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Datos y curiosidades sobre los sueños y el proceso de soñar que hemos contado en Maldita.es

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El sueño es un proceso vital para nuestra salud física y mental al que rodean dudas, mitos y curiosidades que pueden afectar a nuestro bienestar diario. Desde trastornos poco conocidos como la hipersomnia o la parálisis del sueño, hasta enfermedades genéticas extremadamente raras como el insomnio familiar letal, entender cómo y por qué dormimos bien —o mal— es clave para mejorar nuestra calidad de vida. 

Factores externos, como la temperatura ambiental o las emociones intensas, pueden influir en la calidad del descanso y en fenómenos relacionados con el sueño, como los sueños o las pesadillas.

Índice de preguntas:

¿Para qué sirve el sueño y cuánto es necesario dormir? 

¿Por qué tenemos sueño después de algunas siestas? 

¿Por qué tenemos pesadillas y en qué fase del sueño se producen?

¿Qué supone para nuestra salud la falta de sueño a corto y largo plazo?

¿Por qué hay elementos o situaciones con los que todo el mundo sueña?

¿Por qué hay personas que tienen sueño excesivo durante todo el día?

¿Se puede morir de sueño?

¿Qué es la parálisis del sueño y qué factores aumentan la posibilidad de que ocurra?

¿Cómo influye el calor en los sueños? 

¿Para qué sirve el sueño y cuánto es necesario dormir?

Dormir es una necesidad fisiológica vital que permite la regeneración de tejidos, el sistema cognitivo y el sistema inmune. La falta de sueño afecta a corto plazo a la atención, la memoria y el estado de ánimo, volviéndonos irritables e impulsivos. A largo plazo, la privación crónica está vinculada a enfermedades como obesidad, hipertensión, diabetes tipo 2, trastornos del ánimo y un mayor riesgo cardiovascular, incluso aumentando la mortalidad.

La cantidad de sueño necesaria varía según la persona y la edad, pero la mayoría de adultos necesitan entre 7 y 8 horas para funcionar bien durante el día. Menos de siete horas se asocia con peor salud y rendimiento, mientras que dormir más de nueve puede ser apropiado en ciertos casos, como jóvenes o enfermos. En la vejez, el sueño nocturno se fragmenta, por lo que son recomendables siestas breves para mantener un buen descanso.

¿Por qué tenemos más sueño después de algunas siestas?

Hay veces que, tras una siesta, nos sentimos más cansados que antes. Esto se debe a la llamada inercia del sueño, un estado de somnolencia, confusión y lentitud mental que aparece cuando interrumpimos una fase de sueño profundo. Si la siesta dura demasiado, el cerebro interpreta que es la hora de dormir (durante horas, como ocurre por la noche) y nos cuesta más activarnos al despertar.

Para evitar esa sensación, lo ideal es que la siesta dure o bien entre 20 y 30 minutos o que se alargue hasta los 90, respetando los ciclos completos de sueño. Además, también ayudará el evitar el consumo de productos con cafeína, mantener horarios regulares, dormir con una temperatura agradable, exponerse a luz natural y despertarse suavemente, sin ruidos bruscos. Estas medidas reducen el impacto de la inercia y hacen que la siesta sea realmente reparadora.

¿Por qué tenemos pesadillas y en qué fase del sueño se producen?

Las pesadillas son un tipo de parasomnia que ocurre durante la fase REM del sueño, en la que se producen sueños profundos. Estas parasomnias, trastornos en la conducta del sueño, se caracterizan por ser transiciones anómalas entre el sueño y la vigilia. Las pesadillas pueden ser comunes en la infancia y disminuir con la edad, aunque también pueden aparecer tras episodios traumáticos, estrés o como efecto de ciertos medicamentos. Los temas frecuentes en las pesadillas incluyen situaciones de peligro, agresiones o conflictos personales.

Aunque no se consideran una enfermedad, si las pesadillas son frecuentes y afectan la vida diaria, pueden constituir un trastorno del sueño que requiere atención profesional. Para prevenirlas, se recomienda mantener una buena higiene del sueño, evitando pantallas antes de dormir, comidas pesadas, alcohol y cafeína por la noche, y reservar la cama solo para dormir o momentos relajados, no para trabajar o realizar otras tareas.

¿Qué supone para nuestra salud la falta de sueño a corto y largo plazo?

La falta de sueño no solo afecta al rendimiento diario, causando cansancio y dificultad para pensar o reaccionar, sino que también aumenta el riesgo de accidentes. Además, dormir poco deteriora el sistema inmunitario, porque durante el sueño se producen proteínas y células esenciales para combatir infecciones. La reducción de estas defensas hace que estemos más expuestos a virus y que la recuperación de enfermedades sea más lenta.

A largo plazo, la privación de sueño eleva la probabilidad de sufrir enfermedades graves como problemas cardíacos, accidentes cerebrovasculares, obesidad o diabetes tipo 2. Por eso, expertos recomiendan considerar el sueño junto a la dieta y el ejercicio como pilares fundamentales de la salud. En cuanto a la duración ideal, varía según cada persona: hay quienes necesitan solo seis horas y otros más, siempre buscando descansar lo suficiente para estar bien durante el día.

