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MALDITA CIENCIA

Siestas, manicuras, productos para mantener el bronceado y dificultad para perder peso en función de la edad. Llega el 107º consultorio a Maldita Ciencia

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¡Muy buenos días, malditas y malditos! Un viernes más os damos la bienvenida a nuestro consultorio, la herramienta definitiva para resolver desde esa dudilla que se te pasa a veces por la cabeza, a diferentes y trascendentales cuestiones científicas como si las siestas tienen beneficios (o no) para nuestra salud (sigue, sigue leyendo, que más abajo te lo contamos).

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¿Son eficaces los productos para alargar la duración del bronceado?

Nos habéis preguntado por los productos que presumen de alargar la duración del bronceado y si realmente lo consiguen. Como explica a Maldita Ciencia la dermatóloga y maldita Inés Escandell, que nos ha prestado sus superpoderes, en el mercado sí que existen productos que fardan de ello, por ejemplo, a través de la estimulación de la melanina, el pigmento por el que se produce la coloración de la piel, el pelo y los ojos. Pero ojo, que no es oro todo lo que reluce.

La experta indica que los estudios que avalan la eficacia de estos productos tienen limitaciones y están realizados por las propias marcas cosméticas. "La mayoría de ellos son in vitro (algunos in vivo, pero en un número muy limitado de pacientes) y muy poco accesibles. En cualquier caso, no son productos que hayan demostrado una gran eficacia: puede que aplicándolos se produzca un poco más de melanina ante la misma radiación ultravioleta, pero yo esto lo cogería con pinzas". En su opinión, uno de los principales métodos de estas lociones para prolongar el bronceado no deja de ser la función hidratante.

Otra forma de conseguirlo, según explica a Maldita Ciencia José Carlos Moreno Giménez, dermatólogo y presidente de honor de la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV), consiste en hacer uso de medicamentos ricos en betacarotenos (pigmentos orgánicos de color rojo anaranjado intensos en las plantas y las frutas) y lociones bronceadoras, que normalmente emplean extractos de plantas o un compuesto llamado dihidroacetona (DHA).

"En realidad, tanto unas como otra, lo que hacen es 'pintar' nuestra piel. No suelen dar problemas salvo que se tenga intolerancia a alguno de sus componentes", continúa el experto. Se sabe que los productos de bronceado sin sol que contienen DHA producen, en pocas horas, un bronceado relativamente prolongado (de 3 a 10 días, según la formulación), sin riesgos de daño a la piel siempre que no haya alguna intolerancia o alergia previa.

De hecho, según este estudio de 2018, la demanda de DHA "ha crecido significativamente durante el transcurso de la última década, impulsada por la pasión del consumidor por el bronceado y la creciente conciencia del daño solar causado por los rayos UV en la piel tras la exposición al sol". El Comité Científico de Seguridad del Consumidor de la Unión Europea evaluó en 2010 la seguridad del DHA como ingrediente autobronceador en formulaciones cosméticas y concluyó que su uso en formulaciones para la piel (en concentraciones de hasta el 10%) no supone un riesgo para la salud del consumidor.

Además, según Moreno, se puede mantener el bronceado si se mantiene la exposición a los rayos UV, ya sea de forma natural o a través de cabinas. Sin embago, el experto indica que es totalmente desaconsejable porque, a la larga, producirán envejecimiento de la piel y aparición de cáncer cutáneo. Como ya explicábamos aquí, proteger la piel de la radiación solar es impresdincible para no aumentar el riesgo de sufrir melanoma u otros tipos de cáncer de piel ya que esta es su causa principal. La recomendación que daba a Maldita Ciencia la dermatóloga Sara Gómez Armayones es evitar las quemaduras solares y la exposición solar directa, sobre todo en los niños menores de un año.

También podemos alargar ese tono más oscuro de la piel sin la ayuda de este tipo de productos o tratamientos. "Para empezar, si quieres prolongar el moreno, lo más lógico es no quemarse, utilizando un buen fotoprotector, y mantener la piel hidratada. Así evitaremos la descamación", señala Escandell. "Normalmente, si nos quemamos, el reemplazo de los queratinocitos (las células predominantes en la capa superficial de la piel) es más rápido. Lo habitual cuando eso ocurre es que estas células, que son las que están más pigmentadas, se desprendan y den paso a la piel con un pigmento normal", continúa.

Además, si exfoliamos (con productos adecuados) antes y durante los meses de la exposición al sol, al quitar la capa más superficial de la córnea (la más externa de la epidermis), se quedará una capa de células más jóvenes que conseguirá un aspecto más liso de la piel y que el bronceado quede más homogéneo y sea más duradero. "Todos los queranocitos pigmentados se irán desprendiendo a la vez, con lo cual la piel va a tener un mejor aspecto", explica Escandell, que recomienda llevar a cabo esta rutina cutánea una o dos veces a la semana durante la época en la que vaya a haber exposición solar.

