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Abrazar árboles como terapia, por qué nos encorvamos con la edad y las vacunas del CSIC. Llega a Maldita Ciencia el consultorio 161º

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¡Al fin es viernes, malditas y malditos! Para celebrarlo, os traemos una nueva entrega del consultorio científico, la herramienta definitiva para resolver desde la pequeña duda puntual hasta las cuestiones sobre trascendentales ámbitos científicos.

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¿Por qué nos encorvamos y perdemos estatura con la edad?

Una de las preguntas que nos habéis planteado esta semana tiene que ver con dos de los cambios físicos que el cuerpo humano experimenta con los años: ¿por qué, con la edad, la altura se reduce y por qué nos encorvamos y nos sale ‘chepa’? Por un lado y a largo plazo, la gravedad hace que los discos entre las vértebras de la columna reduzcan el espacio entre sí, haciéndonos ‘encoger’. Por otro, el desgaste de los huesos puede dar lugar a fracturas de compresión y, a la larga, causar una excesiva curvatura de la espalda, una hipercifosis, más conocida como chepa o joroba. 

Es habitual que las personas mayores vayan perdiendo milímetros e incluso centímetros de estatura con el paso del tiempo. Como apunta en su página web el Rady Children's Hospital de San Diego (Estados Unidos), no se trata de un cambio súbito ni espectacular: “Es un proceso que tiene lugar a lo largo de los años y que puede implicar que la persona acabe perdiendo aproximadamente unos 2,5 cm de su estatura adulta”. 

El porqué tiene que ver con la fuerza de la gravedad actuando diariamente sobre los discos que separan las vértebras. Al final, acaban por ‘apretarse entre sí’, reduciendo la estatura. Esta consecuencia no se puede invertir, es decir, no puede recuperarse la estatura perdida

Por otro lado, la curvatura exagerada hacia delante de la espalda en forma de joroba o chepa se debe a la hipercifosis. Ahora bien, ‘encorvarse’ no es lo normal: "No es fisiológico y no aparece en todas las personas que envejecen”, explica a Maldita.es Javier Gómez Pavón, jefe de geriatría del Hospital de la Cruz Roja y experto en nutrición. 

Puede, eso sí, ocurrir a cualquier edad, aunque es más común entre mujeres mayores después de la menopausia, com más riesgo de osteoporosis: “El cambio hormonal favorece la pérdida de calcio y de la matriz ósea. Esto facilita la fractura de las tramas óseas, principalmente de las vértebras [...] Ante un mínimo  traumatismo, como al andar, subir y bajar aceras, saltar o cualquier otro esfuerzo, produce la fractura vertebral y, con ello, la pérdida progresiva de altura de la vértebra y el posterior arqueo, con la cifosis osteoporótica característica”, indica Gómez. 

Las vértebras de una columna saludable “se asemejan a cilindros apilados en forma de columna. La hipercifosis ocurre cuando las vértebras de la parte superior de la espalda toman forma de cuña”, añade la Clínica Mayo. Es decir, la pérdida de densidad de las vértebras de la columna hace que estas ‘se aplasten’ y que, con el paso del tiempo, pueda desarrollarse una ‘chepa’.

Algunos de los factores que pueden originar la curvatura, además de la osteoporosis, son las fracturas en las vértebras, la degeneración de los discos que se encuentran entre las vértebras, el cáncer y los tratamientos oncológicos y ciertas enfermedades o anomalías congénitas

Para prevenir o reducir estos cambios corporales, la recomendación es prestar atención a la salud de nuestros huesos. Para ello, según el Instituto Nacional de Artritis y Enfermedades Musculoesqueléticas y de la Piel de Estados Unidos, debemos seguir una dieta saludable, con un aporte correcto de calcio; incorporar suficiente vitamina D; practicar actividad física y evitar el consumo de alcohol y tabaco. 

"Realizar diariamente ejercicio de contraresistencia (pesas), cardiopulmonar (natación, correr o deambular-pasear rápido) y/o de estiramiento-resistencia (pilates, yoga, baile) favorece que el hueso se vaya construyendo fuerte, con pilares repletos de calcio y resistentes a las diferentes fuerzas a soportar", señala Gómez. "A la par, es necesario aportar los elementos de construcción (proteínas y sobre todo calcio). Por ello la nutrición es el segundo pilar básico en la prevención de la osteoporosis", concluye el experto.

¿Es cierto que la ciencia ha avalado abrazar árboles como terapia?

