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MALDITA CIENCIA

Consejos para explicar a los niños y niñas qué ha ocurrido con la DANA en Valencia

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Claves
  • Tanto las situaciones de emergencia como las imágenes que estas generan también pueden causar miedo e incertidumbre entre los más pequeños
  • Las expertas consultadas por Maldita.es recomiendan no ocultar que algo ha ocurrido o está ocurriendo, siempre adaptando la información a la edad y nivel de comprensión del niño o la niña 
  • Una de sus recomendaciones es limitar la exposición a los contenidos que estas situaciones generan, ya sea en medios de comunicación o en redes sociales 

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Las imágenes del paso de la DANA por España entre los días finales de octubre y primeros de noviembre de este 2024 están desde hace días en todos los medios de comunicación, y seguirán estando previsiblemente durante días. Es muy complicado o directamente imposible que una niña o niño no se encuentre imágenes, vídeos o historias sobre estos hechos. Nadie desea contar a un menor estas noticias pero, en ocasiones, lo mejor es asumir la realidad y explicar el mundo en el que vivimos.

En Maldita.es hablamos con expertas en psicología y en abordaje de traumas, crisis y estrés que nos explican la manera más adecuada de que una niña o niño entienda qué está ocurriendo en estas situaciones, ya sean conflictos armados como los ocurridos en los últimos años en Ucrania o en Gaza, o situaciones de emergencia climática como los que hemos vivido ahora en España. También sugieren cómo iniciar esta conversación, además de algunas pautas y recomendaciones sobre temas de los que hablar y cosas a evitar en momentos delicados como los actuales.

Decir la verdad

Una de las primeras claves que nos transmiten las expertas es que no tiene sentido omitir lo que está ocurriendo en las conversaciones cotidianas con niñas y niños.

Ingeborg Porcar, directora técnica de la Unidad de Trauma, Crisis y Conflictos de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), comenta a Maldita.es que “a partir de los tres años y medio es imposible que los niños no se enteren de lo que está pasando” a su alrededor. Bien sea porque lo escuchen en las conversaciones de los ‘mayores’, en las de sus amistades o en los medios, “las imágenes, el ruido y la sobreinformación están en todos lados”. “Las familias que piensan ‘mi hijo no se ha enterado de nada’ que sepan que es casi imposible”, indica la experta.

“Los niños no son tontos ni sordos, oyen las conversaciones de sus padres y les llega muchísima información de diversas fuentes”, señala a Maldita.es María Paz García-Vera, catedrática de Psicología clínica de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). “Jamás hay que mentirles, deben conocer la verdad porque, si no, se sentirán engañados”.

Guiar con preguntas y adaptar la conversación al desarrollo del niño

Esto, por supuesto, no es una carta blanca para explicar con pelos y señales qué está sucediendo en los lugares donde se ha producido un fenómeno violento o una emergencia. Debemos tener en cuenta cuál es la información que conoce previamente el niño o niña y, en cualquier caso, adaptar el relato a la edad y su desarrollo. “Ellos absorben información, pero no saben cómo colocarla, y es ahí donde un adulto puede explicar y reconducir qué está pasando”, aconseja Aurora Gómez, psicóloga clínica, en conversación con Maldita.es.

Gómez incide en la importancia de las narrativas que se utilizan para explicar tanto esta como otras situaciones de emergencia. “Me preocupa que se enfoquen como si fuéramos personas con salud infinita, recursos infinitos y potencial infinito: la vida real no es como un videojuego”.

Por su parte y respecto a estas situaciones, Porcar opina que antes de que el niño cumpla nueve años puede ser importante mencionar estos temas: “si no, pueden entender mal muchas cosas, y esto genera miedos”. Los nueve años son precisamente el límite de edad que la experta considera apropiado para dividir el cómo se explica a los más pequeños una situación de emergencia o una catástrofe de la que se esté hablando en los medios. Sin olvidar, eso sí, que se trata de una aproximación: “No existe una regla de oro, dependerá de la edad y del desarrollo”, añade.

La experta de la UAB expone una herramienta para saber qué conversaciones puede tener una niña o niño: “Sacar las antenas”. ¿Cómo? “Con preguntas muy sencillas como ‘los mayores estamos preocupados por esto, ¿te has enterado de algo?’”. En su opinión, si el joven sabe poco o no muestra preocupación “no hay que entrar forzadamente a aumentar” el volumen de información. En caso de que sí muestre cierta inquietud “hay que recoger y ayudar a entender”.

García-Vera añade a esto que una vez el menor explica qué sabe y opine sobre la situación que se esté produciendo, hay que prestar atención a lo que le preocupa, si hay algo que ha visto y le inquieta y a cómo se siente. “Es muy importante escucharle con mucha paciencia y no interrumpirle, ya que sus preguntas son la clave para dirigir nuestras explicaciones”, continúa la experta, que recomienda guiar la conversación con preguntas como ‘¿qué has querido decir con eso?’ o ‘¿cómo te has sentido?’. 

