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MALDITA CIENCIA

Por qué las cotorras argentinas son un problema en España y se las considera una “plaga”

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En los últimos días nos hemos encontrado con mensajes en redes sociales que critican los métodos que se emplean para controlar las poblaciones de cotorras argentinas (Myiopsitta monachus, también llamada cotorra gris) y cómo se acaba con sus individuos: con disparos con carabina de aire comprimido. El partido animalista Pacma también se manifestó en contra de estos métodos en abril de 2021, tachándolos de “matanza”. Por eso nos habéis preguntado por qué estas aves son un problema en España y qué es lo que provoca su presencia en los ecosistemas de este país.

En primer lugar, debemos aclarar que a estas cotorras se las considera una especie exótica invasora y así se recoge en el catálogo del Ministerio para la Transición Ecológica (antiguo Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente). Desde 2011, el comercio y tenencia de esta cotorra están prohibidos en España. En su ficha descriptiva se recoge que el área de distribución natural es Sudamérica, desde Bolivia central y el sur de Brasil hasta Argentina central, Paraguay y Uruguay, y se introdujo en áreas urbanas de Europa y América del Norte “de forma accidental por escape de individuos cautivos y también por liberación”. 

Las especies exóticas invasoras son un problema porque producen un daño ecológico, económico y/o de salud en el hábitat donde se establecen y en el que no son nativas. En el caso concreto de la cotorra argentina, se destaca que esta compite por la comida contra otras especies autóctonas, caza huevos y pollos de aves más pequeñas como el mirlo común, desplaza a especies locales como el mirlo y la urraca, daña los cultivos (especialmente árboles frutales), provoca daños en la vegetación para construir sus nidos de gran tamaño y que se puede instalar en postes de alta tensión, genera problemas por el ruido de su canto y su proximidad a las casas y puede ser un vector para propagar patógenos y enfermedades a humanos y otras especies.

La Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) publicó en 2015 el primer censo nacional de cotorra argentina, un documento que explora cuánta población hay de esta ave en España, dónde se encuentran sus ejemplares, en qué ciudades existe una población problemática y los métodos para hacer este censo. Cuando se hizo público, esta Sociedad advertía de que España era el segundo país con mayor número de cotorras argentinas, “con cerca de 20.000 ejemplares”. A día de hoy, SEO/Birdlife apunta en su documento Cotorras argentinas y de Kramer en España: preguntas y respuestas, que “esa cifra se habrá visto muy superada”. Barcelona, Madrid y Málaga aglutinan el 80% de los ejemplares, aunque se sabe que está presente en al menos 140 municipios de España, principalmente del litoral Mediterráneo, Baleares y Canarias.

Existe otro tipo de cotorra en España que también se considera como especie exótica invasora y que suele confundirse con la argentina: la cotorra de Kramer (Psittacula krameri). Esta ave es originaria de África subsahariana y del sur de Asia y también tiene una serie de problemas asociados: competencia agresiva por los lugares de nidificación con murciélagos, rapaces nocturnas y otras rapaces amenazadas como el cernícalo primilla (Falco naumanni) y pájaros carpinteros; puede dañar cultivos cereales y frutales; y puede ser un vector de propagación de agentes patógenos. En su caso, la Kramer está asentada fundamentalmente en Sevilla y muestra algunas diferencias en su aspecto respecto a la cotorra argentina, como explica SEO/Birdlife en este artículo.

Ahora la pregunta clave: ¿cómo se actúa contra este problema? La inclusión de una especie en el catálogo de exóticas invasoras conlleva a que se prohíba su posesión, tráfico o comercialización y obliga a que las administraciones preparen planes de control o erradicación de sus poblaciones, según el capítulo III de la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad. SEO/Birdlife recoge en su documento de preguntas y respuestas sobre las cotorras argentina y de Kramer que “no cabe duda” de que es necesario controlar estas poblaciones y que siempre es mejor “actuar de forma preventiva o sobre poblaciones pequeñas, ya que los resultados llegan antes y se evita que el problema se agrave”.

El problema está en aquellas ciudades como Barcelona, Málaga, Madrid o Sevilla en las que el gran número de ejemplares impide que se tomen medidas preventivas “dado el exponencial crecimiento de las especies”. La evidencia científica (como este documento del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, país donde estas cotorras también se consideran una especie exótica invasora) recoge y explora métodos para ir controlando paulatinamente las poblaciones: uso de trampas, control de fertilidad, modificaciones en el hábitat, eliminación de nidos, disparos a individuos, uso de dispositivos para asustar, etcétera.

La postura de SEO/Birdlife pasa por actuar sobre los ejemplares adultos “si se quiere atajar verdaderamente el problema”, destacan que las acciones sobre nidos “contribuyen a dispersar las poblaciones” con el peligro de que se asienten en otras zonas y afirman que es “inaceptable” usar piensos esterilizantes o métodos no selectivos “dado que otras especies no diana pueden ingerirlos”.

(Fotografía principal: fuente Wikimedia Commons/Luis García)

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