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Moscas, macacos y ratones: animales que viajaron al espacio más allá de la perra Laika

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Cada 3 de noviembre se conmemora el aniversario del viaje de Laika, la primera perra que consiguió volar al espacio a bordo de la nave soviética Sputnik 2 en 1957. Esta gesta convirtió a Laika en el primer ser vivo en orbitar la Tierra, cuatro años antes de que Yuri Gagarin se convirtiera en el primer humano en hacer lo mismo a bordo de la Vostok 1 soviética en 1961.

Ocasionalmente, se indica que Laika fue la primera criatura terrestre en volar al espacio, lo cual es un error. Si contamos las misiones en las que se incluían animales de manera intencionada —por lo que descartamos materia orgánica residual que quedaba en vehículos enviados al espacio—, los primeros terrícolas en superar la frontera de los 100 kilómetros fueron moscas de la fruta (Drosophila melanogaster). Estos insectos volaron en 1947 en un misil V-2 diseñado por la Alemania nazi y capturado por Estados Unidos. 

Así, estos experimentos de vuelos espaciales podían hacerse con un lanzamiento de un misil que alcanzaba una altitud espacial (superior a los 100 kilómetros) para, después, regresar a la Tierra; o colocándolos en órbita, esto es, a una altura (a partir de 200 kilómetros, normalmente) y una velocidad suficiente que le permita estacionarse alrededor del planeta durante al menos una vuelta completa. Laika fue el primer ser vivo en lograr orbitar la Tierra, pero las moscas fueron las primeras en volar al espacio.

El objetivo de esta prueba era conocer cómo afectaba la radiación cósmica a la materia orgánica a gran altitud, específicamente para ver si el genoma de los animales mostraba daños o mutaciones importantes. Las moscas, que se eligieron por su similitud con el genoma humano (y que se usan en la actualidad como modelo animal para experimentos de genética), regresaron en una cápsula del V-2 en paracaídas a la Tierra vivas y en aparente buen estado de salud, lo que abrió la puerta a más investigaciones espaciales con animales.

El macaco Albert II, el primer primate espacial

Tras el éxito de la prueba con moscas, los siguientes animales que intentaron superar la frontera espacial fueron los primates. El objetivo de estos lanzamientos era monitorizar las constantes vitales para inferir el impacto biológico que tendrían los vuelos espaciales en los seres humanos. 

El primer primate que alcanzó el espacio fue Albert II, un macaco Rhesus que voló en un V-2 en 1949. Su nave alcanzó los 134 kilómetros de altitud y, aunque falleció en el impacto de vuelta a la Tierra tras fallar el mecanismo del paracaídas, se pudieron recoger datos respiratorios y cardiológicos durante su viaje. 

Pero si Albert II fue el primer primate espacial, ¿hubo un Albert I? Sí, era otro macaco de la misma especie que también voló en un V-2 en 1948 pero no logró alcanzar una altitud mínima para que su viaje se considerara espacial (a partir de los 100 km, este llegó a los 62,3 kilómetros) y falleció por asfixia. También hubo un Albert III, un macaco cangrejero que falleció cuando el V-2 explotó a 10,7 km de altura; y un Albert IV, el último macaco Rhesus que voló en un V-2, alcanzó los 130,6 kilómetros y falleció también por fallo del paracaídas. 

Además de los macacos que viajaron en los V-2, en 1950 se logró lanzar el primer ratón al espacio, alcanzando los 137 kilómetros de altitud. Este fue el primer animal que voló sin anestesia desde el despegue —ya que todos los primates comenzaban sedados su travesía — y se le tomaron varias fotografías durante el viaje para observar las reacciones de un ser vivo en diferentes momentos del vuelo. No logró sobrevivir al desintegrarse la cápsula en la que viajaba y fallar el paracaídas.

Los primeros animales que sobrevivieron vuelos espaciales

Hubo que esperar hasta julio de 1951 para ver completar un viaje espacial que devolviera a todos sus tripulantes animales sanos y salvos de vuelta a la Tierra. Así, el R-1 IIIA, un misil fabricado por la Unión Soviética y basado en el V-2, logró lanzar a una altitud de 101 kilómetros a Dezik y Tsygan, dos perros que se convertirían en los primeros animales que sobrevivieron a un vuelo espacial. 

