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MALDITA CIENCIA

¿Qué sabemos de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo?

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Literatura científica

Publicamos este artículo a partir de este otro que publicó la Agencia Sinc el 2 de septiembre de 2016.

Este jueves 11 de junio conocimos la noticia de que se ha detextado el primer caso de fiebre hemorrágica Crimea-Congo en el Bierzo, en León, en una paciente que se mantiene ingresada pero estable.

El virus de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo (FHCC) causa brotes graves de fiebre hemorrágica viral. El FHCC es bastante desconocido en España, aunque es endémico en los países situados por debajo de los 50º de latitud norte de África, los Balcanes, Oriente Medio y Asia. Nos habéis preguntado qué tipo de enfermedad es esta, así que aquí van algunas preguntas y respuestas para aclararlo.

¿Cómo ha llegado a nuestro país?

Entre sus huéspedes figuran una amplia variedad de animales salvajes y domésticos como vacas, ovejas y cabras. Muchas aves son resistentes a la infección, pero los avestruces son vulnerables y han sido identificados como el origen de casos humanos.

Los animales se infectan por la picadura de garrapatas infectadas y el virus permanece en el torrente circulatorio durante aproximadamente una semana tras la infección, de modo que, cuando otra garrapata pica al animal, se perpetúa el ciclo garrapata-animal-garrapata.

Aunque hay varios géneros de garrapata que pueden verse infectados por el virus de la FHCC, Hyalomma constituye el vector principal.

Transmisión a humanos

El virus de la FHCC se transmite a las personas ya sea por la picadura de garrapatas o por contacto con la sangre o tejidos de animales infectados durante o inmediatamente después de la matanza. La mayoría de los casos se han dado en personas relacionadas con la industria ganadera, como trabajadores agrícolas, trabajadores de mataderos y veterinarios.

Puede haber transmisión entre seres humanos en casos de contacto estrecho con sangre, secreciones, órganos u otros líquidos corporales de personas infectadas.

También se producen infecciones nosocomiales como consecuencia de la mala esterilización del equipo médico, la reutilización de agujas y la contaminación de los suministros médicos.

La duración del periodo de incubación depende del modo de contagio del virus. Después de la picadura de garrapata, la fase de incubación es generalmente de uno a tres días, con un máximo de nueve días. El periodo de incubación tras el contacto con sangre o tejidos infectados es de cinco o seis días, con un máximo documentado de 13 días.

Síntomas y letalidad

Los síntomas comienzan de forma súbita, en forma de fiebre, mialgia (dolor muscular), mareo, dolor y rigidez de cuello, lumbago, cefalea, irritación de los ojos y fotofobia (hipersensibilidad a la luz).

Puede haber náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal y dolor de garganta al principio, seguidos de bruscos cambios de humor y confusión.

Al cabo de dos a cuatro días, la agitación puede dar paso a somnolencia, depresión y debilidad, y puede aparecer dolor abdominal en el cuadrante superior derecho, con agrandamiento del hígado detectable.

Otros signos clínicos posibles son taquicardia (aumento del ritmo cardiaco), adenopatías (inflamación de los ganglios linfáticos) y erupción petequial (erupción por hemorragia cutánea) en mucosas internas, por ejemplo en la boca y la garganta, y en la piel.

Las petequias pueden dar paso a erupciones más grandes llamadas equimosis, así como a otros fenómenos hemorrágicos.

La tasa de mortalidad asociada es de aproximadamente un 30%, y la muerte sobreviene durante la segunda semana. Entre los pacientes que se recuperan, la mejoría comienza generalmente al noveno o décimo día tras la aparición de la enfermedad.

Consejos para reducir el riesgo de transmisión

Para reducir el riesgo de transmisión de esta enfermedad a través de garrapatas es recomendable usar ropa protectora (manga larga, pantalones largos), que esa ropa sea de color claro para poder detectar fácilmente las garrapatas adheridas y rociarla con acaricidas autorizados (productos químicos que matan las garrapatas); aplicar repelentes autorizados en la piel, examinar regularmente la piel en busca de garrapatas y eliminarlas de forma segura, controlar las infestaciones por garrapatas en los animales y en los establos y graneros y evitar zonas en las que abunden las garrapatas, y las estaciones más activas.

En el caso de la transmisión directa entre animales y personas, el consejo es usar guantes y otro tipo de ropa protectora durante la manipulación de los animales, sobre todo durante la matanza y el despiece, y someter a los animales a cuarentena antes de llevarlos al matadero o tratarlos sistemáticamente con plaguicidas dos semanas antes de la matanza.

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