Si tuviésemos que elegir el trío calavera de los mitos sobre alimentación y nutrición, no faltaría que ‘la fruta madura y los hidratos de carbono por la noche engordan más’ (error) o que ‘una copita de vino al día es saludable’ (error por dos), pero tampoco que ‘es imprescindible beber dos litros de agua al día’ (y ya van tres), lo que seguro has escuchado hasta la saciedad.
En relación con esta última creencia popular, los expertos consultados por Maldita.es y las evidencias científicas al respecto son claros: para estar bien hidratados no es necesario contar esos 8 vasos de agua diarios (que sumarían los dos litros). Por un lado, porque las necesidades de hidratación son diferentes para cada persona, y por otro, porque los alimentos también nos proporcionan una cantidad de agua con la que no solemos contar.
Aunque busquemos una recomendación cerrada, para todos los públicos, la nutrición no funciona así: cada uno de nosotros, en función de nuestras características, requerimientos y rutinas, necesitaremos incidir más o menos en la hidratación. Como apunta Adriana Oroz, dietista-nutricionista en Adriana Oroz Lacunza Nutrición y Dietética (Pamplona), “actualmente hay mucha controversia en relación a esta pregunta [¿cuánta agua hay que beber al día?]”. Sin embargo, “no todos tenemos las mismas necesidades y por eso no hay una recomendación universal de ingesta de agua diaria”, indica.
Es cierto que, habitualmente, se habla de litro y medio o dos litros como recomendación orientativa, pero la experta advierte que esta no se debe aplicar como norma general, sino que es importante conocer cuáles son las necesidades individuales.
Como explica el dietista-nutricionista Juan Revenga en El Comidista, "esa recomendación puede resultar excesiva, por ejemplo, para un adulto medio, sano, en un clima templado y con una vida sedentaria, como quienes realizan un trabajo de oficina durante la mayor parte del día, y que puede (o no) hacer un ejercicio moderado sin demasiada sudoración".
No es solo el agua que bebemos, también la que ‘comemos’
El agua es el principal componente de nuestro organismo y es esencial para la vida. Al final, es en el medio acuoso donde tienen lugar las diferentes reacciones metabólicas y fisiológicas para mantener un correcto funcionamiento de nuestro organismo: regula la temperatura corporal, lleva nutrientes y oxígeno a las células, ayuda a eliminar productos de desecho, disuelve minerales y otros nutrientes para que el cuerpo los use...
Cuando hablamos de la cantidad de agua necesaria, se nos olvida que al comer también estamos ‘bebiendo’. “El agua está presente en muchos alimentos en mayor o menor medida", explicaba a Maldita.es Daniel Ursúa, dietista-nutricionista, coincidiendo en que “es muy difícil unificar la cantidad de agua necesaria, puesto que es muy variable en función del estilo de vida de cada persona: su trabajo, el lugar donde vive, edad, etc".
“El agua tiene la misma capacidad de hidratar, se consuma en agua corriente o con alimentos. Lo que pasa es que la proporción de agua total ingerida no será la misma si la tomas en agua corriente (100% agua) que si la tomas con los alimentos que puede oscilar entre el 30, el 70 y el 95%”, aclara Oroz.
La dietista-nutricionista propone ejemplos: está claro que también recibimos agua a través de alimentos líquidos, como zumos de frutas o verduras naturales, infusiones, tés, caldos, sopas, bebidas vegetales o leche. “Es decir, bebidas que tengan un mínimo de 80% de agua en su composición”, detalla la experta.
Pero no solo eso: también podemos obtener agua mediante el consumo de alimentos sólidos. “En este apartado destacaría las frutas y verduras (pepino, tomates, sandía, manzana, lechuga…), que presentan entre un 70 y un 95%; y, en menor medida, con un contenido de agua en torno a un 30%, alimentos como el yogur, arroz, pasta, pan, carnes o pescados”.
Entonces, ¿cuánta agua hay que beber?
Como ya explicamos en Maldita.es, la recomendación para la población general sobre cuándo y cuánta agua necesita es sencilla: una persona sana debe beber cuando tenga ganas de hacerlo, conclusión que comparte en este artículo sobre la Importancia del Agua en la Hidratación de la Población Española la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD).
La cantidad y el momento de las ganas de beber dependerá de nuestras necesidades hídricas, en las que influyen diferentes factores como la composición corporal, la edad, el nivel de actividad física, la temperatura ambiental, el tipo de alimentación, la ingesta de líquidos, la historia clínica de la persona, la presencia de patologías... De ahí que sea importante tener en cuenta todos estos factores para hacer una recomendación.
En palabras de Revenga a Maldita.es, "la sensación de sed es un mecanismo interpuesto por la biología para evitar la deshidratación y que, en circunstancias normales, funciona perfectamente”. “Eso sí, si tienes sed, bebe agua. Es posible que puedas encontrar otras bebidas que sirvan para mejorar tu balance hídrico cuando estás sediento, nadie lo pone en duda. Pero muchas de ellas (bebidas con calorías vacías en forma de refrescos, alcohólicas, energéticas o las –muchas veces mal llamadas o utilizadas– bebidas para deportistas) llevan implícito un peaje negativo que jamás hallarás en el agua”, recomienda el experto en El Comidista.
Ahora bien, es cierto que hay personas sobre las que sí se debe controlar la ingesta de agua. “Personas que necesitan especial cuidado serían los bebés, niños, ancianos, quienes presentan ciertas patologías (retención de líquidos, patologías cardiacas como hipertensión, etc.) e incluso deportistas cuyas necesidades pueden estar aumentadas”, señala Oroz.
¿Y si no tengo sed?
La recomendación, por lo tanto, es clara: beber agua cuando se tenga sed. Pero, ¿qué pasa con quienes no experimentan esta sensación en todo el día? Contesta Revenga: "Puede que tengamos un problema en el funcionamiento de ese sistema o que no exista tal problema y, aunque pensemos que esa persona no se está hidratando, sí lo esté haciendo por otros medios". Por ejemplo, como decíamos, mediante los alimentos.
“Lo primero que habría que hacer si estamos delante de una persona en la que es flagrante y llamativo que no se hidrata o no bebe suficiente, es ponerse en manos de un profesional sanitario para que identifique si eso es natural o hay algún problema de base. Si no lo hay, significa que esa persona está hidratada, por un medio o por otro, por lo que no habría que preocuparse”, aclara el dietista-nutricionista.
Este contenido es apoyado por la iniciativa “Alimentando el cambio” de FONT VELLA en el que Maldita.es colabora elaborando contenidos independientes según su metodología.
Primera fecha de publicación de este artículo: 09/09/2021