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MALDITA CIENCIA

Limpiar las latas antes de beber, melón para cenar y estrías en la piel: llega a Maldita Ciencia el consultorio 105º

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¡Buena previa al fin de semana, malditas y malditos! El consultorio científico de Maldita Ciencia esta a punto una semana más para responder a todas las dudas que nos habéis planteado durante los últimos días. En esta ocasión, las escogidas han sido sobre el alcohol, las estrías, el melón, el pepino y las latas de bebida.

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¿Hay que limpiar las latas de bebida antes de usarlas?

A lo mejor lo haces como un acto mecánico: pasarle una servilleta a una lata de refresco antes de bebértela. Pero, ¿realmente conviene limpiar las latas de bebida? Luis Pastor, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y uno de nuestros malditos, explica a Maldita Ciencia que conviene limpiar las latas tanto si se va a beber de ellas directamente como si se va a beber en un vaso “porque acumulan suciedad en la zona de la lengüeta y la anilla”. 

Para él, lo ideal sería verter el contenido de la lata en un vaso y beber de ahí. Si se va a beber directamente de ella, “se puede lavar antes de ponerla a enfriar”. ¿Cómo? “Con una bayeta y agua jabonosa o con lejía diluida en agua”, responde.

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Por su parte, la dietista-nutricionista Beatriz Robles indica a Maldita Ciencia que no solo es recomendable lavar las latas de bebidas antes de abrirlas, sino que también es aconsejable limpiar las de cualquier alimento en conserva. Por ejemplo, el pescado. La razón es que “a lo largo de la cadena de distribución pueden contaminarse con microorganismos que hay en las superficies, el ambiente o los manipuladores”. 

“Al abrir la lata, el alimento podría entrar en contacto con estos gérmenes. Esto es todavía más importante si vamos a beber directamente de ella, ya que estaremos chupando la superficie”, sostiene. Con un lavado con jabón bajo el grifo, “es suficiente”. Otros métodos como pasar una servilleta por el borde eliminan parte de la suciedad y el polvo pero “no son suficientes para arrastrar los microorganismos”. 

Existen diferentes bulos sobre lo que puede ocurrir en las latas. Por ejemplo, este que afirma que en ellas vive un "bichito" o uno sobre los refrescos contaminados con orina de rata. Este último lleva años circulando y ha sido desmentido tanto en Urban Legends como en Snopes. Aunque la leptospirosis existe (es una infección causada por una bacteria), no se conoce ningún caso de contagio por beber de las llamadas "latas de la muerte", tal y como explica Verne.

Miguel Aballe, presidente de la Asociación de Latas de Bebidas, recuerda que las latas se esterilizan antes y después de llenarse y que además los paquetes se suelen cubrir con plástico antes de distribuirse.

Además, según recoge Verne, la Organización de Consumidores y Usuarios publicó un estudio en 2002 en el que apuntaba que la limpieza de las latas era mejorable, pero "no hay nada en el exterior de estas latas que pueda hacernos enfermar". En ningún caso encontraron contaminación fecal de mamíferos, insectos o aves en la muestra que tomaron.

También hay que tener en cuenta que, en ocasiones, puede haber bebidas o alimentos que vienen en lata que no están en buenas condiciones de consumo. El dietista-nutricionista Daniel Ursúa recuerda a Maldita Ciencia que es muy importante fijarse en que los envases no hayan sufrido ningún golpe o abolladura y en que al abrirlos "se produzca el característico sonido de estos envases".

Según explica, las latas tienen diversas capas internas que protegen su contenido tanto del exterior como de que los propios materiales de la lata no migren al interior del alimento o la bebida. “Aunque presenten golpes muy pequeños o no se aprecie que el líquido salga de ella, ante la mínima sospecha de que se haya podido producir cualquier tipo de daño, es mejor desecharla y, en caso de no haberla comprado todavía, avisar al personal del supermercado”, recomienda Ursúa.

¿Son indigestos el pepino o el melón por la noche? 

Seguimos con otro mito alimentario. Nos habéis consultado si es cierto que el pepino o el melón son indigestos por la noche. No hay evidencias científicas de que sea así. 

