Si alguna vez has intentado calcular cuánto llevas a remojo en función de lo arrugados que tenías los dedos, eres de los nuestros. Sabemos que, cuanto más tiempo estamos en el agua, más evidentes son los pliegues en nuestras manos y pies (hasta cierto punto, claro) pero, ¿por qué sucede?
En la superficie de la capa más externa de la piel, la epidermis, hay una capa córnea gruesa que desempeña un papel básico en proteger el cuerpo y limitar la cantidad de agua que perdemos a través de la piel. "Esta capa tiende a 'súper hidratarse', captando gran cantidad de agua e hinchándose, y eso hace que se marquen los pliegues naturales (las huellas dactilares). No tiene mucha capacidad de retención, por eso desaparece pronto", explica a Maldita Ciencia José Carlos Moreno, presidente de honor de la Asociación Española de Dermatología y Venereología. "Es un efecto pasajero y sucede solo en las manos y pies porque aquí la capa córnea es más delgada que en el resto del cuerpo", apunta Moreno.
Además, añade que en el resto de la piel la captación de agua es fundamental para la hidratación, por eso es importante usar cremas hidratantes después del baño o la ducha, para evitar la pérdida de agua que la piel "ha recogido".
“Realmente todavía no está claro por qué se produce” explica a Maldita Ciencia Paloma Borregón, dermatóloga y miembro de la AEDV. “Es un tema que se ha investigado, pero no queda clara la causa concreta”. La experta señala que, durante mucho tiempo se consideró la opción de que ocurriese por un efecto osmótico, de regulación, de equilibrio entre líquidos entre nuestra piel y el exterior (esta vez, lleno de agua).
Aunque algunos científicos han barajado la posibilidad de que este efecto al "permanecer en remojo" tenga una función específica (que con el cambio de textura digital fuese más fácil sostener objetos en el agua), no hay evidencias suficientes para sugerir que esa sea la causa.
También se estudia la opción de que estas arrugas estén relacionadas con el sistema nervioso y que sean los nervios quienes desencadenen la constricción de los vasos sanguíneos bajo la piel, reduciendo el volumen de estos tejidos, como explica un artículo de la revista Science. De hecho, si se cortan o dañan ciertos nervios, la piel de las manos o los pies no se arrugará al mojarse. “Pero, como digo, no está claro. Se trata tan solo de teorías”, concluye Borregón.
Primera fecha de publicación de este artículo: 30/09/2020