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MALDITA CIENCIA

¿Por qué no puedes elegir la vacuna contra la COVID-19 que quieras?

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Es un comentario frecuente y nos lo habéis preguntado más de uno: si yo prefiero que me pongan una vacuna contra la COVID-19 antes que otra, ¿por qué no puedo elegir que sea así? La respuesta es que la aplicación de una u otra vacuna a cada grupo de edad sigue unos principios éticos y logísticos determinados, fijados por las autoridades sanitarias. La elección personal no se considera uno de esos criterios y por eso no se tiene en cuenta a la hora de administrar las vacunas.

El Ministerio de Sanidad explica que la campaña de vacunación frente a la COVID-19 está “condicionada” por la situación epidemiológica que vivimos. “Por eso, y con el fin de reforzar la protección de los más vulnerables cuanto antes, la elección de la vacuna a aplicar no puede ser una elección individual sino que debe basarse en la eficacia y la indicación de las vacunas para los diferentes grupos de población”, señala el ministerio. 

En la estategia de vacunación, que ahora mismo va por su actualización número 8, se detallan tanto los grupos de población a vacunar como las vacunas indicadas para cada uno de los grupos. “Las vacunas no son yogures que puedas elegir, son productos farmacológicos, y por lo tanto su uso tiene que estar ligado a la prescripción profesional”, manifiesta a Maldita.es Amós García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV) y Jefe de la Sección de Epidemiología y Prevención de la Dirección General de Salud Pública canaria.

También hay que tener en cuenta los principios éticos que se han seguido para elaborar la estrategia de vacunación. Como se expone en la actualización 3 de la estrategia, hasta finales de febrero de 2021, las únicas vacunas que se aplicaban en España eran las de ARN mensajero (Moderna y Pfizer) que tienen características similares. Pero, tras la aprobación de la vacuna de AstraZeneca, cobró especial importancia elmarco ético.

Los principios de necesidadequidad y reciprocidad son los que se tuvieron en cuenta para determinar qué vacuna se iba a aplicar a cada grupo de prioridad. “Evaluando los riesgos de exposición, transmisión, morbilidad grave y mortalidad, a la vista de los principios de necesidad, equidad y reciprocidad, se asume que las vacunas que presenten, en el estado actual de la evidencia científica, mayor eficacia deben dirigirse a la población cuya vida e integridad se vea más expuesta”, se aclaraba en el documento.

En la actualización 8 de la estrategia se vuelve a hacer hincapié en ello: “La vacuna a administrar no puede ser a demanda o elección de los individuos ni del personal sanitario, so pena de socavar los principios y valores éticos de la Estrategia. En un contexto de escasez de recursos sanitarios, la justa distribución y priorización de las vacunas excluye la operatividad de la elección por parte de los individuos. Por tanto, la elección (...) debe basarse en la evolución de la pandemia, los nuevos conocimientos sobre el virus, la evolución de la enfermedad y en la eficacia y la indicación de las vacunas para los diferentes grupos de población”.

Si bien, como ya os explicamos en Maldita Ciencia, las personas menores de 60 años que habían recibido la primera dosis con la vacuna de AstraZeneca pueden rechazar ser vacunadas con la pauta heteróloga. Es decir, pueden rechazar recibir la segunda dosis con la vacuna de Pfizer - tal y como recomienda la Comisión de Salud Pública - y recibir la segunda dosis con AstraZeneca si firman un consentimiento informado.

Además de las indicaciones y las cuestiones éticas, la logística de la campaña de vacunación es compleja, tal como indica Ildefonso Hernández Aguado, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Miguel Hernández (UMH). “Precisamente, las dos más usadas ahora, Pfizer y Moderna, tienen más requisitos de conservación y transporte. Hay bastantes contingencias que abordar y a veces surgen problemas por falta de personal (bajas inesperadas), problemas de transporte, gente que no acude o que acude sin cita, etc. Añadir otra variable, sin ningún fundamento sanitario, tiene poco sentido, serían ganas de complicar innecesariamente la gestión”, señala.

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