En septiembre de ese mismo año, Estados Unidos lanzó una cápsula con un mono llamado Yorick y 11 ratones que, si bien no lograron superar los 100 kilómetros de altura (se quedó en 72 km), fue el primer vuelo en el que la mayoría de tripulantes pudieron regresar a la Tierra a salvo: nueve roedores y el primate sobrevivieron, aunque este último acabaría falleciendo después de que su cápsula se sobrecalentara mientras esperaba a que fuera recuperada en Nuevo México. No fue hasta 1959 cuando el país americano pudo lanzar a los primeros primates que superaban la frontera del espacio y regresaban a casa vivos: el macaco Able y el mono ardilla Baker, quienes alcanzaron los 483 kilómetros de altitud en un cohete Júpiter.

Es en esta época cuando el programa soviético logró la hazaña que se conmemora en este día: lanzar a Laika, el primer ser vivo en orbitar la Tierra, en 1957. Lamentablemente, la misión no estaba diseñada para que la perra regresara viva al planeta, ya que tan solo se quería observar si un animal era capaz de sobrevivir al lanzamiento y recorrido orbital.

Hasta la fecha y que se tenga conocimiento con documentos oficiales, un total de 32 primates han volado por encima de los 100 kilómetros en los programas de Estados Unidos, Unión Soviética, Francia, China e Irán. Por su parte, el proyecto espacial soviético, aunque también empleó a monos y chimpancés, prefirió darle prioridad a los perros callejeros —como la propia Laika— por su resistencia al frío extremo.

Tortugas, gatos, arañas y peces, los otros visitantes del espacio

Perros, monos y humanos han sido los animales que más han destacado en la carrera espacial, pero no los únicos. Tortugas, arañas, conejos, gatos, peces, insectos, tardígrados y otras especies han tenido el privilegio de ser tripulantes de vuelos que superen los 100 kilómetros de altitud.

Antes de que Armstrong, Aldrin y Collings fuesen los primeros humanos en llegar a la Luna en la misión Apollo 11, la misión Zond 5 soviética ya había logrado llevar en 1968 a dos tortugas, larvas de moscas de la fruta y plantas hasta el satélite terrestre. Estos fueron los primeros habitantes de nuestro planeta que lograron rodear la Luna. La carga biológica regresó con éxito a la tierra y sus tripulantes fueron recuperados con vida.

El programa francés, por otro lado, logró enviar en 1963 a Félicette, la primera gata que consiguió viajar al espacio. El objetivo de este programa era examinar cómo afectaba la ingravidez del vuelo al cerebro de un animal. El felino regresó a la Tierra sano y salvo.

Otros animales que han contribuido a la exploración del espacio fueron las arañas Arabella y Anita (misión Skylab 3, con Arabella construyendo la primera red de araña en el espacio), los peces Guppy de la misión Saliut 5, las medusas que la NASA envió al espacio en los años 90 o las cobayas de las misiones de China en los 90.

Los tardígrados: los primeros animales en sobrevivir en el espacio abierto y sin protección

Un capítulo destacado en las hazañas espaciales de los animales lo protagonizan los tardígrados (también llamados osos de agua), unas criaturas invertebradas y microscópicas con gran capacidad de supervivencia en condiciones extremas: en temperaturas cercanas al cero absoluto y por encima del punto de ebullición, sin alimentarse durante años, a presiones superiores a 6.000 atmósferas e, incluso, en el espacio exterior y todos sus peligros (falta de oxígeno, exposición a la radiación cósmica y solar, frío extremo e microgravidez).

Así, la misión Fotón de la Agencia Espacial Europea y su homóloga rusa probaron en 2007 que estos seres fueron capaces de sobrevivir hasta 10 días en el espacio sin ninguna protección salvo su envoltura natural. Este experimento les colocó como el primer ser vivo capaz de sobrevivir en el espacio abierto y únicamente con protección natural.

El artículo científico que desglosa la investigación que se hizo con estos tardígrados recoge que la mayoría de los especímenes sobrevivieron sin problemas "a niveles mortales de radiación solar, 1.000 veces superiores a los que recibe la superficie terrestre" e incluso pudieron reproducirse sin complicaciones después de su paseo espacial.


Primera fecha de publicación de este artículo: 03/11/2021

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