Ahora bien, para que una piel luzca saludable, es imprescindible la protección solar. "Si no, a largo plazo, tendremos la piel irregular, con arrugas y manchas. El moreno, precisamente cuando es adquirido por exposición solar, va a fomentar este aspecto poco saludable de nuestra piel. Lo recomendable es evitar broncearse en exceso", concluye la experta.

¿Son perjudiciales los distintos tipos de manicura para las uñas?

Otra de las preguntas que nos habéis planteado esta semana es si las lacas de uñas, la manicura semipermanente o las uñas postizas pueden ser perjudiciales para las propias uñas. "Utilizarlos de forma moderada no es malo, pero su abuso, y sobre todo emplearlo sobre una uña ya enferma, puede volverla áspera, sin brillo y amarillenta, ya que los pigmentos pueden penetrar en la capa superior ungueal", explica a Maldita Ciencia José Carlos Moreno Giménez, dermatólogo y presidente de honor de la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV).

El esmalte de uñas clásico, el que se pinta sobre la superficie de la uña y luego se seca al aire, se elimina fácilmente con un quitaesmalte a base de acetona. Las dermatólogas autoras de este artículo publicado en Harvard Health Publishing, Janelle Nassim y Kristina Liu, explican que este compuesto "puede ser fuerte y dañino" para las uñas y "un menor tiempo de contacto con él puede significar menor daño para la placa de la uña, la piel y las cutículas". Por eso consideran que esto es una ventaja del esmalte clásico frente a otro tipo de manicuras que se eliminan peor y requieren más tiempo de contacto con la acetona.

Como contra, señalan que algunos colores, especialmente los más oscuros, "pueden provocar una decoloración no permanente". Aunque ambas aprueban estos esmaltes, recomiendan hacer descansos intermitentes y mantener tanto las uñas como las cutículas bien hidratadas entre manicuras.

Con respecto al esmalte de uñas semipermanente o de gel, el que se seca casi al momento utilizando una lámpara de luz ultravioleta, las dermatólogas inciden que, aunque dura más, tiene varias desventajas: en primer lugar, la exposición a este tipo de radiación, de cuyas consecuencias ya te hablamos aquí; pero también que el proceso por el que se retira puede ser dañino para las uñas ya que implica remojar estas en acetona, pulirlas y rasparlas para quitar el esmalte. Además, su uso durante periodos largos puede provocar fragilidad y sequedad en las uñas. Aun así, Nassim y Liu indican indican que es poco probable que este esmalte tenga efectos negativos a largo plazo si se usa esporádicamente.

En palabras de Moreno, uno de los problemas de las lacas permanentes es la dermatitis alérgica de contacto por acrilatos (uno de sus principales componentes). Además, si se abusa de ellas, las uñas pueden debilitarse, facilitando que estas se quiebren o resquebrajen con mayor frecuencia. "Hay que tener en cuenta que el esmalte puede esconder enfermedades de las uñas y retrasar su diagnóstico. No olvidemos que estas pueden sufrir consecuencias graves, como el melanoma, o ser una guía diagnóstica de enfermedades internas", explica el experto.

Por último, y sobre las uñas postizas, Nassim y Liu señalan como ventaja que no se necesita lámpara para el secado, por lo que no hay exposición a rayos UVA. Sin embargo, una de las grandes desventajas, y más en plena pandemia, es que los frascos con el material utilizado para hacer la uña se pueden usar para varias personas, "lo que podría convertirse en un depósito de microorganismos" y que el proceso de eliminación, al igual que el del esmalte de gel, es agresivo.

¿Cuesta más perder peso cuando ganas años?

Seguramente lo habrás oído alguna vez. O lo habrás vivido. Cuanta más edad, más difícil es adelgazar. Así que vamos a aclarar este punto. Respuesta corta: sí, es más complicado adelgazar según envejecemos. Hay varios motivos.

Pero primero hay que aclarar que por 'engordar' “realmente estamos refiriéndonos al aumento de grasa corporal. Para que este aumento ocurra es necesario que exista un desequilirio entre las calorías que ingerimos y las que gastamos”, explica a Maldita Diana Díaz Rizzolo, nutricionista e investigadora biomédica en diabetes y obesidad.

Una razón son las necesidades energéticas que “son diferentes en cada etapa de nuestra vida”, explica el maldito dietista-nutricionista Sevi González, que “no van a ser las mismas para personas de 18 años que de 50. Lo que pasa es que somos una especie rutinaria y de hábitos y la persona que crece comiendo de una determinada manera tiende a repetir dicha costumbre a lo largo de su vida” aunque la cantidad de energía que necesite sea menor pasados los años.

Otra causa es el metabolismo, ya que con la edad disminuye el gasto energético basal del cuerpo. Esto se debe a varios factores.

