¡Buenos días, malditas y malditos! Siguiendo la tradición de cada viernes y para solucionar todo aquello que os trae de cabeza, llega una nueva entrega de nuestro consultorio científico. ¿Que qué son tics complejos? ¿Es verdad que las niñas dejan de crecer tras la primera regla?
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¿Es verdad que las niñas dejan de crecer cuando tienen la regla?
Tras la pregunta que resolvimos hace unas semanas sobre si las posturas invertidas (en las que el corazón se queda por encima de la cabeza, como hacer el pino) suponen un riesgo durante la menstruación, ahora nos consultáis qué sabe la evidencia científica sobre si es cierto que las niñas dejan de crecer tras su primera regla. Respondiendo resumidamente: sí, existe una relación entre los estrógenos (una de las hormonas del ciclo menstrual) y el desarrollo esquelético.
Según explica a Maldita.es Xusa Sanz, enfermera experta en salud menstrual, los estrógenos están implicados en el remodelado óseo, es decir, el proceso encargado de reestructurar los huesos del cuerpo. Con la primera regla, los cartílagos del crecimiento se ‘cierran’: “De hecho, se usan las radiografías de la muñeca para determinar si la niña va a menstruar en breve o no”, completa la experta.
Estos cartílagos de crecimiento (también llamados de conjunción) son una de las formas que tienen los huesos de crecer. Con la edad se van endureciendo y convirtiéndose en hueso sólido, detalla un artículo del Hospital Sant Joan de Déu. Una vez que el cartílago se cierra, el hueso deja de crecer.
Así, los estrógenos tienen un efecto doble sobre los huesos, tanto de hombres como mujeres (ya que todos producimos esta hormona de manera natural). Según explica un artículo científico publicado en la revista Medicina Oral, Patología Oral y Cirugía Bucal, por un lado, favorecen la formación ósea al aumentar el número y función de los osteoblastos, las células de los huesos involucradas en su desarrollo y crecimiento; por otro, disminuyen la reabsorción de estas células.
“Los estrógenos son hormonas de maduración, aunque se les llame sexuales, y cuando están presentes es porque se ha llegado a una madurez sexual”, apunta Sanz.
Por su parte, la ginecóloga y maldita que nos ha prestado sus superpoderes Amèlia Acera explica que existe una relación directa entre la menarquia (así se llama a la primera regla) y la estatura final alcanzada: “Las mujeres que menstrúan más jóvenes alcanzan estaturas inferiores”.
Precisamente un estudio científico publicado en 2022 investigó cuál era la relación entre la edad de la primera regla de 1.257 mujeres y su estatura. Entre sus conclusiones, destacan que las mujeres que tuvieron una menarquia temprana eran las más bajas de las encuestadas mientras que las más tardías eran las más altas.
¿Por qué al leer o pronunciar una palabra muchas veces la encontramos extraña, absurda y sin significado?
Escoge una palabra, cualquiera de la que sepas su definición y en tu idioma materno (por ejemplo: maldita). Ahora repítela muchísimas veces, en voz alta y hasta que te hartes de este experimento. Lo más seguro es que acabes encontrándola absurda e incluso te sientas raro al pronunciarla, como si fuera una cadena de sonidos repetidos sin sentido. Puede que incluso te cuestiones qué significa exactamente ‘maldita’ y acabe perdiendo sentido de a qué define. ¿Qué es este fenómeno y por qué sucede? Te presentamos el concepto de saciedad semántica.
Según explica el psicolingüista Johannes Gerwien en la revista Investigación y Ciencia y en Spektrum.de, “a cada palabra le corresponden dos tipos de información en nuestro cerebro: significado y forma. Esta última consta de grafía (forma escrita, ‘maldita’) y de sonido, es decir, de la sucesión de fonemas y sílabas y de su entonación correcta (/mal/, /di/ y /ta/)”.
Así, almacenamos para cada palabra la relación específica entre significado y forma, lo que nos permite descifrar qué quiere decir alguien cuando articula una palabra concreta: si escuchamos ‘maldita’ recogemos que puede ser la definición en el diccionario o el medio de comunicación. Esto también ocurre cuando nosotros mismos somos los que pronunciamos esta palabra y nos escuchamos, pero también puede pasar sin que nuestra cabeza tenga que consultar en su diccionario personal y se limite únicamente a mover los músculos necesarios para pronunciar la palabra ‘maldita’.
Así, Gerwien destaca que si una palabra se repite con demasiada frecuencia, “los grupos de neuronas que almacenan el significado del vocabulario se sobreestimulan: la parte del significado se vuelve ‘sorda’, por así decirlo, y no se activa por el sonido”. Esto acaba causando que una palabra acabe por resultar extraña y sin sentido después de repetirla muchas veces.