¿Por qué hay elementos o situaciones con los que todo el mundo sueña? 

Soñar es una experiencia común, pero su función exacta aún se desconoce. Algunas hipótesis sugieren que los sueños ayudan a procesar emociones o que actúan como un entrenamiento del cerebro para enfrentar situaciones peligrosas, ya que durante el sueño el sistema límbico, que regula emociones y memoria, está activo. Aunque muchos sueñan con escenas similares, esto puede deberse a procesos fisiológicos, como el equilibrio o el bruxismo, y no significa que esos sueños sean tan comunes en detalle como parece.

En cuanto a la importancia clínica de los sueños, no hay evidencia científica que apoye las interpretaciones tradicionales como las de Freud. Sin embargo, los sueños pueden reflejar impactos emocionales fuertes, como ocurrió durante la pandemia con el aumento de pesadillas relacionadas con el estrés. Aun así, en ausencia de problemas de salud, no está claro que el contenido de los sueños tenga relevancia clínica, y los diccionarios de sueños carecen de base científica.

¿Por qué hay personas que tienen sueño excesivo durante todo el día? 

La hipersomnia es un trastorno del sueño caracterizado por un cansancio y sueño extremo durante el día, incluso tras haber dormido profundamente por la noche. A diferencia de la narcolepsia, no provoca ataques repentinos de sueño ni pérdida del control muscular, pero sí genera una somnolencia constante que no se alivia con siestas. Este trastorno puede afectar gravemente la vida diaria, poniendo en riesgo actividades como conducir o trabajar. Su diagnóstico requiere que los síntomas persistan al menos un mes y que se descarte que el cansancio se deba a otras causas como efectos de medicamentos, estrés, depresión o problemas médicos.

Las señales de alerta incluyen somnolencia que no mejora con descanso, dificultad para despertar, necesidad excesiva de dormir y síntomas como confusión, irritabilidad y problemas de memoria. Para prevenir y manejar la hipersomnia, se recomienda mantener una buena higiene del sueño, evitar el alcohol y ciertos medicamentos que pueden empeorar la condición, ser disciplinados con las horas de sueño nocturno y evitar actividades peligrosas hasta recibir tratamiento adecuado. Un diagnóstico preciso y un seguimiento médico son fundamentales para controlar este trastorno.

¿Se puede morir de sueño? 

El insomnio familiar letal es una enfermedad genética muy rara y grave que provoca una incapacidad progresiva para dormir, junto con demencia, debido a la pérdida de neuronas en el tálamo, la zona del cerebro que regula el ciclo del sueño. Los síntomas suelen aparecer alrededor de los 50 años y, una vez manifestados, la esperanza de vida media es de unos 18 meses. Esta enfermedad se hereda de forma dominante, lo que significa que hay un 50% de posibilidades de transmitirla a la descendencia, y en España, la mitad de los casos se concentran en el País Vasco.

Su origen está en una mutación del gen PRNP, que codifica la proteína priónica. Esta mutación hace que la proteína se pliegue de forma anormal y funcione mal, transformándose en un prión que daña el sistema nervioso. En casos muy raros, el prión puede formarse espontáneamente sin mutación genética previa, alterando proteínas sanas y causando enfermedades neurológicas similares, como la de Creutzfeldt-Jakob. Actualmente no existe cura ni tratamiento para frenar la enfermedad, solo para aliviar sus síntomas.

¿Qué es la parálisis del sueño y qué factores aumentan la posibilidad de que ocurra?

La parálisis del sueño es un trastorno que ocurre durante la fase REM del sueño y consiste en la incapacidad temporal para moverse o hablar mientras la persona está consciente, generalmente al quedarse dormida o al despertar. Esta experiencia suele ser angustiante y puede ir acompañada de alucinaciones multisensoriales y sensación de presión en el pecho. El diagnóstico se basa en la recurrencia de estos episodios, su corta duración (segundos o minutos) y el malestar que generan, descartando que se deban a otras enfermedades.

Aunque no se conoce la causa exacta, la parálisis del sueño se relaciona con la falta de sueño, horarios irregulares, estrés, dormir boca arriba, ciertos trastornos médicos y el uso de algunos medicamentos. No existe un tratamiento específico, pero mantener una buena higiene del sueño, controlar el estrés, evitar estimulantes y crear un ambiente adecuado para dormir puede reducir la frecuencia de los episodios.

¿Cómo influye el calor en los sueños?

Dormir con calor puede ser muy incómodo y afecta la calidad del sueño, ya que el calor provoca interrupciones en los ciclos de descanso, especialmente en la fase REM, donde ocurren los sueños. Esto hace que nos despertemos más a menudo y dificulta completar un sueño reparador de cuatro a seis ciclos seguidos. Como resultado, el calor puede aumentar la probabilidad de recordar lo que soñamos, porque es más probable despertarse justo durante la fase REM.

Recordar los sueños depende en gran medida del momento en que nos despertamos: si es durante la fase REM, tenemos más probabilidades de hacerlo, mientras que si despertamos en otras fases, el recuerdo suele ser escaso o nulo, ya que la actividad mental es menos estructurada. Por eso, el calor nocturno, al causar más despertares en la fase REM, influye en la memoria de los sueños.