Filomena, Gaetan, Hortense, Ignacio, Justine... 2021 ha empezado fresquito, fresquito. Por eso hemos decidido dedicarle nuestro consultorio científico semanal al frío y responder algunas de las dudas relacionadas que nos habéis planteado estos días. Si alguna vez te has preguntado por qué se te ponen los pelos de punta, los labios morados o tiritas cuando tienes frío, ¡quédate, que te lo contamos!
Y si tienes cualquier otra consulta, esté relacionada o no con el fresquíbiri, puedes preguntarnos utilizando nuestro WhatsApp (644 229 319), e-mail ([email protected]) o redes sociales (tanto Twitter como Facebook). Esperamos leerte pronto. De momento, ¡vamos al lío de esta semana!
¿Por qué tiritamos o temblamos cuando hace frío?
Seguro que te ha pasado alguna vez. Ante el frío, tu cuerpo ha comenzado a tiritar o temblar de forma automática. ¿A qué se debe? Lo hace para generar calor.
Como ya explicamos en Maldita Ciencia, nuestro cuerpo tiene sus propios mecanismos para regular la temperatura. Ante una situación de frío, “el cuerpo va a priorizar mantener la temperatura de los órganos internos”, señalaba el dietista y nutricionista Daniel Ursúa. “El mecanismo más evidente es que, cuando tenemos frío tiritamos y temblamos. De esta forma, nuestro cuerpo conserva o aumenta la temperatura central”, afirma.
Guadalupe Fontán, enfermera del Instituto de Investigación del Consejo General de Enfermería, explica a Maldita Ciencia que se trata de un mecanismo de defensa: "El cuerpo reacciona produciendo contracciones musculares, espasmos y relajación de los mismos para generar calor. Estas contracciones involuntarias provocan un aumento del riego sanguíneo y energía, generando calor y ayudando a mantener la temperatura".
Por su parte, José María Molero, médico de familia en la Comunidad de Madrid, portavoz del grupo de trabajo en enfermedades infecciosas de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), aclara que estos temblores forman parte de la termorregulación del cuerpo. El sistema nervioso es el encargado de la regulación de la temperatura y, en este caso, se produce esta reacción cuando detecta frío. "Al mover los músculos intenta aumentar la producción de calor", añade Molero.
¿Por qué, si tenemos frío, se nos ponen los pelos de punta?
Otra reacción al frío que forma parte de la termorregulación, es la piel de gallina, que también busca mantener el calor. "Al ponerse el vello en punta, se distribuye las corrientes de aire de una forma más eficiente y mantiene más el calor", explica José María Molero. Los pelos de punta son "una reacción que se produce por la activación de las células del folículo piloso y una contracción muscular que hace que los pelos se levanten o pongan en posición eréctil. Cuando tenemos frío el cerebro envía la señal nerviosa al folículo piloso y se genera esa contracción", aclara Guadalupe Fontán.
Es la conocida como piloerección gracias al músculo erector del pelo. El sistema nervioso simpático es quien activa esta reacción. También ocurre como respuestas a ciertas emociones. En ese caso el motivo es la liberación de adrenalina.
También se nos puede poner poner piel de gallina al consumir yohimbina, una sustancia psicoactiva que se extrae del árbol africano yohimba, o por la abstinencia del consumo de opiáceos en personas adictas a estas drogas.
¿Por qué la sal no sirve para descongelar el agua, sino para evitar que esta se congele?
Entre tanta nieve, hielo y precauciones nos hemos topado con una posible aliada: la sal. Esta semana nos habéis preguntado por qué se utiliza y si debemos hacerlo antes, durante o después de una gran nevada u ola de frío. Al contrario de lo que mucha gente cree, la sal no descongela, sino que evita que el agua se congele. ¿Cómo? Al entrar en contacto con esta y mezclarse, consigue que disminuya aún más la temperatura a la que se hiela o solidifica. Es decir, hace falta más frío para que el agua se congele si esta se ha mezclado con sal previamente.
"El contacto sólido-sólido, es decir, entre la nieve o el hielo y la sal, nunca es eficaz para deshacerlos. Para conseguir este objetivo, es necesario que la sal se disuelva en el agua líquida", confirma a Maldita Ciencia Ricardo Díaz Martín, decano del Colegio de Químicos y la Asociación de Químicos e Ingenieros Químicos de Madrid. "Una vez sucede esto, ese agua salada baja su temperatura de congelación (en función de la concentración, puede necesitar incluso - 10 ºC para congelarse)", añade.
