Crustáceos, moluscos, mostaza, apio... ¿Están estos elementos entre los ingredientes de un mollete de pan? Pues como bien te sugiere tu sentido común, por norma general, no. Nos habéis preguntado por un tuit con una fotografía del etiquetado de una barra de pan en la que se pueden leer estos junto a otros componentes, como huevo, leche o frutos con cáscara. Esto no quiere decir que formen parte de sus ingredientes como tal sino, como bien especifica el etiquetado, que "puede contener trazas": cantidades mínimas de un determinado componente alérgeno que forman parte del producto final de forma no intencionada.
¿Y por qué se avisa de ellas? "El etiquetado precautorio es una mención que el responsable de la industria alimentaria hace de forma voluntaria para informar al consumidor de la posible presencia no intencionada de alérgenos", explica en su blog la dietista-nutricionista Beatriz Robles. "Es decir, que los alérgenos no forman parte del alimento, no son incorporados como ingredientes ni forman parte de la receta, pero pueden aparecer en el producto de forma involuntaria durante el procesado".
Como explica Robles, esto podría suceder en fábricas que elaboran productos distintos con composiciones variadas en los que unos pueden llevar alérgenos y otros no. "Según las características de la industria (maquinaria, turnos de trabajo, líneas de producción, formación del personal) unos productos pueden contaminarse con otros a través de los equipos o de los operarios. Y si uno de esos productos es un alérgeno puede ser un problema para una persona sensible. Por eso se aplica el Principio de cautela previsto en el Reglamento 178/2002", indica la experta.
No hay que confundir los componentes que siguen a expresiones como "contiene trazas de..." o "puede contener trazas de..." con los ingredientes alérgenos que sí forman parte de la composición o receta de un producto (que además deben aparecer con algún tipo de distinción, como en letra negrita). Este etiquetado sí es obligatorio e incluye cereales que contengan gluten, crustáceos, huevo, pescado, cacahuetes, soja, altramuces, moluscos o productos a base cualquiera de estos; leche y sus derivados, incluida la lactosa; frutos de cáscara, apio, mostaza, granos de sésamo y productos derivados de estos y dióxido de azufre y sulfitos.