Nos habéis preguntado a través de TikTok por un vídeo que circula en esta red social que nos anima a regar las plantas con una disolución de sangre menstrual y agua. Según el vídeo, al “contener tres de los macronutrientes primarios de las plantas” (nitrógeno, potasio y fósforo) esto haría que estas creciesen fuertes, formaran raíces y no perdiesen su color verde. Sin embargo, esta composición no es exclusiva de la sangre menstrual, sino de gran parte de los abonos orgánicos naturales.
“La sangre menstrual, como cualquier otro componente orgánico (excrementos, orines, residuos orgánicos como hojas, peladuras de frutas y hortalizas...) puede usarse como abono orgánico natural. Los componentes básicos que, según el vídeo, tiene esta, los contienen la práctica totalidad de los abonos orgánicos naturales”, explica a Maldita Ciencia Ricardo Díaz Martín, decano del Colegio de Químicos y la Asociación de Químicos e Ingenieros Químicos de Madrid. “No se trata, por tanto, de nada extraordinario”, añade.
Pero cuidado, si añadiésemos sangre menstrual a una planta continua y directamente, sin diluir, la estropearíamos, la quemaríamos, al ser esta una sustancia tan rica y completa.
“Lo mismo ocurre, por ejemplo, con los purines de los cerdos (la mezcla de los residuos resultantes de la limpieza diaria, con agua, de sus excrementos y de otros desechos que se acumulan en las granjas). Estos tienen muchísima riqueza, pero si los añades al suelo directamente, sin diluir, lo quemas. Si se utilizan en exceso, asfixian a la planta”, explica Díaz. “Sería como si a una persona se le obligara a comer todos los días 10 kilos de carne. Al final, no podría con ello. A la planta le pasaría algo similar”, añade.
Por eso, como se muestra en el vídeo, en caso de utilizar puntualmente este método, habría que diluir la sangre antes de verterla en la planta.
Díaz recuerda que, al incluir esta técnica como posible forma de abono orgánico natural, también podríamos hacerlo con heces, posos del café o un compost de cáscaras de frutas trituradas (de nuevo, diluido) y que “incluso serían métodos más interesantes”. "Si realizásemos un pequeño compostaje casero con peladuras de frutas y hortalizas, tendríamos un abono menos escatológico y más completo por la diferente naturaleza y heterogenidad de la materia orgánica”, indica Díaz.
Además, hay que tener en cuenta que la disolución de la que habla el vídeo, al estar elaborada con sangre, puede contener patógenos infecciosos transmitidos por este fluido y ser el caldo de cultivo para microbios potencialmente peligrosos.
¿Cómo y cuándo las plantas aprovechan estos componentes?
Como explica Díaz, el nitrógeno de la sangre se encuentra en las proteínas y de esta forma la planta no puede asimilarlo. “Para ello, para que el nitrógeno llegase a su forma nítrica (la orgánica, la que sí aprovecha una planta) se necesitaría un proceso de descomposición. Este puede conllevar bastante tiempo y, muy probablemente, origine la emisión de volátiles con malos olores (como ocurre con muchos otros abonos orgánicos)”, señala el experto. “Los orines, por ejemplo, tienen el nitrógeno en forma amoniacal y tardan menos tiempo en hacerlo asimilable en forma nítrica para la planta”, añade.
Sobre el tiempo necesario para que fósforo y potasio alcancen la forma asimilable para la planta, el contexto es similar. Díaz, además, recuerda que la sangre contiene hemoglobina y, por lo tanto, hierro. “Este elemento puede ser no conveniente según para qué tipo de planta”, indica. “En resumen, abonar de esta forma nunca tendrá la misma efectividad que si se emplea algún fertilizante comercial orgánico o inorgánico”, concluye.