El sueño de todo estudiante es el anuncio inesperado de una suspensión general de exámenes. No tener que estudiar, no sufrir el estrés de las pruebas… Pero los sueños, sueños son. Las universidades han preparado o están preparando ya diferentes sistemas con los que testar a los alumnos en sus exámenes finales a distancia por la pandemia de coronavirus. Al ser educación superior no hay una norma común para todas ellas, sino que cada centro puede elegir cómo realizarlos. En algunos casos, son incluso los profesores de manera individual los que eligen en qué condiciones hacerlos.
Eso sí, en todas la tecnología forma parte del proceso en mayor o menor medida. En algunas ocasiones, se usa solo para poder realizar el examen a distancia, y en otras para tener vigilado al alumno y evitar las trampas. Aquí van cinco formas de las que las universidades están realizando exámenes, ordenadas de menos a más control sobre la prueba y lo que hace el alumno:
1. Sin ningún control sobre lo que el alumno hace o deja de hacer en casa y con su ordenador
Suena raro para un examen, pero hay universidades que por el momento no han dispuesto un operativo especial para poder hacerlos a distancia. Trabajan con las plataformas educativas que ya hay disponibles para estar al día de las clases y hacer ejercicios, como Moodle, pero sin poner especial énfasis en qué estará haciendo el alumno durante la prueba. En la Universidad Autónoma de Madrid, por ejemplo, funcionan así en muchas de sus facultades, como la de Derecho, según nos cuenta uno de sus profesores.
Las soluciones que han buscado en este caso es intentar diseñar el examen de manera que no sea posible copiar: por ejemplo, un comentario de texto que conlleve alguna reflexión. Aun así, según este profesor, es “imposible controlar que quien hace el examen es quien dice ser”.
2. Exámenes personalizados para evitar las trampas
Este es el sistema que están utilizando muchas facultades, y para exámenes que se basan en números y problemas, más. En la Universidad del País Vasco (UPV-EHY), uno de sus profesores, Julián Estévez, cuenta cómo ha elaborado exámenes prácticos para sus alumnos de Ingeniería Mecánica: los alumnos reciben un examen con planteamientos diferentes (misma dificultad) en función de la letra que aparezca en su DNI. Por lo que copiarse entre sí es un riesgo porque los números son diferentes.
También se usa Moodle para hacer el propio examen, que según cuenta Estévez tiene la opción de comprobar la dirección IP desde donde se hace el ejercicio, y Blackboard Collaborate para hacer consultas y activar la cámara web. “Tengo la preocupación de que cuando se hagan exámenes finales, cuando no haya confinamiento, vayan uno a casa de otro a hacerlos”, comenta Estévez, por ello la dirección IP también podría ser interesante de seguir en este caso. Por esto ha puesto a prueba el sistema antes de llegar a los finales: para testar que funciona y comprobar las calificaciones.
Este es uno de los casos por los que optan también en la Universitat de València, según explica a Maldita Tecnología Joaquín Aldas-Manzano, vicerrector de Estrategia, Calidad y Tecnologías de la Información de este centro: “Lo que hemos indicado para reducir este riesgo es incrementar el peso de la evaluación continua (de tal manera que el peso del examen final sea el menor posible) y realizar un mix variado de tipos de prueba (combinar test, con preguntas que exijan razonamiento, casos prácticos, proyectos…)”, de modo que al final, de la manera que sea, copiar pueda salir mal.
3. Videoconferencias opcionales para hacer consultas, pero sin que sea obligatorio para identificar a los alumnos
Bueno, ¿pero si a veces se usan las videoconferencias para dar clases, también se usarán para los exámenes, no? No en todas, ya que no se ha impuesto como un requisito para controlar una prueba. Muchas universidades usan Blackboard Collaborate para hacerlas, pero en otras se ha tirado de herramientas de vídeo como Meet (de Google) y Teams (de Microsoft) por asegurarse de que no les va a dar problemas técnicos. Estas empresas están bastante integradas en los centros educativos de España, pese a ser de empresas privadas extranjeras.
En la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) usan Microsoft Teams para complementar las pruebas con una videoconferencia si el profesor lo requiere. César Cáceres, director del Centro Innovación Digital de la URJC, explica que también se basan en Moodle para hacer los exámenes. Para identificar a los alumnos se guían por el registro de entrada que se hace en esa plataforma, pero no hay una imposición de la universidad para comprobar quién está detrás de la cámara: “Usando plataformas de videoconferencias los profesores pueden ver qué alumno hace el examen y pueden resolver dudas y preguntas”, dice. Esto significa que para evitar las trampas tampoco hay nada específico dispuesto.
