El lunes 22 de septiembre, durante una rueda de prensa en la Casa Blanca, Donald Trump vinculó el consumo de paracetamol durante el embarazo con el riesgo de autismo y recomendó el uso de otro fármaco, la leucovorina, como posible tratamiento de este trastorno, contradiciendo la evidencia científica al respecto. Recopilamos estas y otras afirmaciones desinformadoras sin respaldo científico que han circulado estos días.
No existen estudios que demuestren una relación causal entre el paracetamol y el autismo
Una de las afirmaciones que hizo Donald Trump, contradiciendo la evidencia científica al respecto, es que, en mujeres embarazadas, se desaconseja el uso de acetaminofeno o paracetamol (Tylenol en Estados Unidos), por aumentar supuestamente el riesgo de autismo en el futuro bebé.
Sin embargo, no hay ningún estudio que refleje una relación causal entre el uso de paracetamol y el riesgo de autismo. Aunque existen investigaciones que sugieren una asociación entre ambas variables esto no quiere decir que el fármaco sea la causa (que podrían ser, por ejemplo, las afecciones que llevan a la mujer embarazada a tener que consumir paracetamol). Además, la evidencia señala que el autismo es el resultado de la combinación de varios factores, tanto genéticos como ambientales.
De hecho, en uno de los estudios proporcionados por la Casa Blanca, los autores recomiendan “un uso juicioso del paracetamol (la dosis efectiva más baja y la menor duración posible) bajo supervisión médica, adaptado a la evaluación individual de riesgos y beneficios, en lugar de una limitación general”, premisa que debe tenerse en cuenta con el uso de cualquier otro medicamento.
Lo que sostiene la evidencia disponible es todo lo contrario a lo que apunta Trump: que no existe relación entre el consumo de paracetamol durante el embarazo y el riesgo de autismo. Entre otros, este estudio de 2024, en el que se tuvo en cuenta 2,4 millones de nacimientos, no encontró ninguna relación entre la exposición al paracetamol en el útero y el autismo, el TDAH o la discapacidad intelectual posteriores.
“El paracetamol puede utilizarse para reducir el dolor o la fiebre durante el embarazo, siempre que exista una necesidad clínica, siguiendo la recomendación de utilizar la dosis eficaz más baja, durante el menor tiempo posible y con la menor frecuencia posible. Esta recomendación no ha cambiado”, señalan desde la Agencia Española para Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS).
Además, como explica en The Times Monique Botha, profesora asociada de psicología en la Universidad de Durham, “el paracetamol es una opción mucho más segura para aliviar el dolor durante el embarazo que prácticamente cualquier otra alternativa” y advierte de que el alarmismo podría impedir que las mujeres accedan a la atención adecuada durante el embarazo.
No hay evidencias de que le leucovorina sea útil para "tratar" el autismo: los estudios disponibles, que sugieren mejoras leves en algunos síntomas, son débiles y preliminares
Según señalaba Trump, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) “pronto aprobará el uso de la leucovorina para niños autistas”. De hecho, la propia FDA publicaba el 22 de septiembre una nota de prensa en la que señalaba que ese mismo día iniciaba el proceso de aprobación. Esto, según varios expertos, es “preocupante”.
A pesar de que algunos ensayos a pequeña escala sugieren posibles mejoras leves en los resultados conductuales, “están limitados por el reducido número de participantes, la inconsistencia de los resultados y la falta de réplicas independientes”, como señala a Science Media Centre Andrew Whitehouse, profesor de investigación sobre el Autismo Angela Wright Bennett en el Kids Research Institute Australia.
“La investigación en este ámbito es de mala calidad y no está al nivel que cabría esperar a la hora de hacer recomendaciones para su aprobación”, explica a Science Media Centre Dawn Adams, catedrática de investigación sobre el autismo en el Centro de Investigación sobre el Autismo Olga Tennison de la Universidad de La Trobe (Australia).
“También es preocupante porque este tipo de declaraciones influyen en la forma en que la gente entiende y percibe el autismo” (que no es una condición médica con tratamientos o “cura”), añade. El motivo, según indica Adams, es que aumenta el estigma y reduce la percepción de la importancia de los factores que realmente han demostrado ser útiles: “Aulas inclusivas, lugares de trabajo que se adapten a sus necesidades, comunidades que comprendan las diferencias comunicativas y sensoriales, y políticas elaboradas a partir de investigaciones de buena calidad”.
