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¿Cuándo y cada cuánto es recomendable realizarse una prueba de infecciones de transmisión sexual (ITS)?

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Durante los últimos años, especialmente a partir de 2010, se ha observado un incremento en los casos de infecciones de transmisión sexual (ITS) que las ha convertido en un importante problema de salud pública por sus complicaciones y secuelas si no se diagnostican y tratan a tiempo. 

Las ITS se distinguen de las enfermedades de transmisión sexual (ETS) en que estas últimas son la posible consecuencia de una infección, pero no todas las infecciones generan síntomas ni derivan en enfermedad.

A pesar de su gran incidencia en la población, hay dudas muy recurrentes sobre ellas: ¿cuándo y cada cuánto hay que realizarse una prueba de ITS? ¿Tengo que esperar a tener síntomas? ¿Hay que planteársela a una determinada edad, como en el caso de las citologías

¿Cuándo hay que plantearse la realización de pruebas de ITS?

Como indica a Maldita.es Francisca Molero, médica sexóloga y presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS), la clave para plantearte si debes o no realizarte las pruebas de ITS es reflexionar sobre si has mantenido una conducta sexual de riesgo. “Es decir, si considero que no he mantenido las precauciones pertinentes, que he tenido una relación sexual desprotegida. En definitiva, que no he utilizado preservativo. Ya sea practicando sexo oral, vaginal o anal: el nivel de contagio es diferente según la práctica, pero todas pueden tenerlo, el riesgo cero no existe”, recuerda Molero.

En principio, una persona que ha mantenido relaciones sexuales con protección no tendría por qué plantearse el hacerse o no este tipo de pruebas. En el momento en el que se considere que sí se han practicado conductas sexuales de riesgo, se debe acudir al médico de familia y comunicar la intención de someterse a ellas. 

Lo mismo ocurre si se sospecha de infidelidad en una pareja 'cerrada'. "Cuando hablamos de pareja cerrada se supone que hay un contrato, implícito o explícito, de que no se van a tener relaciones fuera de ella. Otra cosa es que esto se cumpla o no, algo que nunca se puede saber. Si se sospecha de infidelidad y de una posible ITS también se debe acudir al médico para la realización de estas pruebas", explica Molero.

Aunque la recomendación a Maldita.es de la Asociación Española de Ginecología y Obstetricia (AEGO) es la realización anual de estas pruebas por las posibles infidelidades, Molero opina que "podrían hacerse", pero que en la práctica esto no suele ocurrir. "Una cosa es a nivel teórico, otra cosa es la realidad, tanto a nivel económico como de uso por parte de la población", indica.

Una vez se acude a consulta por sospecha de cualquier tipo, en especial por haber mantenido conductas sexuales de riesgo, es importante tener en cuenta ciertos datos de cada paciente, sobre todo los relacionados con los hábitos sexuales (al menos, los más recientes), para lo que se realizan entrevistas sexuales. Esto, unido a la edad, el sexo, la posibilidad de embarazo en curso o las preferencias sexuales permitirá al médico de Atención Primaria decidir qué prueba hacer en cada caso, como recuerdan en la Actualización de Medicina de Familia de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC)

Como cuenta Molero, “basta con el hecho de pensar que hemos mantenido una relación sexual de riesgo para tener, no solo el derecho, sino la obligación de que se te hagan las pruebas”. 

Al fin y al cabo, se trata de un tema de salud pública. “Tampoco importa si hablamos de personas del mismo sexo o de sexo diferente. En el caso de que el médico no nos permita el acceso a las pruebas, se puede poner una reclamación o cambiarse de médico, porque se trata de un tema importante, grave y fundamental”, añade la experta. 

Según la semFYC, existen otros factores de riesgo: ser menor de 25 años; mantener relaciones con una persona con ITS o con diferentes parejas; tener antecedentes previos de ITS; la prostitución; el consumo de drogas y/o alcohol asociado a las relaciones sexuales o el haber sido víctima de violencia sexual.

¿Hay que esperar a tener síntomas? No: muchas ITS son asintomáticas

Por otra parte, no todas las ITS producen síntomas, como en el caso del VIH o de la hepatitis B, por lo que estos no deben convertirse en el criterio principal o único para la realización de las pruebas. 

