Si, cual paellera con socarrat, eres de los que se frota en la ducha como si quisiese sacarse brillo, malas noticias: la esponja no es el utensilio más recomendable para lavar tu piel (y mucho menos si la guardas en la ducha o cerca de ella y si te la restriegas como si no hubiera mañana). Según los expertos y la evidencia científica al respecto, mejor enjabonarnos con la mano. Así evitaremos la proliferación de bacterias, que crecen a sus anchas en el objeto gracias a la temperatura y la humedad, y la excesiva exfoliación de nuestra piel.
Paloma Borregón, dermatóloga miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) y directora médica de Clínica Kalosia, afirma a Maldita.es que es mejor “ducharse sin esponja” por dos razones: “La primera es que arrastra la capa más protectora de lípidos de la piel, por lo que deja más sensible; la segunda, que acumula hongos y bacterias (por lo que, de usarse, se deben lavar con frecuencia)”.
“No hay que usar esponja, con las manos es más que suficiente”, coincide en su cuenta de Instagram la dermatóloga Ana Molina. “Las esponjas no sirven más que para acumular porquería y para hacer espuma, porque inyectan aire al agua y al jabón. Todos los que tengáis esponjas por casa, deshaceos de ellas”, añade.
El primer motivo para hacerlo, como hacen referencia ambas expertas, es que las esponjas son el entorno perfecto para la multiplicación de bacterias, gracias a las condiciones de temperatura y humedad que se dan en la ducha y sus alrededores. Existen estudios que demuestran que un tipo de esponjas, las de lufa, que se obtienen de una enredadera perteneciente a la familia de las cucurbitáceas con el mismo nombre y originaria de Asia, son el caldo de cultivo perfecto para el desarrollo de estos microorganismos. “Nuestros datos muestran una mejora del crecimiento [...] para numerosas bacterias gramnegativas (Pseudomonas, Xanthomonas y KlebsieUa) y grampositivas (Enterococcus y Streptococcus del grupo B) especies de origen humano y ambiental”, señalan los autores.
Por lo tanto, concluyen que tanto este tipo de esponja como otros exfoliantes “pueden servir como reservorio y vehículo de transmisión de especies potencialmente patógenas para la piel humana”.
En palabras de Molina, también es recomendable que nos olvidemos de guantes de crin y esponjas exfoliantes. “El uso de esponjas o cepillos exfoliantes pueden irritar la piel y favorecer infecciones cutáneas, al ser (como decíamos) nichos para la proliferación de bacterias”, explicaba en Las Provincias Javier del Boz, dermatólogo del Hospital Costa del Sol de Marbella y vicepresidente de la sección andaluza de la AEDV. Esta advertencia es especialmente importante para los pacientes “atópicos o con predisposición a las infecciones cutáneas”.
“La mano es maravillosa, nos podemos limpiar con ella incluso axilas y genitales”, señala Molina y añade que “no hay que enjabonar el cuerpo a diario” y mucho menos ‘sacarse brillo’: por norma general, “estamos limpios, no nos hemos revolcado por el barro”. Si no puedes prescindir de ella, mejor decantarse por una suave y guardarla en un lugar seco y alejado de la ducha.