Nos habéis preguntado por varios artículos que afirman que “la ciencia ha validado abrazar los árboles” como terapia para enfermedades relacionadas con la salud mental, como la depresión; o molestias físicas concretas, como dolores de cabeza. A pesar de que el contacto continuo con un entorno natural sí puede tener efectos positivos en la salud, no hay evidencias científicas de que abrazar un árbol pueda curar enfermedades o síntomas derivados

Es cierto que los árboles y la vegetación, en general, son grandes aliados para el entorno, tanto en bosques como en ciudades. También para el ser humano: hay estudios como este, publicado en la revista científica  Environmental Pollution en 2014, que muestran que los árboles son útiles para reducir los contaminantes del aire y, con ello, desempeñan un importante papel en nuestra salud respiratoria. “Los árboles eliminan cantidades sustanciales de contaminación, lo que puede suponer beneficios para la salud”, concluyen los autores. 

Otros estudios como este, publicado en la revista científica JAMA Network, sostienen que uno de los factores que explican las mayores tasas de depresión entre personas de niveles socio-económicos más desfavorecidos es la falta de espacios verdes en los entornos urbanos (puedes leer en profundidad sobre este tema en el blog de la psicóloga Aurora Gómez).

Ahora bien, hablamos de prevención, no de tratamiento; y de entorno habitual, no de contacto directo y puntual (un abrazo) con un árbol. Es decir: no hay evidencias que señalen que abrazar árboles sea eficaz como tratamiento de enfermedades. 

Bajo la opinión que comparte en Maldita.es Francisco José Marín Jiménez, coordinador del grupo de trabajo de Fitoterapia de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), es cierto que el contacto con el bosque o con el campo abierto podría ayudar a sentirse mejor, “pero no más allá de la conveniente e intensa oxigenación que tenemos tan penada en las ciudades”. Tampoco como cura de enfermedades ni como origen de cambio “en los niveles de ningún principio activo”. 

Una de las posibles causas de la depresión, según explican a Maldita.es los psicólogos Carlos Serrano y Santiago Martín, es la falta de circunstancias o situaciones que nos resulten agradables o gratificantes, así como el aumento de las desagradables o aversivas.

Según los expertos, situar a una persona con depresión en condiciones que resulten placenteras (como puede ser un bosque) aumenta el estado de ánimo, lo que en terapia se denomina activación conductual. “Abrazar árboles, más que una terapia en sí misma, podría ser un componente dentro de esta activación conductual”, explican los psicólogos. “Para otro individuo podría ser agradable abrazar a una farola y no por eso creamos una terapia que se base en ello”, añaden.

Para demostrar que abrazar árboles fuese útil para tratar la depresión, serían necesarios estudios con grupos de control. Así, se podría distinguir si la mejora, en caso de haberla, es por el hecho “de abrazar algo, de estar en un entorno tranquilo, de realizar una actividad distinta o de abrazar árboles, concretamente, por sus supuestas características curativas”, indican. 

En la misma línea, la Asociación Estadounidense de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) explica en su página web que el contacto con la naturaleza podría asociarse con el bienestar subjetivo, como también apunta una revisión de estudios publicada en la revista científica Science Advances en 2019. Eso sí, los autores inciden en que se necesitan más investigaciones para “mejorar la comprensión de las relaciones entre el medio ambiente y el bienestar humano”. 

¿A qué se llama método observacional y qué limitaciones tiene dentro de la investigación científica?

Cuando las personas que se dedican a la ciencia y la investigación quieren construir conocimiento veraz, sólido y comprobable, utilizan el método científico: una serie de prácticas aceptadas por la comunidad científica y que incluyen la formulación de preguntas, la revisión de literatura previa, el planteamiento de hipótesis, la comprobación, la experimentación, la recogida de datos, el análisis de los resultados y la divulgación del nuevo conocimiento al resto de la comunidad científica. Y dentro de esta metodología, ¿qué es exactamente el método observacional?

Según explica a Maldita.es Antonio Diéguez, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Málaga, el método observacional consiste en “estudiar aquellos fenómenos que no pueden (o no deben) ser sometidos a experimentación, por lo que se observan de manera sistemática con procedimientos rigurosos que permiten recopilar datos y someterlos a un tratamiento matemático”. 

