“Si las relaciones ocurren muy cerca al día de la ovulación, hay más probabilidades de tener un varón [...] Si ocurren tres días antes de la ovulación, la probabilidad de tener una niña es mayor”. Esto es lo que afirma un vídeo que circula por Instagram con supuestos consejos para poder escoger el sexo de un bebé en el momento de su concepción. Sin embargo, no hay evidencias de que programar la relación sexual en función del momento del ciclo menstrual permita ‘tomar esta decisión’.
Marta Ballester, bióloga responsable del Laboratorio de Andrología de Dexeus Mujer, explica a Maldita.es que se trata de una teoría popular basada en una idea que es cierta: que el cromosoma sexual que porta el espermatozoide que fecunda el óvulo determina el sexo del bebé. Pero el cómo o el cuándo se mantengan relaciones sexuales no interfiere en cuál será el espermatozoide que lo haga.
“La evidencia científica es insuficiente y no concluyente. Programar el momento de la relación para concebir un bebé del sexo deseado no resulta una estrategia fiable, según los datos disponibles”, asegura.
No hay evidencias de que las condiciones en las que ocurran las relaciones sexuales interfieran en el sexo del futuro bebé
Según el vídeo que circula en Instagram, programar el momento concreto de las relaciones sexuales en función del ciclo menstrual interferiría en la posibilidad de que el bebé fuese niño o niña. Sin embargo, no hay evidencias científicas que señalen o demuestren que esto sea así.
Este tipo de propuestas no es nuevo: existen teorías que llevan años sosteniendo afirmaciones parecidas. Es el caso, por ejemplo, del método Shettles, propuesto en los años 60. Según este, los espermatozoides tienen diferencias clave en función de si portan un cromosoma X o un cromosoma Y. Estas diferencias, como la velocidad o la capacidad de supervivencia en la vagina, supondrían que ciertos factores en las relaciones sexuales “beneficiasen” o “perjudicasen” a uno u otro.
De ahí la propuesta de este método (sobre el que no hay evidencias): que existan momentos concretos en el ciclo menstrual, como afirma el vídeo, así como posturas o niveles de pH en los fluidos que determinarán cuál será el ‘tipo’ de espermatozoide (con cromosoma X o Y) que consiga llegar primero al óvulo y, con ello, ‘sentencie’ el sexo del futuro bebé.
Sobre este método, un estudio de 2016 publicado en la revista Frontiers in Public Health concluía que no existen evidencias que sostengan que el cómo o el cuándo se mantengan relaciones sexuales tengan vínculo directo con el sexo del bebé.
Otra investigación en Frontiers, esta vez de 2020, añadía que no hay diferencias apreciables entre los espermatozoides en función del cromosoma que porten y que, de haberlas, serían muy pequeñas: “la ambigüedad en los hallazgos existentes podría deberse al uso de métodos no específicos o menos específicos para distinguir entre espermatozoides X e Y.”, concluían los autores.
La elección de sexo en reproducción asistida es posible, pero no es legal en España salvo por motivos médicos
Para prevenir la transmisión de enfermedades por alteraciones genéticas y de cromosomas, hay casos de fecundación in vitro en los que se realiza un análisis genético de los embriones (PGT-A). De esta forma, se seleccionan un óvulo y un espermatozoide “sanos”.
Por definición, esta técnica también permite conocer si un espermatozoide porta un cromosoma X o Y, información a través de la que sería posible “escoger” el sexo del futuro bebé. Sin embargo, salvo por cuestiones médicas (por ejemplo, hemofilia, distrofias musculares o el síndrome X frágil), esta selección está prohibida en España.
“Debemos tener en cuenta que la Ley de Reproduccion Asistida (Ley 14/2006) en España considera infracción muy grave la selección de sexo sin indicación, con una sanción que puede ir desde los 10.001 euros hasta un millón”, explicaba a Science Media Centre España Antonio Urries, director de la Unidad de Reproducción Asistida del Hospital Quirónsalud de Zaragoza y presidente de la Asociación para el Estudio de la Biología de la Reproducción (ASEBIR).
Añadía que es justo en ese concepto de “indicación” donde radica la limitación: “La voluntad, por parte de una mujer o pareja, de tener un hijo de uno u otro sexo no puede considerarse una indicación médica”.