Beatriz Robles confirma que se trata de un mito. No obstante, apunta que sí es posible que haya intolerancias individuales o que tengamos la sensación de que alguno de estos alimentos nos “repite”. Esto ocurre, según cuenta, especialmente con el pepino

Se debe a “la presencia de cucurbitacinas”. "Son sustancias defensivas que se encuentran en el extremo del tallo y justo por debajo de la piel. Le dan amargor. En grandes dosis puede provocar intoxicaciones alimentarias mientras que en cantidades normales se le atribuye la formación de gases en el estómago”, explica.

Por otro lado, cuando se rompen los tejidos del pepino (ya sea en el corte, el cocinado o al masticarlo), “los ácidos grasos insaturados de las membranas celulares se ponen en contacto con enzimas oxidantes y se descomponen dando lugar a compuestos volátiles que dan el olor característico al pepino", afirma la experta.

Es decir, al comer pepino, se van liberando dichos compuestos volátiles y las cucurbitacinas “producen gases que expulsamos en forma de eructos, que a su vez llevan esos compuestos volátiles que se han formado”. “Por eso percibimos el sabor en la boca”, afirma. Para evitarlo, la experta recomienda no consumir las partes que contienen más cucurbitacinas (responsables de la formación de gas) como los extremos del pepino.

Nuestro maldito Luis Pastor confirma que no es cierto que el pepino ni el melón sean indigestos por la noche. “Ambos alimentos son fundamentalmente agua (un 90% en el caso del melón) y fibra, lo cual los hace muy digestibles”, sostiene el especialista en Medicina Familiar, que tiene conocimientos sobre nutrición. 

Sí es recomendable “evitar consumirlos en grandes cantidades, como cualquier alimento”. Además, explica que también hay que prestar atención a que las cenas no sean copiosas. “Estimulantes y picantes pueden asegurarnos una mala digestión y una noche de insomnio”, añade.

¿Por qué surgen las estrías?

En esta época del año, los bañadores y bikinis dejan al descubierto unas marcas cutáneas que seguramente te son familiares: las estrías. Estos surcos o hendiduras que surgen en la piel tanto de hombres como de mujeres son muy visibles por el adelgazamiento y hundimiento localizado de la epidermis y por el color violáceo, rosado, nacarado o blanquecino que suelen presentar.

Las zonas más frecuentes donde aparecen son el abdomen, los senos, las caderas, los glúteos y los muslos. Se producen como consecuencia de una rotura y pérdida parcial de colágeno y elastina (proteínas que dan resistencia y elasticidad a la piel) en la región afectada, lo que provoca un descenso de la cohesión cutánea.

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La pregunta del millón es por qué surgen y no tiene una única respuesta. “El motivo fundamental son las variaciones rápidas en el peso, que producen una distensión de la piel y hacen que esta "se fragmente" dando lugar a la estría. No todas las personas tienen la misma propensión a desarrollarlas y sabemos que la genética es uno de los factores que más determina el tenerlas o no”, señala a Maldita Ciencia Natalia Jiménez, dermatóloga de la Academia Española de Dermatología y Venereología

También influyen el sobrepeso u obesidad infantil, ser fumador, tener la piel oscura (fototipos V o VI), tratamientos prolongados con corticoides y embarazos en pacientes muy jóvenes o con mucha ganancia de peso en poco tiempo, como detalla a Maldita Ciencia Inés Escandell, dermatóloga del equipo Dermotheque y maldita que nos ha prestado sus superpoderes.

Aunque, como hemos dicho, afectan tanto a hombres como a mujeres, ellas las sufren 2,5 veces más que ellos, según un estudio publicado en la revista Offarm. Se calcula que un 58% de las adolescentes presentan estrías, mientras que en el embarazo esta proporción aumenta hasta el 75%-95% de las gestantes, sobre todo primerizas. 

¿Se pueden prevenir? Las expertas que hemos consultado coinciden en que es muy difícil impedir su aparición, más allá de evitar los cambios de peso o volumen muy bruscos (algo que en los embarazos es imposible de evitar) y mantener la piel bien hidratada, “aunque eso no evitará que aparezcan si existe una predisposición para ello”, recalca Escandell. 

