¡Hola, hola, malditas y malditos! Maldita Ciencia al teclado un viernes más, dispuestos a resolver cuatro de las preguntas que nos habéis planteado a lo largo de la semana a través de nuestro WhatsApp (655 198 538), correo ([email protected]), Twitter y Facebook. No os hacemos esperar más, ¡aquí las tenéis!
¿Puede una verruga contagiarse a través de la sangre?
Nos habéis preguntado si es cierto que, en el caso de que alguien se quite una verruga (nada recomendable hacerlo por tu cuenta, mejor acude a un dermatólogo) y la herida resultante comience a sangrar, aparecerá otra en el lugar que haya estado en contacto con la sangre.
Es una creencia muy común pero la respuesta es que no: las verrugas no se transmiten a través de la sangre ya que el virus que las origina no "vive" en ella. Ahora bien, sí pueden contagiarse si existe tanto un contacto directo con la verruga (por ejemplo, piel con piel), como indirecto (piscinas, toallas, duchas, etc. si el contacto es muy reciente).
Una verruga es una infección causada por el virus del papiloma humano (diversos grupos de virus ADN pertenecientes a la familia de los Papillomaviridae, algunos de los cuales se propagan por vía sexual). Estos microorganismos producen un crecimiento extra de las células de la piel, haciendo que la capa exterior de la zona infectada se vuelva gruesa y dura. Aunque pueden aparecen en cualquier parte de la piel, son más comunes en manos y pies.
"Cuando quitamos una verruga en consulta, al sangrar, muchos pacientes nos dicen 'cuidado, que me van a salir más'. Pero no es así: estas se contagian por contacto. Se trata de un virus que afecta a las células de la piel, pero no pasa a la sangre", explica Sara Gómez Armayones, dermatóloga del Hospital Clinic, en Barcelona, a Maldita Ciencia. "Es un bulo que conoce casi todo el mundo pero, para contagiarse, es necesario el contacto piel con piel, piel con mucosa o mucosa con mucosa (ya sea oral o genital", añade.
No todo aquel que entre en contacto con este virus desarrollará necesariamente una verruga. Ahora bien, es más probable que este deje su huella si la piel con la que entra en contacto tiene un corte o está dañada. Es por eso por lo que son más comunes en personas con enfermedades crónicas de la piel, como el eczema, o que se muerdan las uñas. En estos casos, el contagio es más probable ya que "la barrera cutánea está alterada", según explica Gómez.
¿Nos roban las plantas el oxígeno mientras dormimos?
Está también muy extendida la idea de que las plantas "nos roban el oxígeno mientras dormimos". Por eso, y en teoría, "no se recomienda tener este tipo de compañía decorando una habitación", o al menos por eso nos habéis preguntado estos últimos días.
Tampoco es verdad. El mito surge de los dos procesos que realiza una planta para sobrevivir: la fotosíntesis (absorción de dióxido de carbono y expulsión de oxígeno) y la respiración (la sucesión contraria). Se dice que "la primera sucede durante el día y, la segunda, durante la noche" y de aquí procede parte vuestra inquietud. Pero no, ni ambas actividades se alternan día y noche ni la cantidad de oxígeno que una planta consume durante la respiración es lo suficientemente relevante como para que resulte perjudicial para nuestra salud.
"Para nada es perjudicial dormir con una planta", explica a Maldita Ciencia Sandra Fresquet, doctora en biotecnología. "Se sabe que estas absorben oxígeno y liberan dióxido de carbono durante la respiración, pero lo hacen en una cantidad muy, muy, muy pequeña que para nada nos resulta dañina", añade.
Por un lado, como organismos autótrofos (que fabrican su propio alimento) y a través de la fotosíntesis, las plantas consiguen el carbono que necesitan para sobrevivir a través del consumo de dióxido de carbono y gracias a la energía de la luz. "La fotosíntesis, ese pedazo de invento, tiene como consecuencias un excedente energético y un desecho: el oxígeno", explica el biólogo Rafael Medina en este artículo. "Normalmente esto ocurre por el día, pero las plantas no usan despertador, y si se las ilumina correctamente, fotosintetizan de noche", añade.
Es cierto que, para extraer la energía necesaria para su supervivencia, esta vez gracias a la respiración y de igual forma que hacemos nosotros, las mitocondrias de las plantas utilizan el oxígeno, desechando a su vez dióxido de carbono. Como para ello no es necesaria la luz, ocurre durante todo el día. "Para nuestra suerte, el balance gaseoso de la fotosíntesis supera con creces al de la respiración", aclara Medina.
