Cuando empieza el otoño en España, las lluvias regresan tras el parón veraniego y se prepara el inicio del nuevo año hidrológico, que comienza cada 1 de octubre. Por este motivo, la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) da a conocer el balance climático del verano y explica la predicción para la estación que comienza.
En el balance de 2021, la Agencia ha destacado los cambios en los patrones de lluvias en España: llueve menos días al año pero con más intensidad, y se dan episodios cada vez más frecuentes e intensos de lluvias torrenciales. Además, el año hidrológico 2021-2022 es el tercero más seco desde 1961 y España en su conjunto estaba en situación de sequía meteorológica a finales de septiembre de 2022. Todas las cuencas de acumulación de la península (unidades territoriales de la AEMET similares a las cuencas hidrográficas) salvo la del Júcar y el Segura lo están. ¿Es posible que coincidan estas dos situaciones: lluvias torrenciales y sequía meteorológica?
En primer lugar, debemos definir que las lluvias torrenciales son un tipo de precipitaciones que ocurren con gran intensidad y en una zona geográfica muy localizada. Los criterios de la AEMET para definir una precipitación súbita torrencial es que el episodio “haya durado menos de 3 horas, pero al menos 30 minutos, y haya abarcado una extensión inferior a 50 kilómetros cuadrados; y que se hayan alcanzado los 60 litros por metro cuadrado acumulados en una hora en algún punto de esta área”. Estas precipitaciones, además, pueden provocar inundaciones repentinas.
Por otro lado el portavoz de la AEMET, Rubén del Campo, explica a Maldita.es que una sequía meteorológica es un tipo de sequía que se produce cuando, durante un tiempo prolongado, llueve menos de lo habitual en una zona. Aunque hay varias escalas temporales para caracterizar una sequía meteorológica, lo habitual es considerarla a partir de un año o más “ya que tiene repercusión en las reservas hídricas”, tanto embalses como acuíferos y reservas subterráneas.
Pero las precipitaciones torrenciales tienen características que no ayudan a recargar estas reservas de agua. Del Campo explica: “Por un lado, arrojan grandes cantidades de precipitación, pero en muy poco tiempo y por ello la escorrentía (agua que corre libremente por la superficie) es grande, impidiendo la recarga de acuíferos y reservas. Por otro, muchos de estos episodios dejan inundaciones con grandes daños, pero las áreas afectadas suelen ser relativamente pequeñas y no tienen por qué coincidir con zonas con cursos de agua que vayan a parar a embalses”.
Las lluvias torrenciales no llenan los embalses
Julia Martínez, directora técnica de la Fundación Nueva Cultura del Agua, explica a Maldita.es que, aunque cuando se dan lluvias persistentes de borrascas de gran tamaño los embalses pueden subir de nivel, “no existe una relación directa entre precipitaciones torrenciales y llenado de los embalses”.
Martínez también apunta a que las precipitaciones torrenciales que provocan las inundaciones “no movilizan grandes lluvias en cantidad”. “Aunque parezca que ha caído un gran volumen de agua, la cantidad total no es tan elevada”. A esto añade que este tipo de lluvias descargan en las partes media y baja de una cuenca hidrográfica, “aguas abajo (y por tanto, alejadas) de los principales embalses”. Esta situación se da especialmente en el levante español, donde coinciden este tipo de lluvias con fases de sequía prolongadas (junto con el sur y noreste de la península).
Benito Fuentes, meteorólogo de la AEMET, detalla a Maldita.es que gran parte de las lluvias de las regiones mediterráneas ocurren en otoño. A esto se suma que en esta área las precipitaciones son convectivas (generadas por corrientes que se elevan gracias al aire húmedo), de intensidad fuerte y muy localizadas. “Son trombas o chaparrones muy localizados que, depende de donde caiga, puede tener la suerte de que toque el embalse”.
En otras áreas de la península ibérica esta situación es diferente: “en la fachada cantábrica se dan lluvias con una mayor extensión y menor intensidad que en el Mediterráneo, mientras que en el Atlántico depende en gran medida de los frentes (la frontera entre masas de aire frío que avanzan y que van desplazando a su paso el aire más cálido)”.
¿Cómo tiene que llover para aliviar o solucionar la sequía meteorológica?
Para que las cuencas hidrográficas logren salir de su situación de sequía meteorológica, el portavoz de la Agencia detalla que son necesarios “episodios de precipitaciones generalizados y continuados”. Menciona como ejemplo lo ocurrido en las navidades de 1995, “cuando sucesivos temporales pusieron fin a una prolongada sequía que abarcó buena parte de la primera mitad de los 90”.
“Estos episodios de lluvias abundantes (pero no torrenciales), generalizadas y continuadas en el tiempo tienen lugar cuando la península es ‘visitada’ por sucesivas borrascas atlánticas cargadas de humedad que entran por el oeste o suroeste de nuestro territorio”, especifica Del Campo. Lamentablemente, no siempre estas precipitaciones alcanzan la vertiente mediterránea, más expuesta a la sequía meteorológica.
Primera fecha de publicación de este artículo: 01/10/2021