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Del daño en el músculo del corazón a la trombosis: las posibles secuelas cardiovasculares de la COVID-19

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En Maldita Ciencia ya os hemos explicado las secuelas que puede dejar haber padecido la COVID-19: del cansancio a la pérdida muscular o las alteraciones psicológicas. Los pacientes que han pasado esta enfermedad también pueden experimentar secuelas cardiovasculares, es decir, relacionadas con el corazón y los vasos sanguíneos. Dos ejemplos son el daño miocárdico y la trombosis. 

Sin embargo, Ángel Cequier, presidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), puntualiza a Maldita Ciencia que no se puede ser categórico con respecto a cuáles son las secuelas cardiovasculares de la COVID-19 porque por ejemplo no sabemos cuál va a ser la evolución de la afectación cardiaca de aquellos pacientes con problemas graves durante su hospitalización. 

Se necesitan más estudios al respecto porque la COVID-19 “es una enfermedad nueva y el seguimiento ha sido muy corto para sacar conclusiones”. Además, Cequier recuerda que en el aspecto cardiovascular los síntomas han estado asociados y exacerbados por la gran respuesta inflamatoria que se produce en todo el organismo.

La miocarditis y el daño miocárdico, entre las posibles secuelas de la COVID-19

David Vivas, cardiólogo del Hospital Clínico San Carlos (Madrid), cuenta a Maldita Ciencia que el paciente puede presentar trombos (sobre todo pulmonares), experimentar una inflamación del pericardio (membrana que rodea al corazón), problemas en el miocardio (la parte muscular del corazón), taquicardia (el corazón late demasiado rápido) o mala tolerancia al ejercicio. 

“Se han descrito casos de peor tolerancia al ejercicio físico tras la COVID-19 o de una sensación de ‘latido acelerado’, que en general no deberían afectar a la vida cotidiana”, afirma.

El cardiólogo Joaquin Azpilicueta explica a Maldita Ciencia que la COVID-19 tiene consecuencias directas sobre la salud y el riesgo cardiovascular. Por ejemplo, cita la miocarditis, una inflamación directa del músculo cardíaco que conlleva un deterioro de la capacidad mecánica de contracción y relajación del músculo y puede llegar a ser mortal.

La miocarditis por COVID-19 no es muy frecuente, según cuenta Cequier:Por cada 100 pacientes, puede haber uno o dos casos como máximo”. En ellos, según el experto, puede quedar un daño en el corazón que aún no sabemos cuánto tiempo persistirá. “Hay otras miocarditis por virus que tardan meses en recuperarse”, explica Cequier, que también es profesor titular de Cardiología de la Universidad de Barcelona y trabaja en el Hospital Universitario de Bellvitge (Barcelona).

Mientras que la miocarditis es la inflamación del miocardio producida directamente por el propio virus, algunos pacientes pueden sufrir daño miocárdico. Cequier explica que este es mucho más frecuente y se trata también de una inflamación, “pero no producida directamente por el virus sino por todo el tsunami inflamatorio que produce la COVID-19 a nivel sistémico”. 

Es decir, el daño miocárdico se debe a la acción global del virus en el organismo y, según el experto, es un parámetro asociado a un incremento de la mortalidad durante la hospitalización.

En un estudio publicado en la Revista Española de Cardiología se hizo un seguimiento de 433 pacientes: 186 con COVID-19 confirmada (el 22% de ellos con daño miocárdico) y 247 con COVID-19 descartada (el 21,5% con daño miocárdico). La mortalidad total hospitalaria en el grupo con COVID-19 confirmada fue del 18,8% (el 53,7% de los que tenían daño miocárdico) y entre los pacientes con COVID-19 descartada, del 4,1% (el 13,5% con daño miocárdico).

Pero aún hay que hacer estudios a medio y largo plazo para saber cuánto puede durar este daño: “Con aquellos pacientes que sobreviven, no sabemos muy bien lo que va a pasar. Los estudios que hay son estudios muy limitados, en muy pocos pacientes”. Sí  hay algunos estudios que indican que al cabo de un mes esta inflamación persiste en algunos pacientes.

Algunos pacientes pueden experimentar trombosis o fibrosis miocárdica

Entre las secuelas de la COVID-19, Azpilicueta menciona los problemas de coagulación con formación de trombos, que “responden a una afectación del recubrimiento interno de las arterias (endotelio)”. “Se manifiesta frecuentemente con trombosis en múltiples localizaciones simultáneas que producen daños severos en los órganos afectados y en el caso del corazón producen compromisos circulatorios (problemas de circulación) en arterias coronarias desencadenando infartos de miocardio”, indica.

Por otro lado, el cardiólogo señala que la inflamación del músculo cardiaco puede evolucionar en una fibrosis: “La fibrosis es una especie de cicatriz en la que el tejido original, funcional, se sustituye por tejido ‘fibroso’ inerte funcionalmente y con características mecánicas distintas (‘peores’) de las del órgano original”. 

“Si pensamos en que órganos como el corazón o el pulmón requieren una gran elasticidad y capacidad de cambio en su tamaño para funcionar, la fibrosis es un elemento que limita siempre, en mayor o menor medida, su capacidad de contraerse y relajarse o de expandirse y encogerse respectivamente”, añade. 

Los pacientes con patologías cardiovasculares previas tienen más riesgo de presentar complicaciones

¿Hasta qué punto es probable que una persona que ha sufrido la COVID-19 presente síntomas y secuelas cardiovasculares? A día de hoy no se sabe con certeza. “A pesar del gran número de casos diagnosticados de COVID-19 en España, la incidencia de estos trastornos es generalmente baja”, indica Vivas. 

El cardiólogo sostiene que cualquier paciente puede padecerlas pero los que más riesgo tienen son aquellos con patologías cardiovasculares previas como la hipertensión arterial (elevación de los niveles de presión arterial de forma continua o sostenida).

Cequier coincide en que los pacientes con factores de riesgo cardiovascular o que ya son cardiópatas, si bien no tienen más riesgo de contagio, si se infectan tienen más riesgo de presentar complicaciones

El cardiólogo recomienda realizar un seguimiento una vez superada la enfermedad mediante técnicas de imagen a aquellos pacientes que han tenido síntomas moderados o importantes de COVID-19 para ver la evolución del funcionamiento de su corazón

Además, aconseja a estos pacientes evitar realizar esfuerzos físicos intensos durante los primeros meses. Por ejemplo, “no recorrer en bicicleta 80 kilómetros al día o correr 12 kilómetros en una hora”.

“Menos bulos, más rigor científico” es un proyecto de DKV Salud con contenido editorial de Maldita.es.

Primera fecha de publicación de este artículo: 01/10/2020.

En este artículo ha colaborado con sus superpoderes el maldito cardiólogo Joaquin Azpilicueta.

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