No es la primera vez que nos llegan dudas en relación a las posibles consecuencias que las mascarillas podrían causar en la piel de la cara con la que entran en contacto. Muchos de vosotros habéis notado que, a raíz de su uso, os han salido pequeños granos o acné. ¿Son realmente causa de la mascarilla? Puede que sí.
“Seguimos viendo problemas tanto de acné como de rosácea con las mascarillas. No hay ninguna novedad [con respecto a las olas anteriores]”, explica a Maldita Ciencia la dermatóloga Sara Gómez Armayones. Añade, además, que “mientras sigamos teniendo que utilizarla, las personas predispuestas, que ya tengan un acné activo o bien tengan facilidad para desarrollar lesiones de acné, es probable que las presenten”.
La explicación de Gómez coincide con la que Marían García, farmacéutica y divulgadora, afirmaba en Maldita Ciencia ante los reportes de lesiones similares durante la primera y segunda ola de COVID-19: puede ocurrir que las personas con problemas dermatológicos previos, como dermatitis o rosácea, noten alguna molestia adicional debido a la oclusión (en dermatología, significa cubrir piel con un material que impida la evaporación) que supone el uso de la mascarilla.
Lo mismo sugería en abril la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV) en su página web: “Como consecuencia de estas medidas necesarias [el uso de mascarilla] se está observando un incremento en la aparición, empeoramiento o sobreinfección de patología cutánea. Entre las alteraciones más frecuentes encontramos [...] exacerbaciones de enfermedades preexistentes tales como acné, rosácea, dermatitis seborreica, dermatitis atópica y urticaria por presión”.
Raúl de Lucas, coordinador del Grupo de Dermatología Pediátrica de la AEDV, señalaba en una nota de prensa que la aparición de acné por el uso de mascarillas es mucho más frecuente en jóvenes que ya tenían ese problema antes de llevarlas: “Lo que vemos en la clínica es un agravamiento de un problema de acné debido al aumento de la humedad vinculado al vapor de agua que se genera por la exhalación de aire durante horas”.
El tipo de mascarilla también interfiere en la posibilidad de desarrollar acné
El tipo de piel y la predisposición a desarrollar este tipo de lesiones cutáneas no son los únicos factores que intervienen. “Según el tipo de mascarillas que utilicemos, este empeoramiento es más probable. Por ejemplo, las mascarillas FFP2 normalmente ofrecen una oclusión mejor. Al haber más fricción y más humedad local, puede hacer que empeoren las lesiones de acné”.
Como bien apunta Gómez, es importante incidir en que las mascarillas FFP2, aunque causen algo más de molestia a nuestra piel, son las más eficaces para disminuir el riesgo de contagio y transmisión de COVID-19, especialmente en entornos cerrados.
“Algo similar ocurre con las quirúrgicas”, detalla Gómez. Como ya os contamos en Maldita Ciencia, normalmente las mascarillas quirúrgicas están hechas con celulosa o polipropileno. “Hay gente que tiene menos tolerancia a estos materiales cuando contactan de forma tan estrecha con la piel”, explicaba la dermatóloga. "Lógicamente es posible que alguien sea alérgico a alguno de los múltiples materiales que las componen, pero en cualquier caso no es algo frecuente", añadía García.
“En cambio las higiénicas, las de tela, las de algodón, en general, suelen ser mejor para la piel, pero no suelen ser tan seguras en ciertos entornos, como en entornos hospitalarios. Esto hay que tenerlo en cuenta”, incide Gómez. Recuerda que, antes de usarla, debes comprobar si esta cumple la normativa en España. Si estas no están homologadas, mejor no utilizarlas: no aseguran la protección.
¿Qué hacemos para evitar (o disminuir) el acné por el uso de mascarilla?
Dado que la piel y las mucosas actúan como primera línea de defensa contra los agentes externos, la recomendación de la AEDV es tratar de mantener esa barrera lo más intacta posible para que continúe ejerciendo su función correctamente, así como tratar de forma precoz las posibles alteraciones que puedan aparecer. "Por ello es importante que las personas con la piel sensible se protejan con especial interés, hidratando la piel convenientemente", recordaba García.
Para evitar o reducir el riesgo de que una persona que tenga cierta predisposición o que incluso nunca antes haya tenido lesiones de acné desarrolle un brote, según Gómez, lo importante es mantener una higiene correcta y utilizar tratamientos específicos (lo ideal es que fuesen valorados por dermatólogos). Al menos, utilizar limpiadores faciales que sean respetuosos dos veces al día.