También en la Universitat Politècnica de Catalunya se ofrece el uso voluntario de la cámara web para hacer los exámenes, siempre y cuando no se grabe la sesión de la prueba. Recogen todos sus requisitos en este documento, donde rechazan herramientas de monitorización, ya que cuentan con plataforma propia para las clases: ATENEA.
4. Con reglas para la cámara web: activada en el caso de orales y mínimo el audio para los escritos
Hay otros casos en los que el uso de las videoconferencias es obligatoria. No hablamos de reconocimiento facial ni de identificación por medio de un programa, sino sencillamente de mantener activada la webcam para que una persona pueda vigilar la prueba. Tanto en la Universitat de Valencia como en la Universidad de Granada tienen normas fijadas. Si es examen oral, se puede grabar para poder evaluarlo luego. Si es escrito, tiene que funcionar Moodle para hacer el examen y una plataforma de videoconferencia a la vez, aunque la cámara no tenga que estar activada todo el rato. Sí que se usará al principio, para que el alumno se identifique con su DNI y los profesores al cargo puedan comprobar que es esa persona la que se dispone a hacer la prueba.
Hablamos de cientos y cientos de alumnos conectados para hacer un examen a la vez, con mínimo el audio activado para escuchar qué hacen. Y que en un momento dado, si lo pide el profesor, se pueda activar la cámara para ver quién sigue detrás de la cámara.
5. Reconocimiento facial y monitorización del ordenador y el entorno para vigilar los exámenes
En otros casos se utilizan plataformas de las que ya hemos hablado, pero se les suma un componente más: un sistema que recoge los datos biométricos de los alumnos antes de hacer el examen y que además vigilan todo lo que hacen con su ordenador o en la estancia en la que están. El pack completo y, además, automatizado, conocido como proctoring. En la Universidad Isabel I, privada de Burgos, utilizan el sistema de proctoring de la empresa Smowl, un programa que ha sonado mucho a medida que se ha ido acercando el período de exámenes y que hace este tipo de vigilancia en tiempo real. ¿Cómo funciona?
Primero, con fotos del alumno junto a su DNI. “El alumno tiene que activar la cámara web para que se haga un registro constante de que el alumno es quien dice ser”, señala Ana Cristina García, directora de Innovación Educativa de la Universidad Isabel I. La imagen del alumno sumada a la de su DNI es lo único que permite la validación de entrada al examen. Una vez el sistema ha captado esas fotos, las guarda en una base de datos para ir comprobando a lo largo de la prueba que la persona que está ante la cámara es la misma.
“Otra herramienta es la monitorización del ordenador: mientras el alumno realiza el examen, tiene la cámara web activa para ver si abandona la mesa, por ejemplo. El sistema además detecta si usa otro tipo de programas, si tiene Skype abierto, si abren otra pestaña en el navegador…”, continúa García. En este caso, el examen se hace a través de Moodle y las consultas a través de Blackboard Collaborate, pero hay un añadido que controla todo lo demás: si el alumno se mueve por la sala, si hay otra persona al lado, si habla, etc.
¿Cuál de las medidas es más intrusiva con los datos de los alumnos?
La calidad de cada prueba la valoran en las propias universidades, ya que en muchas de ellas cada profesor tiene “libertad de cátedra” para realizarlo a su manera. La calidad de los métodos tecnológicos sí que se puede medir un poco más, sobre todo después de que algunos de los más intrusivos hayan generado alguna que otra protesta.
La Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) emitió en un informe algunas medidas para ciertos tipos de pruebas que en ningún caso contemplan el uso del reconocimiento facial, por ejemplo, por considerarlo complejo en materia de legislación. También la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) se ha pronunciado, considerando que si se implantan estos sistemas, se tiene que dar una alternativa al alumno si quiere hacer la prueba en otras condiciones.
Jorge Campanillas, abogado especializado y delegado de protección de datos de una universidad española, explica en esta línea a Maldita Tecnología que “para grabar no necesitas el consentimiento de los alumnos” pero sí para usar sus datos biométricos, como imágenes de su cara. “El proctoring maneja datos sensibles, de alto nivel de protección, y afecta más a la privacidad”, asegura, por lo que la universidad tiene que poner los medios para que los sistemas sean lo más seguros posibles.
“El responsable del tratamiento de datos es la universidad y la elección del proveedor es importante”, añade, por lo que cualquier tipo de grabación o información personal del alumno usado durante el examen debe guardarse de manera que no pueda difundirse. Esto pasa por establecer acuerdos seguros con los proveedores de servicios (Google, Microsoft, Smowl, etc.) y que no se corra el riesgo de que se usen para otros fines.