La disminución de la temperatura del punto de congelación se conoce como descenso crioscópico. Este ocurre porque la temperatura de congelación de las disoluciones (agua más sal) es más baja que la temperatura de congelación del disolvente puro (solo agua).
Pero, ¿por qué baja la temperatura de congelación? Como explica Díaz, los iones salinos atraen sobre su superficie a las moléculas de agua, impidiendo que formen el cristal de hielo. Una vez la sal se mezcla con el agua, para que esta consiguiese cristalizarse (helarse), sería necesaria una temperatura menor, que retirase o minimizase la energía de interacción entre el ión salino y la molécula de agua.
"Por lo tanto, si yo añado sal sobre el hielo o la nieve, no hago nada: la sal no puede incorporarse en el hielo, no puede incorporarse dentro del cristal sólido para deshacerlo. No cabe", afirma el experto.
De ahí que las recomendaciones ante una gran nevada comiencen por retirar la nieve de las zonas de paso, sobre las que se debe echar la sal. Si no lo hacemos así, el primer deshielo de la nieve que hemos retirado hará que chorree agua en esa superficie y, en cuanto baje otra vez la temperatura, si nos encontramos a 0 ºC o menos, se congelará. Y ahí está: toda una pista de hielo, la misma que queríamos evitar.
"Si añado sal, en cuanto se produce el primer deshielo, el agua líquida la disolverá. Tendremos líquida salada que, como decíamos, presentará un punto de congelación muy por debajo de los 0 ºC", concluye Díaz.
¿Por qué, cuando pasamos frío, los labios se ponen morados?
Entre las (gélidas) dudas que hemos recibido esta semana, también nos habéis preguntado por una consecuencia bastante visual del frío: por qué hay veces que los labios se tiñen de un color morado o azulado. La respuesta es sencilla: la causa es la vasoconstricción provocada por la baja temperatura a la que estamos expuestos, que hace que llegue menos sangre a determinadas zonas y, por lo tanto, pierdan su característico color rosado (debido precisamente a este líquido).
Que nuestros labios se tiñan de azul o morado ocurre por un proceso llamado cianosis. Sucede cuando a determinada parte de nuestro cuerpo (también puede ocurrir en los dedos de las manos y pies o en la piel en general) no le llega suficiente oxígeno debido a la disminución del tamaño de los vasos sanguíneos que distribuyen la sangre a la zona.
En condiciones de mucho frío, lo que hace el cuerpo para protegerse es producir una vasoconstricción a nivel periférico, como en las manos, pies o labios, para que a estas zonas llegue menor cantidad de sangre, que se redistribuirá hacia los órganos más importantes, como el corazón o los pulmones.
"Esta no deja de ser una respuesta fisiológica del cuerpo para intentar mantener la temperatura corporal, al disminuir la cantidad de sangre que discurre por las partes más expuestas al frío", explica a Maldita Ciencia Juan José de la Fuente Carrillo, médico del Servicio de Urgencias del Hospital Comarcal Valle de los Pedroches (Córdoba). "En estos casos no debemos preocuparnos. El único tratamiento es protegerse del frío. Cuando la temperatura de la zona aumente, la zona recuperará su color", añade.
Al producirse esta disminución del tamaño de los vasos sanguíneos, la zona, que recibirá menos sangre (la que origina el color rosado), adquiere una tonalidad azulona, al desaparecer precisamente la causa que hace que tenga un color rojizo o rosado.
Ahora bien, el frío no es la única causa por la que nuestros labios pueden adquirir una tonalidad similar. También puede ser el resultado de un problema a nivel pulmonar o cardiaco, entre otros.
"Los labios morados o cianosis labial puede ser causada por diferentes enfermedades que cursan con un déficit de oxígeno en nuestro organismo. Entre ellas, enfermedades del aparato respiratorio (EPOC, asma, tromboembolismo pulmonar, neumonías….) o cardiovascular (insuficiencias cardiacas, anomalías congénitas….)", señala De la Fuente. "Además de estas causas puede haber otras como son intoxicaciones, sobredosis de drogas o medicamentos, anemia y, como decíamos, la exposición al frío", concluye
Y por último...
Os recordamos que para diagnósticos concretos y dudas médicas, la mejor opción será recurrir a un profesional sanitario que estudie el caso y os recomiende la solución o tratamiento más adecuado. En esta época de salidas limitadas, muchos sanitarios están atendiendo a pacientes por vía telefónica, email o vídeollamadas. Para todo lo demás, ¡podéis contar con Maldita Ciencia! Estaremos encantados de dar respuestas a vuestra preguntas.
Primera fecha de publicación de este artículo: 29/01/2021