En caso de que la niña o el niño no quiera hablar sobre el tema, “tampoco hay que obligarle ni asustarle”: “Es muy importante no bombardearles (especialmente a los más pequeños) con explicaciones que no han pedido, o con inquietudes y preocupaciones que no salen de ellos, que ellos no tienen”. 

Posibles preguntas:

  • Los mayores estamos preocupados por este tema. ¿Te has enterado de algo?

  • ¿Qué es lo que sabes?

  • ¿Cómo te sientes?

  • ¿Qué piensas de esto?

  • ¿Hay algo de este asunto que te preocupe?

Limitar la exposición a noticias 

Otra de las cuestiones que hemos planteado a las expertas desde Maldita.es es si ven o no conveniente que niñas y niños eviten o controlen en mayor medida el tiempo dedicado a ver noticias y estar pendientes de la actualidad. 

García-Vera está a favor de limitar cuanto se pueda la exposición a las imágenes de la situación, tanto en niños como adultos. “Estudios en psicología han demostrado que las imágenes en televisión tienen un gran impacto generando respuestas, incluso síntomas de estrés postraumático. No tiene sentido que los niños estén expuestos a eso todo el día”. 

A esto se le añade que la cognición de los más pequeños funciona de una manera diferente cuando están expuestos a estas imágenes. “No siempre son conscientes de lo que significa: les puede parecer lo mismo el telediario que una película”, valora. Porcar agrega que si un niño ve los mismos vídeos, imágenes y recursos ocho veces, “va a creer que ha pasado ocho veces. No va a distinguir que se trata de la misma imagen hasta que sea algo más mayor”.

A estos consejos, Gómez añade otros también aplicables a adultos: elegir medios “que no sean amarillistas”, escoger vías de información ‘controlables’ y, si es necesario, “navegar bloqueando imágenes”. 

Sobre evitar el amarillismo, la psicóloga recuerda que el morbo puede generar malas pasadas, ofrecemos una visita a una página y se ‘alimenta’ ese consumo que puede ser nocivo para otras personas. En cuanto a las vías de información, incide en que es mejor optar por un podcast o un artículo porque el espectador puede parar la emisión de manera consciente. En televisión, sin embargo, “no sabes qué imagen te va a saltar tres segundos después”.

La experta de la Unidad de Crisis de Barcelona prefiere enfocar este asunto asumiendo que “es imposible huir de la sobreinformación”. “Hay que tratar de dosificarla, pero ser conscientes de que es imposible evitarla. En algún momento, los pequeños lo verán en redes sociales, pasearán junto a un kiosco o verán la tele”. Es entonces cuando el acompañamiento de los adultos es vital, para controlar qué ven y hacerles entender qué sucede.

No solo es importante la exposición a estas imágenes, también lo es la manera que tienen los adultos de reaccionar ante ellas, delante de niñas y niños. “La interpretación que los niños hacen es la que nosotros transmitimos, por ello es fundamental no expresar e inducir miedo, comentarios que les hagan temer por su vida, y hablar de todo esto en un tono tranquilo, calmado”, destaca la catedrática. “Al fin y al cabo, ellos ven el mundo a través de nuestros ojos y, si expresamos intranquilidad, eso les genera una ansiedad que todavía no van a saber manejar”.

Contextualizar y centrarse en los relatos de ayuda mutua

Si hablamos de la situación que se está viviendo en Valencia, Gómez recomienda explicar que estas catástrofes están potenciadas por el cambio climático (al aumentar las condiciones propicias para estos fenómenos, como un océano más caliente y una atmósfera más húmeda) y que, por tanto, hay posibilidad de acción para poder reducirlos estos en el futuro. “Recordar que hay acciones concretas que pueden hacerse en familia (ir andando al cole en vez de llevarlos en coche, no comprar tantos juguetes, comer más verduras, utilizar ropa de segunda mano...) que son de gran ayuda”, a largo plazo, para reducir la emergencia climática.

La experta añade que es importante centrarse en los relatos de ayuda mutua, por ejemplo, explicando que estas grandes catástrofes “también tienen una amortiguación de los daños gracias a los actos espontáneos de solidaridad a corto plazo, y mecanismos de solidaridad social a largo plazo, como el pago de impuestos".

Transmitir calma, seguridad y cariño

Ser capaces, como adultos, de transmitir calma, seguridad y cariño es una de las claves, según nos explican las expertas. Los menores necesitan vivir en un mundo seguro a través de los ojos de los mayores. Por tanto, debemos tratar de mantener, en la medida de lo posible, una actitud de tranquilidad delante de los pequeños. Al menos, en la medida de lo posible: “Al final, las catástrofes existen y el cambio climático las está acercando a nuestro país. No podemos negar que eso es una realidad, pero tampoco podemos dar la sensación de que todos estamos a punto de perecer ahogados”, añade Porcar.

García-Vera apunta que es normal que los adultos se muestren tristes, en alerta o enfadados, “pero siempre deben tratar de expresar esas emociones de forma que se note que están bajo su control”: “Lo que no es recomendable es que los pequeños se encuentren ante padres desconsolados”. Si la situación supera a estos mayores, aconseja que los niños “hablen con una persona cercana y que esté calmada”.