Como curiosidad final, los psicolingüistas han planteado diferentes aplicaciones que podría tener la saciedad semántica: para el tratamiento de fobias, para personas con tartamudez que sufren de miedo escénico o para entender cómo funcionan los procesos mentales en personas capaces de hablar varios idiomas.
¿Es cierto que los armadillos se reproducen con camadas genéticamente iguales?
Las probabilidades de tener bebés gemelos idénticos (o monocigóticos) de forma natural son de entre tres y cuatro por cada 1.000 partos. Si eres humano, claro. Porque si resulta que eres un armadillo con capacidad de entender este texto, tus hermanos de camada son gemelos idénticos a ti, sí o sí, sin números ni probabilidades de por medio.
El armadillo de nueve bandas (Dasypus novemcinctus) se reproduce en camadas formadas por cuatrillizos (ocasionalmente otro número de gemelos como cinco). Es decir, por cada cigoto fecundado surgen cuatro embriones genéticamente idénticos. En cambio, el armadillo de nariz larga del sur (Dasypus hybridus) tiene octillizos: ocho crías idénticas habitualmente (aunque pueden ser hasta 12 descendientes genéticamente idénticos).
El cachicamo sabanero (Dasypus sabanicola) también suele tener cuatro crías idénticas mientras que el armadillo de nariz grande (Dasypus kappleri) normalmente gesta gemelos. En el resto de especies de armadillo no está claro si sus cachorros son genéticamente iguales, es decir, si se reproducen por poliembrionía: la formación de embriones idénticos a partir de un único cigoto.
¿Qué son los tics complejos y en qué se diferencian de los simples?
Una de las preguntas que nos habéis enviado es qué son los tics complejos y qué diferencias existen entre estos y los tics simples (no solo en los ojos, sobre los que ya hablamos, sino también en el resto del cuerpo). En general, son movimientos o sonidos relativamente rápidos, intermitentes y arrítmicos, y se caracterizan por causar a la persona que los padece una necesidad imperiosa de realizarlos. Intentar reprimirlos puede generar una ‘tensión interior’ que desaparecerá, seguida de una sensación de alivio, una vez se da el tic. La diferencia entre los simples y los complejos es el número de músculos involucrados o la cantidad de sonidos pronunciados.
Existen varias clasificaciones de los distintos tipos de tics, en función de cuál de sus características se tenga en cuenta como el tipo de movimiento, su etiología o causa o si son motores (movimientos) o fónicos (sonidos). Una de las más comunes, precisamente por la que nos habéis preguntado (simples vs. complejos), tiene en cuenta el número de músculos implicados en este gesto involuntario.
Si el tic solo afecta a un músculo o a un grupo muscular o consta de sonidos aislados, se conoce como tic simple (parpadeos, movimientos de las cejas, ojos, nariz, lengua, boca, cuello o gruñir, carraspear, toser…).
Es cuando ocurre lo contrario, cuando incluye varios de ellos, cuando hablamos de tics complejos. Si son motores, se trata de movimientos coordinados que semejan gestos o actos motores normales, pero inadecuados por el momento en que se realizan. Si son fónicos, comprenderán palabras o frases con o sin sentido o significado lingüístico.
Algunos ejemplos de tics motores complejos, como señala la Sociedad Española de Neurología (SEN) en su página web, son tocar a otra persona, palpar repetidamente, morder, doblar o girar el tronco, asustarse de modo exagerado, hacer gestos obscenos con las manos o tocarse los genitales (copropraxia), imitar gestos o acciones de otro (ecopraxia) o realizar conductas autolesivas, como golpearse partes del cuerpo.
Hablamos de tics fónicos complejos al pronunciar insultos, obscenidades o blasfemias (coprolalia), repetir sonidos, palabras o frases de otra persona o las propias, en especial la última sílaba (palilalia), emitir palabras ininteligibles, tararear, tartamudear o hacer ruidos de animales, entre
En general, los tics pueden ser transitorios, si duran entre cuatro semanas y un año (a veces no llegan siquiera a diagnosticarse) o crónicos, si continúan durante más de un año y se agravan en periodos de estrés o fatiga, como explica la Asociación Española de Pediatría.
Existe un trastorno neurológico, conocido como síndrome de Gilles de la Tourette, caracterizado por la manifestación de una combinación de tics motores simples y complejos con tics vocales que incluyen ecolalia (repetir lo que se oye), coprolalia (decir ‘tacos’ u obscenidades) o realizar gestos obscenos. Como amplía la Clínica Universidad de Navarra, “pueden aparecer también trastornos conductuales, como el déficit de atención - hiperactividad y trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)”.
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En este artículo ha colaborado con sus superpoderes la ginecóloga Amèlia Acera.
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