No tener síntomas “no significa que no se esté contagiando a otras personas, transmitiendo la infección al tener relaciones sexuales, contribuyendo a su propagación”, recuerdan desde Sanidad de Castilla y León. Por eso, ante una conducta sexual de riesgo, “es preciso el examen médico y, en ocasiones, un análisis de sangre u otras pruebas, para establecer el diagnóstico definitivo”, añade. 

Otro ejemplo representativo es la clamidia. Más del 70% de las mujeres y del 50% de los hombres con esta infección no presentan síntomas. Además, según Molero, puede tener unos efectos importantes, sobre todo en el caso de la mujer: desde enfermedad inflamatoria pélvica hasta problemas de esterilidad posterior.

Tanto el origen como la presentación clínica de las ITS son muy variadas. “Nos podemos encontrar úlceras, verrugas, prurito o lesiones en la piel o mucosas [...]”, señala la Guía de Buena Práctica Clínica en Infecciones de transmisión sexual del Consejo General del Colegio de Médicos (CGCOM).

Hay síntomas que muchas veces son similares. Entre ellos, en mujeres, se encuentra el aumento del flujo o secreción vaginal, así como la variación de su tono (amarillo o verdoso) y olor; la aparición de picor en la zona genital, además de dolor o escozor al orinar y lesiones en la piel de la vulva. En hombres, los más comunes son la secreción purulenta por el pene, la sensación de escozor al orinar, el enrojecimiento del glande, picor o la aparición de ulceraciones u otras lesiones en el prepucio o glande. 

En caso de presentar síntomas, Molero recomienda, además de la visita a nuestro médico de atención primaria, preguntar por la correspondiente consulta ginecológica o de urología.

¿En qué consisten las pruebas? 

Independientemente de presentar o no síntomas, "de primeras no es posible diagnosticar todas las ITS", explica Molero. Es decir, las pruebas no miden todas las infecciones (y pueden ser de diversa índole). La experta señala que, normalmente, al acudir a nuestro médico de familia y comentarle la situación, "lo que se realizará es un cribaje que suele incluir el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), la hepatitis B y C y, por otra parte, la clamidia y el gonococo (mediante orina o a través de un cultivo). Si no hay sintomatología, lo que normalmente se hace es un cribado de sangre”.

Fuente: semFYC

En caso de que el resultado sea positivo en alguna de las infecciones, la semFYC indica que se debe realizar el cribado para otras ITS, incluyendo el VIH. También un seguimiento del paciente y la búsqueda y el estudio de contactos para alcanzar una identificación y tratamiento precoces. 

Eso sí, según la sociedad médica existen limitaciones: “Una de las principales [...] en los profesionales de Atención Primaria, además de la falta de tiempo, es la ausencia de un protocolo de actuación”.

Fuente: semFYC

Educar para prevenir

La información de calidad y una buena base en educación sexual son dos factores imprescindibles en la prevención de este tipo de infecciones. 

Bajo el punto de vista de Molero, hoy por hoy los jóvenes están informados, pero sigue habiendo obstáculos: “La dificultad está en el paso de la información a la acción. La tendencia de los adolescentes es pensar que a ellos no les va a pasar, que no las van a contraer [las ITS]. Se debe, sobre todo, a que es algo que no es inmediato, no vivimos las consecuencias en el momento. Por eso cuesta entender las repercusiones que puede tener”, opina la experta. De ahí su recomendación: recordar e incidir en el tema y educar en él constantemente. Tanto desde la administración como desde los medios de comunicación. 

“El problema es que falta una buena educación sexual integral, desde siempre. Nos faltan los cimientos. De tenerlos, dispondríamos de toda una base para entender lo que significa el autocuidado, de la importancia de protegerte a ti y a los demás y de reconocer una actitud sexual de riesgo. Si esa base no está, es mucho más complicado. Ahí es donde tenemos que insistir. No significa que tengamos que dejar de tener relaciones sexuales y comunicación erótica con otras personas, sino simplemente saber cuidarnos para disfrutar mejor”, reflexiona la médica sexóloga. 

Su propuesta es controlar los diferentes frentes: además de las campañas y la educación a nivel de escuela y familia, la concienciación a través de las aplicaciones de citas y en posibles sitios de encuentro, como las discotecas.


Primera fecha de publicación de este artículo: 30/06/2021

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