Pero que nadie se asuste porque "la cantidad de oxígeno que necesita una planta es mucho menor que la que necesitamos nosotros para respirar", añade Fresquet. "Para respirar, las plantas no necesitan ni un 0,1% del oxígeno que puede haber en una habitación. En cambio, una persona consume de media un 2-3% del oxígeno que hay en una habitación".
¿Mejora la chufa de Valencia la función visual?
Nos habéis preguntado por varios artículos que dicen que consumir 30 gramos de chufa de Valencia diariamente mejora la vista. Todos ellos hacen referencia a una misma investigación que, sin embargo y según confirman los autores en la misma, se trata de un estudio piloto, cuyos resultados son limitados y en el mejor de los casos provisionales.
¿Qué quiere decir que se trate de un estudio piloto? Que se realiza a pequeña escala (30 participantes, en este caso) para evaluar viabilidad, tiempo, coste, etc. de un posible proyecto futuro mayor. Además, es importante destacar también que está financiado por el Consell Regulador de la D.O. Xufa de València. En conclusión: las evidencias científicas sobre el posible beneficio del consumo de chufa de Valencia en la vista son todavía poco sólidas, sujetas a posibles conflictos de intereses y sería necesaria más investigación para confirmar sus resultados.
Hay que tener en cuenta también que, por norma general, la gente no consume este tubérculo a secas como tal, sino en una bebida en cuya composición destaca: la horchata, cuyos beneficios nutricionales son bastante cuestionables. "Para cualquier dietista-nutricionista o profesional sanitario informado sobre cuestiones nutricionales, la horchata es un alimento superfluo, que se debería reservar para contadas ocasiones", explica aquí Julio Basulto, dietista-nutricionista. "Contiene pocos nutrientes en relación a las calorías que aporta", añade.
Además, es una bebida con un alto contenido de azúcar. "Mientras que una bebida azucarada con sabor a cola tiene un 10% de azúcar, la horchata contiene una cantidad similar, y hasta un poco superior: 10,5%", explica Basulto. Teniendo en cuenta que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no superar el 10% de la energía que consumimos diariamente a partir del azúcar, según Basulto, en una persona que ingiera alrededor de 2.000 calorías diarias, ese 10% se cubriría tan solo con dos vasos medianos de horchata al día.
¿Qué sabemos sobre el 'síndrome del trabajador quemado' que supuestamente ha reconocido la OMS?
Nos habéis preguntado por el síndrome del trabajador quemado, el desgaste profesional ante el que la Organización Mundial de la Salud (OMS) se pronunció hace unos días, reconociéndolo supuestamente como una enfermedad laboral según muchos medios y titulares.
Hay que aclarar que esto no es exactamente así: la OMS no ha reconocido el conjunto de síntomas como una enfermedad ni una condición médica, sino como un "fenómeno ocupacional" de gran prevalencia, como explica en su página web.
El síndrome del trabajador quemado se ha incluido en el capítulo "Factores que influyen en la salud o en el contacto con los servicios sanitarios" que trata las razones por las que la gente acude a estos últimos por motivos que, en realidad, no se consideran una enfermedad como tal.
De hecho, el mismo nombre lo indica: no es lo mismo un síndrome que una enfermedad. ¿En qué se diferencian? Mientras que el primero se trata tan solo de un conjunto de síntomas y no tiene por qué tener una causa conocida ni desarrollarse a la vez que alteraciones anatómicas, una enfermedad sí debe producir cambios reconocibles en el cuerpo o bien presentar una causa biológica conocida (o ambos elementos).
Según refleja la undécima revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11, por sus siglas en inglés), "el síndrome del trabajador quemado es el resultado de un estrés continuo en el puesto de trabajo que no se gestiona con éxito y se caracteriza por la sensación de agotamiento, sentimientos negativos relacionados con el trabajo y reducida eficacia profesional". La clasificación incluye excepciones con las que puede confundirse este síndrome: ciertos trastornos de adaptación, trastornos específicamente asociados con el estrés, ansiedad o trastornos relacionados con el miedo o trastornos del ánimo.
"El síndrome del trabajador quemado se refiere específicamente a las posibles circunstancias relacionadas con el contexto laboral y no debe aplicarse para describir experiencias en otras áreas de la vida", aclara la OMS.
Y como siempre...
... os recordamos que para diagnósticos concretos y dudas médicas, la mejor opción sera recurrir a un profesional sanitario que estudie el caso y os recomiende la solución o tratamiento más adecuado. Para todo lo demás, ¡podéis contar con Maldita Ciencia! Estaremos encantados de dar respuestas a vuestra preguntas.