Algunos ejemplos de ciencias que se estudian mayoritariamente mediante la observación, porque sus variables no pueden manipularse ni experimentar con ellas, son la astronomía, porque no podemos (¿ni debemos?) manipular los astros, estrellas y objetos celestes para experimentar con ellos, por lo que la comunidad científica se limita a observarlos; la epidemiología, que estudia la incidencia de las enfermedades en una población, no “experimenta” con ellas; o la etología, que estudia el comportamiento animal en su entorno natural y limitando al mínimo el efecto del humano que lo observa. En definitiva: el método observacional es el que la persona que investiga no manipula el objeto de estudio, sino que se limita a observarlo y a recopilar datos.

Dentro de sus múltiples ramas, un campo fundamental de la filosofía de la ciencia se dedica a estudiar la metodología, a ver cómo ha cambiado a lo largo de la historia y comprobar que todos los métodos sean válidos para construir conocimiento. Algo en lo que existe bastante consenso entre filósofos de la ciencia, apunta Diéguez, es que “no existe un único método científico singular. No hay un método exactamente igual de válido para todas las ciencias”.

“El interés que tiene la filosofía de la ciencia es ver cómo garantizan estos métodos la objetividad del conocimiento, el consenso de la comunidad científica, y cómo han ido mejorando estas metodologías a lo largo de la historia, tanto por el avance tecnológico sino por sus procedimientos y conceptos”, detalla.

¿Y qué limitaciones tienen los estudios que se hacen únicamente con el método observacional? La principal es que, al no poder controlar las variables de todo un fenómeno, “no se puede comprobar la seguridad (y fiabilidad) de los resultados finales al 100 %”, apunta el catedrático. Del mismo modo, estos estudios tienen más riesgo de que exista un sesgo observacional (de tender a encontrar los resultados que ya se presuponía encontrar), a diferencia de la experimentación, que sí emplea mecanismos de control para evitar este problema. 

Por último, en estudios que observan dos o más variables, la metodología observacional puede servir para encontrar una relación entre dichas variables, pero nunca que una es causa de la otra, para ello se usan otros métodos de investigación científica experimental. Este artículo científico recoge varios ejemplos en los que se encontraban fuertes correlaciones entre variables y que luego tuvieron que ser refutadas con ensayos clínicos aleatorizados, y este otro recoge algunas curiosas correlaciones que no pueden demostrarse científicamente, como la que existe entre el ratio de divorcios y el consumo de margarina de un estado de EEUU.

Algunas investigaciones (como esta) apuntan directamente a que los estudios observacionales tienen “un nivel de evidencia inferior” al de los experimentales porque “son más propensos al sesgo y a la confusión, y no pueden usarse para demostrar causas-efecto”. A pesar de esto, los estudios observacionales son útiles para formular hipótesis, encontrar evidencias y más baratos, fáciles y con menor complejidad ética que algunos métodos experimentales.

¿En qué estado se encuentran las posibles vacunas del CSIC contra la COVID-19?

En agosto la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) autorizó el primer ensayo clínico de una vacuna española frente a la COVID-19, la que está desarrollando la compañía Hipra, que se suma a los esfuerzos de organismos públicos pertenecientes al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), por desarrollar una vacuna eficaz. Nos habéis preguntado en qué estado se encuentran las investigaciones de los tres prototipos de vacunas que está desarrollando el CSIC.

El proyecto de Mariano Esteban y Juan García Arriza del Centro Nacional de Biotecnología (CNB) usa un virus inactivado de la familia de la viruela para introducir la proteína S o spike del coronavirus y así generar anticuerpos contra esa proteína. Este es el más avanzado de los tres al haber enviado ya a la AEMPS la información requerida para la autorización de los ensayos clínicos en humanos tras mostrar una eficacia del 100% en ratones, indica el CSIC.

Desde la AEMPS señalan a Maldita.es que "el equipo investigador del CSIC ha presentado las alegaciones para la autorización del ensayo clínico" y que sus técnicos analizarán los datos aportados y emitirán una evaluación al respecto, que autorizará o no el ensayo "en caso de que se pueda garantizar la seguridad de las personas participantes".

El grupo de Luis Enjuanes, Isabel Sola y Sonia Zúñiga, también del CNB, está desarrollando un proyecto de vacuna con una copia sintética casi completa del coronavirus pero sin ser transmisible. Este proyecto está, a 14 de octubre de 2021, en fase de ensayos preclínicos con ratones humanizados, indica a Maldita.es el departamento de Comunicación del CSIC.

Por último, el grupo de Vicente Larraga del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB) ha colocado un gen de un antígeno del SARS-CoV-2 en un vehículo sintético de ADN llamado plásmido para que pueda ser introducido en el organismo e inducir la protección frente a la infección. Según el CSIC, esta investigación se encuentra también en fase de ensayos preclínicos con ratones.

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