El 13 de abril de 2016 PETA Latino (Personas por el Trato Ético de los Animales) tuiteaba el siguiente vídeo en el que establecía una relación directa entre comer pollo durante el embarazo y el tamaño del pene del niño: cuanto más pollo, más pequeño.
El tuit ha reflotado ahora y muchos nos lo habéis hecho llegar, preguntándonos si hay algo de cierto en ello. La respuesta corta sería que no: comer más pollo durante el embarazo no hará que tu hijo tenga el pene más pequeño, pero como siempre, aquí hay más miga de la que parece. Vamos por partes.
Para empezar, este vídeo forma parte de una campaña concreta que PETA USA puso en marcha en agosto de 2013 coincidiendo con el National Buffalo Wing Festival que se celebra cada año en Buffalo, Nueva York, y que incluye dentro de las festividades varios concursos de comer alitas de pollo.
En ese momento PETA se movilizó para pedir que se impidiese a las mujeres embarazadas participar en esos concursos esgrimiendo como argumento las alarmantes (y supuestas) consecuencias que tiene para los bebés el consumo de pollo por parte de sus madres embarazadas. Aseguraban que un compuesto presente en el pollo, los ftalatos, estaban relacionados con un menor tamaño del pene de esos niños.
Hacemos aquí un pequeño inciso para explicar que los ftalatos son compuestos químicos que se añaden habitualmente a los plásticos para modular sus propiedades y que están presentes en cosméticos, juguetes, empaquetados de alimentos o detergentes entre otros. La preocupación surge de que los ftalatos no se integran en los polímeros del plástico a los que se incorporan, de forma que pueden pasar al agua o a los alimentos si se encuentran por ejemplo en botellas de plástico u otros envases de alimentos.
Volviendo a PETA, sus advertencias se basaban en el Estudio de Futuras Familias, publicado por el National Health Institute en 2008, en el que se analizaban los efectos de estos compuestos químicos sobre nuestra salud. El estudio, hecho en 106 niños, concluyó que existen motivos para sospechar que la exposición a los ftalatos afecta a varios marcadores del desarrollo sexual masculino, entre ellos el tamaño del pene.
Sin embargo, en ese estudio no hay ni una sola mención al pollo cuando se habla de las vías por las que las personas entramos en contacto con estos compuestos: "se han encontrado ftalatos en el interior de las casas, tanto en el polvo casero como el aire del interior. También se han encontrado en los alimentos, en la leche y en el agua. Sin embargo, la contribución relativa de cada fuente y vía de exposición a los ftalatos es desconocida".
A día de hoy, como medida de prevención, la legislación trata de reducir la exposición a estos compuestos, especialmente en los niños: según el real decreto 1114/2006 juguetes, pañales, cubiertos, ropas o cualquier otro producto de puericultura no pueden llevar ftalatos en cantidades que superen el 0,1% del peso del producto,
En resumen, el uso de ftalatos dentro de los niveles que recoge la legislación se considera perfectamente seguro, y mezclar todo esto con el consumo de pollo hasta decir que cuanto más pollo coma esa mujer, más pequeño será el pene de su hijo es una conclusión científicamente absurda.