En abril de 2022, la Agencia de Seguridad Sanitaria de Reino Unido (UKHSA, por sus siglas en inglés) emitió una alerta tras detectar un aumento inusual de casos de hepatitis en población infantil. La hepatitis es una enfermedad que causa daño e inflamación al hígado, normalmente causados por diferentes virus (A, B, C, D y E). Sin embargo, en los casos reportados no se identificaron ninguno de estos agentes patógenos, por lo que se considera que es una hepatitis de origen desconocido.
El Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés), los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) también emitieron una alerta sanitaria sobre esta enfermedad. En mayo de 2022, se habían detectado casos de hepatitis infantil de origen desconocido en Reino Unido, algunos países de Europa (entre ellos, España), Estados Unidos, Canadá, Argentina, Brasil, Costa Rica, Indonesia, Israel, Japón, Panamá, Palestina, Serbia, Singapur y Corea del Sur.
Qué ha cambiado desde mayo de 2022
Meses después de la alerta de mayo, las organizaciones sanitarias implicadas han dejado de hacer una vigilancia concreta de esta enfermedad. El ECDC y la oficina regional europea de la OMS apuntaron en el boletín semanal del 10 de diciembre que la tendencia de casos se ha mantenido estable a lo largo de la alerta y que la incidencia de este tipo de hepatitis es “baja”, con menos de 10 casos reportados al mes desde octubre de 2022. Por estos motivos, ambas organizaciones han dejado temporalmente de realizar un reporte rutinario sobre estos casos. El ECDC seguirá monitorizando esta hepatitis y “hará nuevos reportes si la situación epidemiológica cambiase”.
Por su parte, el Ministerio de Sanidad de España publicó el pasado 28 de diciembre un informe final sobre esta hepatitis. Al igual que ECDC, afirman que las tendencias de casos “se han mantenido estables, sin observarse ningún aumento u otro evento relevante en relación con esta alerta” A esto se le suma que no se han encontrado causas comunes para esta enfermedad ni un aumento de casos por encima de lo esperado respecto a años anteriores. “Por estos motivos, a partir de este momento no se realizará más vigilancia rutinaria de estos casos”, zanja.
Además de esto, Sanidad apuntó que de abril hasta diciembre se detectaron 61 casos asociados a esta alerta, 49 de ellos con edad igual o menor a diez años y sin que hubiera casos con vínculo epidemiológico (situaciones similares que podrían apuntar a un origen común de la enfermedad).
En qué consiste esta hepatitis
El ECDC describe estos casos como una hepatitis aguda y grave con transaminasas marcadamente elevadas (unas enzimas que se encuentran en las células de diferentes tejidos de órganos como el hígado, corazón, riñones, cerebro, páncreas, etc.), que a menudo se presenta con ictericia (coloración amarilla de la piel). A veces, antes se presentan síntomas gastrointestinales como vómitos y puede ocurrir en menores de 16 años. Si un paciente cumple todas estas características, dice el ECDC, “se anima al médico a notificar a su instituto nacional de salud pública”.
A pesar de que la descripción clínica llega hasta los 16 años, la gran mayoría de pacientes tienen menos de 6 años. Según el balance del ECDC, a 28 de abril se reportaron 450 casos de hepatitis infantil de origen desconocido. El informe de la OMS a 21 de abril recogió 169 contagios, de los que 17 pacientes necesitaron un trasplante de hígado y al menos uno de ellos falleció.
Hipótesis descartadas: virus identificado de hepatitis, vacuna contra la COVID-19 y dietas y hábitos comunes
Los profesionales de la salud pública trabajan para saber qué es lo que causa estas hepatitis y cruzan datos de pacientes que den pistas sobre la enfermedad. Dado que en ninguna de las muestras se ha detectado rastro alguno de los virus que habitualmente causan la enfermedad, se ha descartado la hipótesis de que estos hayan podido ser el origen.
Otra de las primeras hipótesis descartadas es que estos casos de hepatitis fueran un efecto secundario de las vacunas contra la COVID-19, ya que cuando la UKHSA lanzó la primera alerta sanitaria, ninguno de los pacientes había recibido una dosis de esta vacuna. En Reino Unido, al igual que en España, sólo es posible administrar una dosis contra la COVID-19 a la población que tenga cinco o más años, ya que no se ha aprobado esta vacuna a población más joven. El ECDC, la OMS y la UKHSA han rechazado explícitamente esta hipótesis en sus informes sobre esta hepatitis.
En Maldita.es ya desmentimos el supuesto vínculo entre estos casos de hepatitis y la vacuna contra la infección por SARS-CoV-2. El contenido interpretaba y mencionaba sin base científica una noticia de la Agencia de Seguridad Sanitaria de Reino Unido, un estudio de farmacocinética (que estudia qué pasa con un fármaco cuando entra en el organismo, desde el momento en el que es administrado hasta que se elimina) en ratones de laboratorio y un artículo sobre cómo afecta la vacuna de Pfizer a células hepáticas humanas in vitro.