Añade que es recomendable utilizar cremas faciales que sean específicas para pieles con tendencia acneica, en este caso, y evitar la humedad local en las mascarillas. Esto quiere decir que habría que cambiarlas cada vez que notemos que hay exceso de humedad local en la mascarilla o fricción.
Según contaba De Lucas, ese exceso de humedad favorece un ambiente muy propicio para los gérmenes que producen una inflamación de las glándulas sebáceas (las que generan el sebo que protege y lubrica nuestra piel) y que se obstruyan los poros. En Maldita Ciencia también os hemos explicado qué relación existe entre el confinamiento y los brotes de acné.
Inés Escandell, dermatóloga y maldita que nos prestó sus superpoderes, también recordaba a Maldita Ciencia la importancia de cambiar la mascarilla con la frecuencia adecuada o lavarla si es una mascarilla apta para ello. “Si aun con estas medidas de cremas específicas y limpiezas diarias no hay suficiente, hay que ir al dermatólogo porque hay que dar tratamientos específicos. La mayoría de gente, con estos tratamientos dermatológicos, que pueden ser tanto tópicos como orales, mejoran”, indica Gómez.
Durante la primera ola de contagios por SARS-CoV-2, junto a la AEDV, también el Grupo Español de Investigación en Dermatitis de Contacto y Alergia Cutánea (GEIDAC) proporcionó una serie de consejos para disminuir las posibles consecuencias del uso de mascarilla en la piel de nuestra cara.
En primer lugar, recordaba la importancia de que la mascarilla se ajustase correctamente a la cara. Si la utilizamos de esta forma (que es como debe hacerse) y lo hacemos durante muchas horas diarias, como es el caso del personal sanitario, puede favorecer la aparición de xerosis, eritema, eccema seborreico, acné, rosácea o empeoramiento de patología preexistente.
“Para evitar la aparición de esta patología proponemos: evitar el uso de maquillaje, utilizar cremas hidratantes adecuadas al tipo de piel y edad, lavar la cara con agua templada y jabones limpiadores suaves y sin fragancias, evitando sustancias potencialmente irritantes”. Por último, se identifican problemas cutáneos con un tipo concreto de mascarilla, intentar usar otra similar (en cuanto a nivel de protección) de materiales diferentes.
Otros factores a tener en cuenta
Rosa del Río, dermatóloga del Grupo Pedro Jaén, explicaba a Maldita Ciencia que el frío invernal y el uso de calefacción acelera la pérdida de agua y favorece la deshidratación de la piel. “El fenómeno se agrava porque el frío causa vasoconstricción (un estrechamiento de vasos sanguíneos que puede hacer que la circulación de sangre se vuelva lenta o se bloquee) y el tejido que está peor irrigado (al que peor llega la sangre) se reseca más”, afirma.
De esta forma, la piel puede quedar más desprotegida frente a agresiones externas e incluso ser más vulnerable a las infecciones, según contaba la experta. Añadía que la limpieza del rostro debe hacerse dos veces al día con productos suaves con pH neutro formulados para pieles sensibles o con limpiadores syndet (que tienen un pH más bajo que el de los jabones). Asimismo, considera útil aplicar una crema reparadora en las zonas de mayor roce (el puente de la nariz, las mejillas y detrás de las orejas).
Si a pesar de seguir estas recomendaciones surge un problema dermatológico o un empeoramiento de una enfermedad previa, es aconsejable recurrir a un dermatólogo para que realice un diagnóstico adecuado y valore cuál es el mejor tratamiento.
¿Podemos utilizar remedios caseros?
Manuel Fernández Lorente, dermatólogo del Grupo Pedro Jaén, explicaba a Maldita Ciencia que el acné es una enfermedad como cualquier otra, de manera que debe ser tratada por especialistas: “No hay motivos para recurrir a remedios caseros que, además, no cuentan con aval ni control dermatológico”. En todo caso, indica que hay hábitos cotidianos que empeoran el acné y que, por lo tanto, debemos evitar como pueden ser el estrés, dormir mal o poco o el tabaco.
Fernández Lorente aconseja limpiarse la cara por la mañana y por la noche con productos específicos para pieles acneicas, no manipular las lesiones para evitar infecciones, cicatrices y marcas en la piel y seguir las indicaciones de un dermatólogo.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes la dermatóloga Inés Escandell.
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Primera fecha de publicación de este artículo: 09/02/2021