Algunos impactos del calentamiento global son extremadamente probables o prácticamente seguros, como olas de calor más frecuentes e intensas, el aumento del nivel del mar o la acidificación de los océanos. Con los huracanes no es tan sencillo porque dependen de factores con mucha variabilidad natural y porque las series de datos no son homogéneas.
Se sabe con seguridad que el cambio climático aumenta la intensidad de los ciclones tropicales (la categoría madre que engloba a los huracanes) y también las precipitaciones y las inundaciones asociadas a ellos. Por otro lado, es probable, aunque no tan seguro, que el número de ciclones tropicales se quede igual o incluso descienda, pero que aumente la proporción de huracanes de gran intensidad (los de categoría 4 y 5).
Antes que nada: un ‘cursillo’ breve sobre huracanes
Los huracanes son un tipo de ciclones tropicales: tormentas giratorias que se forman en las partes tropicales de los océanos y que suponen, después de los terremotos, el riesgo natural más peligroso para los humanos, explica la Organización Meteorológica Mundial. La Oficina Estadounidense de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) añade a esta definición que los ciclones tropicales son un sistema de bajas presiones con un núcleo cálido y con una circulación organizada.
Como explica la NASA, los huracanes necesitan cuatro elementos para formarse y reforzarse: agua caliente del océano, alta humedad en el aire, baja cizalladura vertical del viento (pocos cambios bruscos en su dirección o velocidad) y perturbaciones preexistentes, como varias tormentas. En los trópicos, las zonas del océano cercanas al ecuador, es donde se reúnen las condiciones para que se den todos estos elementos.

Los ciclones tropicales se clasifican según la velocidad de sus vientos. Los más débiles se llaman perturbación o depresión tropical y pueden alcanzar vientos de 63 km/h (o 18 m/s); después están las tormentas tropicales, con vientos de hasta 117 km/h (o 32 m/s) y que suelen recibir un nombre para que la población los identifique mejor; y por último los huracanes, conocidos como tifones en otros lugares del planeta.
Cuando el viento alcanza la velocidad propia de los huracanes, es cuando entra en juego la escala de Saffir-Simpson, es decir, las categorías. Esta enumeración va del 1 al 5 en función de la velocidad de los vientos y describe los daños que el huracán puede ocasionar.
Categoría 1: vientos de 119 a 153 km/h
Categoría 2: vientos de 154 a 177 km/h
Categoría 3: vientos de 178 a 208 km/h
Categoría 4: vientos de 209 a 251 km/h
Categoría 5: vientos superiores a 252 km/h
Las tormentas tropicales pueden traer vientos muy fuertes y dañinos para las infraestructuras humanas, lluvias torrenciales, oleaje y, en ocasiones, inundaciones costeras y mareas ciclónicas, detalla la Organización Meteorológica Mundial.
Lo que se sabe con seguridad sobre la influencia del cambio climático en los huracanes: más lluvias, viento e intensidad
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, siglas en inglés) recopila y analiza todos los estudios disponibles sobre las ciencias del clima y presenta sus conclusiones en informes. En su último trabajo (2021), indica que existe una “alta confianza” (hay evidencia robusta y suficiente consenso científico) en que el calentamiento global hace que los ciclones tropicales traigan más lluvias y más viento, lo que se traduce en que sean más intensos.
También hay “alta confianza” en que, proporcionalmente, habrá más ciclones tropicales que alcancen las categorías de más intensidad (categorías 4 y 5). Esta proporción será mayor si la temperatura media del planeta alcanza los 1,5 ºC, los 2 ºC o los 4 ºC de aumento. En paralelo, el IPCC considera probable que la proporción de ciclones tropicales de categoría 3 a 5 ya haya aumentado en los últimos 40 años.
Por último, se sabe con seguridad que el cambio climático ha influido en la temperatura superficial del mar y el aumento del nivel del mar.
La temperatura del mar es relevante porque es uno de los cuatro elementos que necesita un huracán para formarse. Se sabe que ha aumentado desde principios del siglo XX y se espera que esa tendencia continúe. La NOAA detalla que algunos estudios ven una relación entre la temperatura superficial del mar y la intensidad de los ciclones tropicales. De hecho, a la hora de hacer predicciones sobre cómo irá la temporada de huracanes, la NOAA tiene en cuenta la temperatura superficial del mar.
El aumento del nivel del mar es importante porque se relaciona con más inundaciones y más daños a zonas costeras. Estudios posteriores al informe del IPCC, como este de 2023, también encuentran ese aumento en las lluvias torrenciales asociadas a los huracanes debido a que el cambio climático aumenta su intensidad.
Lo que no se sabe con tanta seguridad sobre cambio climático y huracanes: frecuencia y velocidad
Aún no está claro si el cambio climático traerá más ciclones tropicales. Los trabajos científicos estiman que, a nivel global, su frecuencia disminuirá o no cambiará con el avance del calentamiento global. El IPCC indica, con “confianza media”, que no hay una teoría establecida que explique esta tendencia y apunta a que muchos modelos —aunque no todos— predicen un descenso en el número global de ciclones tropicales, especialmente de los menos intensos, lo que va en la línea de un aumento en la proporción de huracanes más intensos. Es decir: puede que haya menos huracanes o los mismos en total, pero que los que haya sean de mayor categoría.
Otro elemento sobre el que hay cierto debate es la velocidad a la que se desplazan los ciclones tropicales, algo relevante porque una menor velocidad se asocia con más lluvias en las zonas afectadas y más daños en las infraestructuras. El IPCC destaca que en Estados Unidos esta velocidad de desplazamiento seguramente ha disminuido desde el siglo XX —y por tanto, los huracanes dejan más daños—, pero no encuentra señales tan robustas en otras regiones del planeta, aunque otros trabajos científicos con menor nivel de evidencia que el IPCC sí han observado esta menor velocidad a nivel global. Además de si está ocurriendo esta menor velocidad, también existe cierta controversia sobre si esto lo causa el calentamiento global o variaciones naturales del clima.
Por qué es difícil estudiar el efecto del cambio climático en los huracanes
Un motivo es que los ciclones tropicales dependen de elementos con gran variabilidad natural, es decir, que no dependen de los humanos, como el fenómeno El Niño-La Niña, que puede durar unos meses; oscilaciones atmosféricas y oceánicas que ocurren cada pocos días, cada pocas semanas o cada estación o variaciones que pueden durar varias décadas. Todas estas alteraciones naturales, indica el IPCC, hacen que detectar tendencias relacionadas con el cambio climático sea más difícil.
Otra razón importante son los datos. Las series de datos no son homogéneas porque la manera y la tecnología con la que se han medido los ciclones tropicales han sido muy diferentes a lo largo de los años. Si se tuvieran estos datos, se podría, por ejemplo, ver si los ciclones tropicales han cambiado desde la época preindustrial. El IPCC incide en que esto no significa que esta tendencia histórica no exista, sino que la calidad o la longitud de estos datos sobre huracanes no permite hacer evaluaciones robustas.
En 2024, las conclusiones sobre lo que la comunidad científica sabe y no sabe acerca de la influencia del cambio climático en los ciclones tropicales, incluyendo los huracanes, van en la misma línea que el informe del IPCC de 2021.
*Hemos actualizado este artículo el 29 de octubre de 2025 para añadir fuentes actualizadas.