Por otro lado, el ECDC no encontró comidas, bebidas o hábitos personales que sean comunes entre los casos, basándose en la información que han recopilado de cuestionarios de pacientes. La OMS, por su parte, tampoco consideró que los viajes internacionales o los vínculos con otros países sean factores determinantes de esta enfermedad.
Hipótesis que se estudian: infección de adenovirus, de otro patógeno, una toxina o cofactor
El primer resumen técnico de la UKHSA sobre esta hepatitis, fechado a 25 de abril de 2022, expone algunos datos que se conoce sobre esta enfermedad, sus pacientes y las hipótesis que ahora mismo se contemplan como causa de los casos de hepatitis.
Estas son, de mayor a menor relevancia según la información disponible, las hipótesis que se valoran en el segundo resumen técnico:
- Una infección de adenovirus. Esta infección podría: causar una respuesta inmune en la que este adenovirus evolucione con más frecuencia hacia la hepatitis por falta de exposición durante la pandemia; ser una ola de infecciones por adenovirus inusualmente grande; una respuesta inmune anormal por una infección previa de SARS-CoV-2 u otra infección; una respuesta inmune anormal por una toxina, fármaco o exposición ambiental.
- Una nueva variante de adenovirus, con o sin las contribuciones mencionadas en el punto 1.
- Un nuevo síndrome tras la infección de SARS-CoV-2.
- Un fármaco, toxina o exposición ambiental.
- Un nuevo patógeno que actúa en solitario o como coinfección
- Una nueva variante del SARS-CoV-2.
El listado se basa en los tests que se realizan a los pacientes de esta hepatitis, aunque no se hacen las mismas pruebas en todos los casos. Desde el pasado 8 de abril la UKHSA recomienda una serie de análisis médicos, como PCR de varios patógenos, toxicológicos, serológicos y de cultivo de bacterias. En el gráfico de abajo se pueden ver las diferentes pruebas efectuadas para los casos ingresados en Inglaterra.
De esta información se extrae que el adenovirus (más concretamente, el tipo 41F) es el patógeno más común, al haberse detectado en 40 de estos 53 casos.
Según explica en The Conversation Ignacio López-Goñi, catedrático de Microbiología en la Universidad de Navarra, existen casos muy excepcionales en los que los adenovirus pueden causar una hepatitis en pacientes con el sistema inmunitario comprometido. Esta revisión científica publicada en 2013 explora 89 casos de hepatitis por infección de adenovirus en pacientes inmunodeprimidos, ya sea por recibir un trasplante de médula, de hígado, quimioterapia, tener VIH o algún problema inmunitario.
Otra posibilidad, apunta López-Goñi, “es que fuera un adenovirus común, pero ahora tuviera un impacto más grave en niños con un sistema inmunitario más debilitado por la falta de exposición a otros patógenos debido al confinamiento y otras medidas durante la pandemia”. Esto es un cofactor: una infección de adenovirus a lo que se le suma ser más susceptible a enfermedades por tener las defensas ‘desentrenadas’. En este artículo de Maldita.es os explicamos por qué una exposición a patógenos en niños puede ser beneficiosa para su sistema inmunitario, especialmente cuando empiezan a acudir a la escuela.
El virus que causa la COVID-19 también se sigue de cerca. Aunque no haya una presencia mayoritaria de SARS-CoV-2 en los casos, no se descarta que una infección anterior de coronavirus pueda ser otro cofactor en estas hepatitis. El ‘problema’ con este virus, según la UKHSA, es que interpretar sus datos es difícil por “la prevalencia acumulada (número de personas que tienen y han tenido una enfermedad) en la población”. De igual modo, tampoco se descarta que sea una nueva variante del SARS-CoV-2, aunque no hay evidencias de ello y es de las hipótesis más débiles.
Este artículo se irá actualizando con los nuevos datos que vayamos conociendo.
Primera actualización: 27 de abril de 2022.
* Segunda actualización: 29 de abril de 2022, con el informe del Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) y el Ministerio de Sanidad.
** Tercera actualización: 18 de mayo de 2022, con una actualización epidemiológica del ECDC y el segundo resumen técnico de la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios de Reino Unido (MHRA, por sus siglas en inglés).
*** Cuarta actualización: 3 de enero de 2023, con el cese de reportes y vigilancia concreta del ECDC, la oficina regional europea de la OMS y del Ministerio de Sanidad. Actualización de pruebas patógenos realizadas en casos de Reino Unido.
Primera fecha de publicación de este artículo: 27/04/2022