Uno de ellos es la composición corporal, que también es diferente en cada etapa vital: “El cuerpo con el paso del tiempo se convierte en un experto ahorrador de energía a la vez que se especializa en obtenerla de la forma más eficiente. Todo ello hace que si hacemos lo mismo que veníamos haciendo para adelgazar, el método empleado pierda eficacia [al envejecer] y/o directamente sea una pérdida de tiempo”, concluye González. “Con la edad, disminuye la proporción de masa muscular, que promueve un mayor gasto energético, y se sustituye por grasa, que gasta menos”, añade Díaz Rizzolo.

Este menor metabolismo también se debe a una redistribución de la grasa corporal, al disminuir la subcutánea e incrementarse “la grasa visceral que es la más peligrosa”, explica Díaz Rizzolo. Además, los cambios hormonales y una disminución del ejercicio pero también menor actividad física de la vida cotidiana como caminar también propician la acumulación de grasa. También influyen los propios procesos de envejecimiento como la inflamación, el estrés oxidativo y el acortamiento de la parte final de los cromosomas (telómeros), añade la dietista-nutricionista.

Por todos estos motivos, “sin una adaptación dietética con restricción calórica o, sin un aumento sustancial de la actividad física diaria, la tendencia con el avance de la edad es la ganancia de grasa”, concluye Díaz Rizzolo.

Todos estos factores los resume a Maldita Ciencia la dietista-nutricionista Bárbara Sánchez: “A más edad, mayor porcentaje graso y menor porcentaje de masa muscular, y eso se transforma en una menor tasa metabólica basal. A misma actividad, gastamos menos, pero es que además, suele ir unido a que con la edad cada vez nos movemos menos. De ahí que cueste más adelgazar”.

¿Las siestas son buenas para la salud?

Echar una cabezada después de comer, especialmente cuando estamos de vacaciones. ¿Quién no lo ha hecho alguna vez? ¿Pero qué nos dice la ciencia sobre el efecto en la salud de las siestas? ¿Es beneficiosa o perjudicial? Lo cierto es que no está claro: hay algunos estudios científicos pero muestran resultados contradictorios.

Por un lado, una investigación publicada en 2015 observó que las personas con hipertensión arterial que se echaban una siesta tenían una menor tensión arterial y más baja cuanto más tiempo duraba la siesta.

Otro estudio de 2010 incide en que las siestas mejoran el rendimiento cognitivo. Los beneficios de las siestas breves (de 5 a 15 minutos) son casi inmediatos después de la siesta y duran un período limitado (de 1 a 3 horas), mientras que las siestas más largas (más de 30 minutos) producen una mejora del rendimiento cognitivo durante un período más largo (hasta muchas horas). Este estudio también concluye que los que duermen la siesta regularmente parecen mostrar mayores beneficios que los que rara vez se echan la siesta.

La siesta también es buena para la memoria. Por todo ello, la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos recomienda siestas cortas de 20 a 30 minutos para mejorar el humor, el estado de alerta y el rendimiento .

No obstante, la siesta también tiene sus riesgos. Si te echas una siesta demasiado tarde, podría afectar a tus patrones de sueño nocturno y dificultar dormir en la noche. Además, las siestas pueden dejar a las personas con inercia de sueño, especialmente cuando duran más de 10 o 20 minutos, advierte en el mismo documento la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos. La inercia del sueño es la sensación de aturdimiento y desorientación tras despertar. 

Si bien este estado de menor capacidad cognitiva suele durar sólo de unos pocos minutos a media hora, puede ser perjudicial para quienes deben hacer actividades inmediatamente después de despertarse de un período de siesta. El deterioro y la desorientación posteriores a la siesta son más graves, y pueden durar más tiempo, en las personas que se ven privadas de sueño o que duermen la siesta durante períodos más largos, según la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos.

En China un estudio encontró una relación entre un mayor riesgo de diabetes mellitus o de tipo 2 entre las personas mayores de 50 años que se echan siestas. Un trabajo asoció un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares con siestas de menos de 30 minutos pero mayor probabilidad si duran más de 45 minutos.

Varios de los estudios que hemos citado encuentran relación entre la siesta y otros parámetros pero eso no significa que uno provoque el otro. Es decir, correlación no implica causalidad. Si quieres saber más al respecto, en este artículo explicamos qué significa que correlación no significa causalidad.

¡Ojo! Que no hemos terminado...

Antes de despedirnos, hay algo que queremos (y debemos) recordarte las veces que haga falta: no somos médicos, somos periodistas. Puedes contar con nosotros para todo aquello que esté en nuestra mano, ¡por supuesto! Pero si lo que necesitas es un diagnóstico concreto y o tienes dudas médicas específicas, la mejor opción será que recurras a un profesional sanitario que estudie el caso y te recomiende la solución o tratamiento más adecuado. ¡Gracias por leernos y buen fin de semana!

Primera fecha de publicación: 04/09/2020.

Para la redacción de este artículo, nos ha prestado sus superpoderes el dietista-nutricionista Sevi González y la dermatóloga Inés Escandell.

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