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MALDITA CIENCIA

¿Sirven para algo los aparatos de electroestimulación muscular o 'electrofitness'? No hay evidencias de que por sí solos quemen grasa o aumenten el rendimiento muscular

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‘Consigue unos bíceps de acero desde el sofá de casa’, ‘el sixpack que siempre soñaste sin una gota de sudor’. Imaginamos que ya no te extraña encontrar reclamos de este tipo en la publicidad de aparatos de electroestimulación ‘para usar en casa’ o de entrenamientos electrofitness, que consiguen una contracción muscular de forma involuntaria a través de la emisión de impulsos eléctricos. Lo cierto es que no hay evidencias científicas de que la electroestimulación por sí sola logre quemar más grasa, incremente la fuerza o mejore el rendimiento muscular.

Como señala una revisión sistemática publicada en la revista científica Sports Medicine, entrenando de forma voluntaria siempre se ganará más fuerza y se producirán mayores beneficios en gente sana que entrenando con electroestimulación. También se pierde más grasa, sin someterse a los riesgos asociados a ella. Además,  para poder disfrutar de los posibles beneficios de la electroestimulación muscular debemos realizar entrenamientos activos, estar en buena forma física y recibir las sesiones por parte de un profesional que supervise la sesión. 

El porqué de la necesidad de supervisión es que, de llevarse a cabo, además de la frecuencia del impulso, la electroestimulación debe tener en cuenta factores como la intensidad en su aplicación o la localización exacta de los electrodos y sus polos, entre otros. No solo de cara a que la sesión sea efectiva, también para evitar posibles lesiones. 

Al fin y al cabo, electroestimularse, a secas, es relativamente sencillo. “Si yo meto los dedos en el enchufe, desde luego que me electroestimulo: hago que entre electricidad en mi cuerpo”, explica en este vídeo Rafa Olcina, experto en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (CAFYDE) de APTA Vital Sport. “Ahora bien, a nadie se le ocurre semejante barbarie”, añade. La electroestimulación de la que hablamos consiste en introducir en nuestro cuerpo energía que pueda ser gestionada por el sistema nervioso, es decir, en su misma frecuencia. “Lo que hace el electroestimulador es ‘suplir’ la orden que normalmente enviamos de manera voluntaria desde el cerebro. El músculo responde a esta orden y se contrae”, señala Olcina. 

Existen diferentes tipos de electroestimulación. La que disfruta de mayor respaldo científico en sus potenciales beneficios es la local, que consiste en colocar electrodos solo en el músculo que se quiere entrenar o recuperar. Debe hacerse en un punto concreto, dependiendo de la persona, y con los dos polos del electrodo en el mismo músculo, como avala la evidencia científica y explica Olcina: “Su uso [junto a un entrenamiento activo y voluntario] va a permitir mejorar la salud, el rendimiento, la recuperación de las lesiones y tener un gran aliado como herramienta tecnológica”. 

En los últimos años, sin embargo, ha aumentado la oferta de sesiones de electroestimulación de cuerpo completo o electrofitness. Sus herramientas son una serie de prendas, como trajes y chalecos, que permiten estimular entre 8 y 12 grupos musculares a la vez. El primer ‘contra’ es que los puntos de estimulación de los electrodos, por lo tanto, están fijados por defecto (en el propio traje), sin tener en cuenta el cuerpo de la persona. Además, colocan un polo en el músculo de la zona derecha de nuestro cuerpo y otro en la izquierda, al contrario que en la electroestimulación local. Algunas investigaciones sugieren que esto podría suponer problemas cardíacos a largo plazo, aunque hacen falta más estudios al respecto. 

Otro de los problemas derivados es la presentación de expectativas irreales. En palabras de Olcina, se ha utilizado publicidad engañosa para hacer creer a la gente algo que no va a ocurrir. “Hemos encontrado publicidad que hablaba de consumir 2.000 kcal en 20 minutos, eliminar toda la grasa localizada sin apenas moverte…”. Sin embargo, la electroestimulación por sí sola (sin entrenamiento físico voluntario) y en gente sana no es útil como estrategia para mejorar nuestra salud. 

No solo eso, sino que, como explica en este vídeo Azael Herrero, director científico del National Strength and Conditioning Association, cada vez hay más evidencias de que [la electroestimulación de cuerpo completo] puede tener efectos negativos en la salud: gente que se lesiona o incluso desarrolla rabdomiolisis (destrucción de tejido muscular). 

Las evidencias también apuntan a que el nivel y la intensidad necesarios para poder obtener beneficios de esta técnica solo se debería usar en deportistas preparados para esas sobrecargas, en gente entrenada. “Los chalecos, justo al contrario, los suele utilizar gente sedentaria que, para no moverse, ha encontrado una manera de ‘supuestamente’ ponerse en forma sin tener que hacer un gran esfuerzo”, afirma Olcina. 

“Nuestra salud, al final, pasa por el movimiento: nos tenemos que mover, tenemos que realizar actividad física de forma voluntaria y habitual. Lo que va a hacer la electroestimulación es complementar esta actividad para maximizar el rendimiento de lo que estemos buscando”, resume Olcina. “No hay que inventar nada nuevo. Lo que funciona, ya lo sabemos”, concluye Herrero. 

En palabras de Sara Tabares, licenciada en CAFYDE y directora deportiva de PERFORMA Entrenadores Personales a Maldita.es, para personas sanas es mucho mejor hacer ejercicios funcionales (sentadillas, peso muerto, ejercicios de tirón, de empujón…) que usar estos aparatos. “A nivel funcional, los electroestimuladores musculares [por sí solos] no aportan transferencia a los movimientos del día a día (empujar un carrito, levantarnos de una silla…). Es mucho mejor poder hacer gestos que sí la tengan que utilizar este tipo de aparatos”, concluye la experta. 

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