Del mismo modo, es vital transmitir a los pequeños el cariño, “que se sienta querido, apoyado en sus mayores y de manera incondicional”. Una buena frase que ejemplifica esto es: “‘Podemos estar más o menos tranquilos, pero siempre vamos a poder hacer algo para ir adelante y te vamos a querer siempre’, y acompañarlo de demostraciones de afecto, con abrazos”, continúa García-Vera.

Otra manera es comentarles que, a pesar del sufrimiento que se ve en las imágenes, existe ayuda y se está haciendo todo lo posible para que las personas vulnerables de esos lugares no lo pasen mal

Mantener rutinas, hábitos y un clima de tranquilidad y control

Parte de esta tranquilidad y seguridad que se busca transmitir a los niños pasa por no alterar sus rutinas, a pesar de que ocurran cosas preocupantes y tristes en otros lugares. “Los hábitos les dan a los niños muchísima seguridad, control y les permiten ver qué está pasando y qué pasará después. Esto es fundamental”, expone García-Vera, destacando que hay que prestar especial atención a las rutinas de descanso y de alimentación.

Porcar expone este mismo consejo con ejemplos prácticos: “No debemos ceder a presiones de ruptura de la normalidad, como dormir juntos o dejar de comer judías verdes”. Estos cambios en la rutina de los pequeños, aunque se hacen con buena intención, “confirman que hay una situación excepcional y peligrosa para nosotros. La normalidad sigue y no debería romperse para los niños”. 

Todo ello, llevado con el tacto que requiere darse cuenta de que hay personas en otros lugares ‘pasándolo mal’, algo que es fruto de la empatía humana: “Si a partir de eso hay un miedo repentino de ir al lavabo, lo entendemos, pero no se puede romper esta normalidad”, apunta.

¿Qué debería hacerse si la niña o niño ha cogido miedo a algo? García-Vera reconoce que esto forma parte del desarrollo del menor y recomienda “acompañarle para ir superándolo, demostrando que los valientes no son los que no tienen miedo, sino los que, a pesar de tenerlo, lo superan”. Si la situación se vuelve insostenible, lo recomendable sería comentar esta situación con los educadores del niño.

Para niñas y niños que viven esto más de cerca

A veces, estas situaciones trastocan a la fuerza la tranquilidad y seguridad de niños y mayores con un vínculo directo con la zona afectada. Para esta situación, muchísimo más delicada, García-Vera insiste en intentar, en la medida de lo posible, “mantener un clima de calma y que los hijos no vean el miedo en los ojos de sus padres”.

Un consejo para sobrellevar esta situación es que los niños “intenten llevar señales de seguridad, como un juguete o un peluche”. Este gesto ayuda a que los pequeños estén “en un ambiente más cercano a la rutina, a la confianza” y, según la catedrática, les ayuda a visualizar que siempre tendrán una alternativa, “algo de control sobre la situación, que pueden hacer algo”. 

Esto no significa pasar por alto los miedos y preocupaciones de situaciones como esta. “Lo adecuado es normalizar esos miedos, ver que son normales, y que por eso se toman medidas para estar seguros, tranquilos y protegidos”, señala la catedrática, como consejo para transmitir calma.

¿Es una opción mentir para transmitir tranquilidad? García-Vera apunta que siempre hay que explicar la verdad adaptada a la edad y a su capacidad de comprensión, pero que podrían existir excepciones en las que fuese recomendable no contarla al completo. “Si un niño de ocho años va a pasar por una operación médica de vida o muerte, no se le debe decir que tiene un 40% de probabilidades de morir, aunque sea de lo que han informado los médicos. En este caso, lo mejor es decirle que no pasará nada, que todo saldrá bien”, explica la experta. 

Ahora bien, añade un ejemplo de un caso distinto: “Si estamos ante un aviso de que nuestra casa se puede venir abajo, hay que contárselo; explicarle que, de seguir en ese lugar, el derrumbe podría hacernos daño y que lo mejor es preparar una mochila con las cosas más importantes. También que confiamos en él o en ella, que sabemos que puede hacerlo, y animarles”. 

Es obvio que no todas las personas adultas son capaces de mantener este nivel de tranquilidad en una situación como la actual, pero es importante que al menos “se sepa que esto es una vía adecuada” y que se sea consciente de que “generar ansiedad y miedo a los niños solo les bloquea”, concluye.

Una oportunidad para explicar la solidaridad, la diplomacia y la ayuda humanitaria

Gómez destaca que la preocupación que se genera en estos momentos (en adultos y niños) pueden transformarse en una oportunidad para mostrar solidaridad. “La ansiedad es una emoción preparatoria y la tenemos que entender" para pasar a la acción y hacer cosas que están en nuestra mano, como puede ser “ayudar en la acogida de personas que lo necesiten y mostrar nuestro apoyo en concentraciones y protestas”, opina.

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