Por qué ha aumentado la prevalencia de autismo en niños en Estados Unidos (y en general)
Es cierto que los datos muestran que la prevalencia de autismo ha aumentado. Circulan imágenes en las que cifran este incremento: un 384% desde el año 2000. Es un dato real sobre la prevalencia de autismo en niños de ocho años en Estados Unidos, cuyos criterios de diagnóstico se han ido ampliando con las actualizaciones de los manuales médicos.
La gráfica utiliza datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) que sí reflejan un aumento de casos de autismo diagnosticados en niños de esa edad en EEUU cada año: en el año 2000 uno de cada 150 niños tenía un diagnóstico de autismo, frente a uno de cada 31 en 2022.
Sin embargo, este aumento se debe a varias razones, entre las que los expertos y la evidencia subrayan la ampliación de los criterios de diagnóstico, la mayor concienciación social, una mejor formación de los profesionales sanitarios y el infradiagnóstico en el pasado.
No hay evidencias de que no haya casos de autismo en poblaciones amish
No hay evidencias de que la población amish no padezca determinadas enfermedades o trastornos, entre ellos, el autismo, como dice Donald Trump. Aunque comparten ciertas creencias y prácticas, los amish no son un grupo homogéneo y sus prácticas sanitarias varían considerablemente de una familia a otra.
Un informe de la Sociedad Internacional para la Investigación del Autismo de 2010 indicó que el autismo afectaba a uno de cada 271 niños amish.
Aunque la tasa de autismo es menor que la diagnosticada en Estados Unidos (uno de cada 31 en niños de 8 años, según datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos), los expertos señalan que lo más probable es que sea consecuencia de un menor diagnóstico, no de una menor incidencia, como explicaba a Reuters Douglas Vaughan, catedrático de medicina de la Universidad Northwestern (Estados Unidos) que ha estudiado las comunidades amish.
No hay evidencias de que en Cuba no haya casos de autismo “por no disponer de tylenol (paracetamol)”
Según Donald Trump, en Cuba “no hay dinero para [comprar] tylenol” por lo que allí “prácticamente no tienen autismo”. Esto no es cierto: aunque la prevalencia de autismo en Cuba, según los datos disponibles, es menor a la mundial, los expertos señalan que lo más probable es que haya una subestimación de las cifras y que se desconozca la prevalencia real.
El Ministerio de Salud Pública de Cuba (Minsap) publicaba en su página web en abril de 2025 que, hasta esa fecha, eran aproximadamente 3.500 las “personas registradas en el espectro autista”. “Aunque globalmente se estima que una de cada 100 personas está en el espectro; en Cuba la tasa es de 0,36 por cada mil habitantes”, explica Osmara Delgado, especialista en programas de discapacidad del Ministerio de Salud Pública de Cuba.
El motivo de esta diferencia en la prevalencia no es la ausencia de paracetamol, sino la “subestimación” de los casos totales “debido a métodos de vigilancia y recopilación de datos defectuosos e incompletos”, como señalaba ya en 2017 un informe publicado en la Revista Internacional de Salud y Medicina Cubana.
En base a la información proporcionada por el Ministerio, este estimaba que uno de cada 2.500 niños en Cuba tenía autismo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) también advierte de que “la prevalencia del autismo en muchos países de ingresos bajos y medios es desconocida”.
Además, en este informe sobre salud mental en Cuba, la Organización Panamericana de la Salud (PAHO) incluye el autismo como un trastorno grave. Señala que, en Cuba, hasta los cinco años la carga derivada del síndrome de ansiedad generalizada se debe principalmente al autismo (51%).
Este reportaje del elTOQUE recoge los testimonios de las madres de doce niños nacidos en Cuba con diagnóstico de trastorno del espectro autista. También de varios expertos, que concluyen que los bajos registros oficiales en Cuba se deben a las limitaciones en el diagnóstico y a la ausencia de estadísticas actualizadas.
Además, en Cuba sí se comercializa tylenol bajo el nombre de paracetamol. Este informe de BioCubaFarma (grupo de industrias biotecnológicas y farmacéuticas de Cuba) indica que el fármaco no está disponible por “la falta de materias primas, producto terminado y materiales”. Es decir, su suministro fluctúa en base a la disponibilidad de estos materiales. Esto no solo afecta al paracetamol, de hecho, desde el Minsap reconocen el desabastecimiento de los medicamentos en las farmacias cubanas (que en 2024 alcanzó el 70% del cuadro básico).