capacidades (de espera, de atención, de reflexión) están en pleno desarrollo”.

En el caso de las personas con trastornos o problemas psicológicos de distinta naturaleza, el sociólogo explica que aunque herramientas como Netflix son “estupendas para el descanso, se ha demostrado que usarlas para evadirse de realidades complicadas y olvidar el sufrimiento está asociado con mayores niveles de consumo y de malestar, un círculo vicioso difícil de romper”.

Mi hijo es adolescente y está empezando a informarse sobre sexo a través de internet. ¿Sirve de algo prohibirle entrar a ciertos espacios de la red o hay herramientas online que merezcan la pena?

Internet es la puerta de acceso para muchos adolescentes a la hora de conectar por primera vez con el sexo. Al menos, así lo dicen los datos. En la ‘Encuesta nacional sobre sexualidad y anticoncepción entre los jóvenes españoles’ publicada en 2019 por la Sociedad Española de Contracepción, se afirma que “internet (47,8%) y los amigos/as (45,5%) constituyen las fuentes a través de las cuales los jóvenes consideran que han recibido la información más adecuada sobre sexualidad, por delante de los profesores/as (28%), la madre (23,1%) o el padre (12,4%)”.

Este proceso de información en la red se junta con el consumo de pornografía, otro de los contenidos con los que los jóvenes comienzan a construir su identidad y sus dinámicas sexuales. ¿Sirve de algo vetar sitios web, hay alguna herramienta que pueda servir de ayuda para que el proceso de descubrimiento del sexo en el mundo online sea lo más sano posible?

Jorge Flores, fundador y director de la asociación Pantallas Amigas, explica a Maldita.es que lo primero, antes de abordar el mundo online, debe ser la comunicación y transparencia en el ámbito familiar. O dicho en otras palabras, “eliminar las barreras que puedan existir para que personas adultas de referencia, dentro del hogar o fuera del mismo si se dan las condiciones, puedan ayudar a construir en las y los menores una base sólida para una vida sexual saludable”.

Ya metidos dentro del mundo online es necesario diferenciar por tramos de edad. En época infantil, sí resulta conveniente “impedir el acceso” a material audiovisual explícito, lo cual no es una tarea fácil teniendo en cuanto las múltiples vías de acceso y la gran cantidad de dispositivos de los que se disponen en la actualidad. Flores recomienda a los padres utilizar de manera activa los sistemas de control parental, que vetan y evitan el acceso a páginas de este tipo de manera directa.

La cosa ya es más complicada cuando entramos en la adolescencia. En esta franja de edad, “pretender limitar el acceso a contenidos es una tarea destinada al fracaso” ya que en cualquier momento y contexto (redes sociales, web, mensajería instantánea) los jóvenes ya están expuestos a este tipo de contenidos. “El acento se debe poner en ofrecer alternativas de consumo adecuadas, contrastadas y que observen un modelo educativo acorde a nuestros valores”, afirma.

Algunos ejemplos de portales que informan sobre sexo de manera completa y cercana son ‘Salud Sexual Para Todos’, elaborado por profesionales del sector sanitario o ‘Kolokon’, un proyecto del Ayuntamiento de Portugalete redactado con todo desenfadado y que responde de manera directa a las consultas de los jóvenes. Para los padres y docentes puede resultar de interés el portal ‘Internet Segura for Kids’ del INCIBE, donde se recopila material sobre sexting, acoso sexual en línea, control parental…

Flores también recomienda a comunicadores que han hecho de YouTube su principal vía de difusión. Es el caso del canal Plátano Melón, con más de un millón de seguidores en la plataforma.
La creación de modelos sanos en internet también resulta clave para los más jóvenes, añade Flores, sobre todo teniendo en cuenta que “es muy fácil consumir información falsa, inexacta, malintencionada o incluso que promueva modelos tóxicos y hasta violentos de relaciones”. Como ejemplo, en Maldita.es ya te hablamos sobre las peligrosas declaraciones de un influencer que afirmó que mentía a sus parejas sexuales para no utilizar preservativo.

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