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Cuando han surgido, el tratamiento depende del color y el estado de la estría. “Una vez que la estría ha salido no es posible eliminarla por completo, pero sí mejorarla de una forma significativa. Lo más importante es acudir de una forma precoz al dermatólogo, ya que sabemos que las estrías recientes (de color rojo) son mucho más fáciles de mejorar que las que son blancas y tienen mucho tiempo de evolución”, recomienda Jiménez.

Desde Argentina la dermatóloga Gabriela Litwak, que también nos ha prestado sus superpoderes, destaca que “si están rojas lo único que tiene evidencia científica es el uso de ácido retinoico en crema indicado por dermatólogos”. También se pueden hacer peelings en consultorios.

Si la estría es blanca es más difícil de mejorar “pero no imposible”, según la experta, que aconseja constancia pues son tratamientos largos. “Eliminarlas al 100% nunca podemos garantizarlo, pero sí bajan un excelente porcentaje por medio de láser, microneedling (inducción de colágeno) y, en menor medida, medicamentos tópicos”, resalta la dermatóloga Patricia Gutiérrez, de D’Klinic, que también nos ha prestado sus superpoderes.

¿Es verdad que el alcohol “calienta” el cuerpo?

Y para terminar nuestro consultorio, nos habéis preguntado si es cierto que el alcohol “calienta” el cuerpo. No es verdad. De hecho, puede proporcionar una falsa sensación de calor pero en realidad favorece su pérdida.

Nuestro cuerpo tiene sus propios mecanismos para regular la temperatura y el alcohol interfiere en ellos, según el dietista-nutricionista Daniel Ursúa. Ante una situación de frío, “el cuerpo va a priorizar mantener la temperatura de los órganos internos”. 

“El mecanismo más evidente es que, cuando tenemos frío tiritamos y temblamos. De esta forma, nuestro cuerpo conserva o aumenta la temperatura central”, afirma. Pero el alcohol “actuaría eliminando este mecanismo, por lo que nos expone más a una bajada generalizada de temperatura”.

Otro de los mecanismos que utiliza nuestro cuerpo para mantener la temperatura de los órganos internos consiste en “reducir el caudal sanguíneo en las zonas más expuestas”. Es decir, las manos, los pies o la cara. 

Ursúa explica que el alcohol “abre ese caudal a los miembros externos dándonos la sensación de aumento de temperatura”. Este aumento “no es real, puesto que se está bajando la temperatura central del cuerpo, lo que puede acabar en hipotermia”. 

Esto ocurre porque el alcohol es vasodilatador. Dilata los vasos sanguíneos periféricos, lo que hace que se pierda calor (si no sentimos frío es por el efecto sedante sobre el sistema nervioso).

“El signo más evidente de esto es que una persona puede estar sonrojada y hasta sudando a pesar de que esté en un ambiente frío y esto se debe al efecto del alcohol”, afirma Ursúa.

El Ministerio de Sanidad explica en su web que aunque el alcohol produce una sensación momentánea de calor al dilatar los vasos sanguíneos y dirigir la sangre hacia la superficie de la piel, "en poco tiempo la temperatura interior del cuerpo disminuye y se siente más frío". "Por eso, en situaciones de embriaguez hay que abrigar y proporcionar calor a la persona y nunca intentar espabilarla con duchas frías", indica.

Antes de que os vayáis...

Como todas las semanas llegados a este punto nos gustaría recordaros que estamos aquí para resolver todas las dudas y preguntas que tengáis respecto a información científica, pero que si lo que te inquieta tiene que ver con un diagnóstico, tratamiento o afección personal, lo único que podemos aconsejarte es que acudas a un profesional sanitario que conozca personalmente tu caso y pueda tratarte adecuadamente.

En este artículo ha colaborado con sus superpoderes el maldito Luis Pastor, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, y las malditas Inés Escandell, Gabriela Litwak y Patricia Gutiérrez, dermatólogas.

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Primera fecha de publicación del artículo: 21/08/2020.

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