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Por qué tu móvil, sea el modelo que sea, no es “tóxico” ni “radiactivo” como afirman algunos titulares

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Durante los últimos días nos están llegando muchas consultas en relación a titulares y contenidos de diferentes medios de comunicación (como este, este o este, entre otros) que hablan sobre los móviles supuestamente “más tóxicos del mercado”, calificándolos incluso de “radiactivos”. Para ello, se basan en un listado de la Oficina Alemana para la Protección contra la Radiación (BfS, por sus siglas en alemán), interpretándola erróneamente como un ranking de los modelos “más radiactivos”. Sin embargo, en estos contenidos “se mezclan términos y se confunden conceptos”, según explica a Maldita.es Alberto Nájera, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha y vocal del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS).

La conclusión: tu móvil, sea el que sea, ni es tóxico (no es venenoso ni causa trastornos o la muerte a consecuencia de las lesiones debidas a un efecto químico, como señala la definición del término en la RAE), ni es radiactivo (no está relacionado con la radiactividad). 

Las radiaciones de los móviles no tienen efectos sobre la salud

Como ya explicamos en Maldita.es, debemos recordar que no existen evidencias científicas de que las radiaciones que emite el móvil repercutan en la salud. Sí que es cierto que estos aparatos emiten radiaciones, unos más que otros (y ahora hablaremos sobre ello), pero, aun así, los valores se encuentran muy por debajo de los límites seguros establecidos por la Comisión Internacional de Protección de Radiación no Ionizante (ICNIRP, por sus siglas en inglés).

Según señalaba Nájera, la radiación electromagnética de radiofrecuencia que recibimos en nuestro día a día de diferentes fuentes como el móvil, las antenas de telefonía o las WiFi, no solo no se encuentra cerca de estos límites, sino que está entre 10.000 y 100.000 veces por debajo de estos (que no son sobrepasados nunca). 

¿De dónde procede esta confusión entre radiación, toxicidad y radiactividad en relación a los teléfonos móviles?

El origen de los titulares por los que nos habéis preguntado es un artículo de Ilan K. Cherre, redactor especializado en tecnología en Computer Hoy. En él, el colaborador hace mención a una lista de la BfS que, efectivamente, ordena un total de 3.807 modelos de teléfonos móviles en función de la tasa de absorción específica (SAR, por sus siglas en inglés) de cada uno de ellos. Esta se mide en vatios por kilogramo (W/kg) y son los propios fabricantes quienes la ponen a disposición de los usuarios, como es el caso de Samsung o Apple, y de la BfS. Sin embargo, tal lista en ningún momento advierte de que los valores SAR de esos modelos (ni ningún otro) puedan llegar a ser peligrosos para la salud, tóxicos o radiactivos (porque no es posible), como afirman algunos titulares. 

Como explica Nájera, lo que el SAR permite es “determinar la cantidad de energía absorbida por un tejido cuando es expuesto a un campo electromagnético”. No debemos confundirla con el concepto de ‘exposición’: “Cuando llueve, lo que llueve sería la exposición, cuánto nos mojamos, sería el SAR”. 

Añade que, para conocer esta medida y dado que no todos los tejidos o partes del cuerpo absorben de la misma manera (no es lo mismo irradiar un cuerpo entero que la cabeza, por ejemplo, y es importante concretar el tiempo que ha durado esa radiación), los valores de SAR deben complementarse con varios datos.

Lo normal es promediar a 6 minutos de exposición y, en el caso de los móviles, indicar el valor promedio o máximo de SAR en la cabeza (‘sostener el teléfono justo al lado de la oreja durante una llamada’) o en la parte del cuerpo más expuesta ('llevar el teléfono en el cuerpo’), según confirma la BfS en su página web. Estas medidas se realizan según estrictos estándares, los fabricantes los declaran y la BfS los recopila en su listado. Según la oficina alemana, “para evitar efectos adversos para la salud, el SAR de un teléfono móvil no debe exceder los 2 vatios por kilogramo”. Ninguno de los modelos móviles de la lista de la BfS supera tales límites.

Además, como señala Nájera, la ICNIRP “viene evaluando las evidencias científicas de los efectos producidos a diferentes niveles de exposición y dosis, con el fin de establecer los que son seguros. Revisa la evidencia disponible y determina los niveles a los que se producen efectos. Y a partir de estos niveles, establece factores de seguridad para fijar los límites de exposición máxima, por debajo de esos niveles estaremos seguros”.

Precisamente son estos los detalles del artículo de Cherre que parecen haber pasado desapercibidos en los contenidos derivados posteriores: “Cabe destacar que [en la lista] no hay ninguna cifra que se considere peligrosa. Lo que hace la Oficina Alemana para la Protección contra la Radiación es crear un listado con el cual los usuarios están informados acerca de la radiación que emiten sus dispositivos” (quédate con esto: radiación, no radiactividad). 

Es a partir de esta publicación de Cherre cuando el contenido comenzó a reproducirse y ‘mutar’ en otros medios de comunicación “incluyendo nuevo contenido y barbaridades que nada tenían que ver con la ‘noticia’, que no es tal”, como señala Nájera en Twitter. Especialmente, el concepto de radiactividad. “Hablar de radiactividad y móviles es inadecuado, pues se mezcla radiación de radiofrecuencia con radiaciones ionizantes”, añade. Sobre esto volvemos en breve.

El espectro electromagnético y por qué la radiación de radiofrecuencia (móviles, WiFi, radio, televisión…) no es radiactiva

Como ya explicamos en Maldita.es (y  como cuenta al detalle Nájera en este post de su blog, Radiandando), vivimos inmersos en un océano de radiaciones electromagnéticas de muchos tipos: no solo radiación de radiofrecuencia (la que emiten las señales de radio, de la televisión o del móvil), sino también infrarrojos, luz visible, rayos ultravioletas, rayos X, rayos gamma… En conjunto, componen el espectro electromagnético

Simplificando mucho el asunto, podemos subdividir los tipos de radiaciones en ionizantes (muy energéticas), capaces de romper átomos, de interactuar y cambiar la estructura de moléculas (pudiendo producir terribles efectos sobre nuestra salud); o no ionizantes, incapaces de lograr algo similar (muy poco energéticas), lo único que podrán inducir es calor (dependiendo de la intensidad, como en tu horno microondas). 

Esta es la clave de por qué esos móviles que mencionan los contenidos por los que nos habéis preguntado no pueden ser “tóxicos”: no, no son “radiactivos”. La radiactividad es la propiedad de ciertos cuerpos cuyos átomos, al desintegrarse espontáneamente, emiten radiaciones generalmente ionizantes. Como comentábamos unos párrafos atrás, el porqué de que no se deban mezclar o confundir los términos ‘radiaciones de radiofrecuencia’ con ‘radiaciones ionizantes’ es precisamente que las primeras se incluyen en el grupo de radiaciones no ionizantes, que no cambian la estructura de las moléculas, por tanto los móviles ni emiten radiactividad ni son radiactivos.

“Que se hable de ‘móviles tóxicos’ por la radiación que emiten, es terrible pues no hay evidencia de que exista una relación”, señala Nájera, antes de una contundente conclusión: “No, los móviles no son radiactivos. Sí emiten radiación, de radiofrecuencia, pero a intensidades muy bajas. Tan bajas que no podemos hablar de toxicidad o efectos sobre la salud”. 

Este artículo es una colaboración mensual entre Maldita Ciencia y el Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud.

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