No habéis vuelto a preguntar por un post de Facebook que advierte que, en relación a la COVID-19, el público general no debe utilizar mascarillas con válvula ya que en estas "el aire sale tan libremente como si fuera un agujero" por lo que "quien las lleva contagia lo mismo que si no lo hiciera". Según el texto, deberían usarlas solo el personal sanitario y los cuidadores que no tienen más remedio que respirar cerca de enfermos, pero no todo aquel que sale a la calle, a hacer la compra o al trabajo. El autor del post es Ricardo Cubedo Cervera, oncólogo y lo que dice sobre este tipo de mascarillas es cierto.
"La válvula de exhalación se incluye en algunos tipos de mascarillas autofiltrantes, un equipo que está diseñado para evitar que sea el portador el que inhale un aerosol, en este caso contaminado por coronavirus. Tanto con como sin válvula esa es su función principal", indica a Maldita Ciencia Javier Díaz Alonso, responsable técnico de la Asociación de Empresas de Equipos de Protección Individual (ASEPAL).
Según cuenta a Maldita Ciencia Fernando Usera, del Servicio de Bioseguridad del Centro Nacional de Biotecnología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el papel de la válvula es producir una menor fatiga a la persona que porta la mascarilla. "Las mascarillas con válvula se utilizan, por ejemplo, en laboratorios de bioseguridad, como equipo de protección individual cuando no te quieres contagiar con el material biológico de riesgo que estás utilizando", explica*.
"Es un elemento que mejora muchísimo la ergonomía de quien la usa porque evita que dentro del protector respiratorio se acumule el aire caliente y húmedo que puede causar incomodidades al portador", añade Díaz Alonso.
La función de la válvula de la que disponen es filtrar el aire que se inhala, es decir, el aire que respira la persona que la lleva puesta; pero no lo hace con el aire que exhala, sino que simplemente hace que su temperatura disminuya. Así lo indican en las especificaciones de compra de estas las mascarillas autofiltrantes: "Ayuda a proteger al usuario contra contaminantes volátiles peligrosos filtrando las partículas del aire inhalado. La válvula permite llevarla puesta con mayor comodidad y frescura, ya que elimina la acumulación de calor y permite que el aire exhalado salga de la mascarilla sin filtrar".
Las mascarillas con válvula no filtran el aire que se expulsa al respirar, solo el que se inhala, por eso están reservadas para el personal médico que atiende a pacientes con COVID-19
Como venimos diciendo, este tipo de mascarilla es eficaz para no respirar partículas contaminadas, pero no impide que las que nosotros emitimos lleguen a nuestro entorno. "No es exactamente un agujero más, pero sí: las mascarillas FFP2 y FFP3 que tienen válvula de exhalación pueden dejar salir pequeñas gotitas que, si no cumplimos la distancia de seguridad, no aseguran protección", explica a Maldita Ciencia Gemma del Caño, experta en industria alimenticia.
"La válvula de la que disponen algunas mascarillas está pensada para que personas sanas puedan tratar con enfermos de patologías infecciosas respiratorias", explica a Maldita Ciencia Guillermo Melgar, farmacéutico y autor de Farmacia Enfurecida. "Si la persona que la lleva está contagiada, no sirve para evitar contagiar a los demás. Por eso se recomienda 'cerrar' dicha válvula", añade. Por ejemplo, utilizando una mascarilla quirúrgica encima de la mascarilla con válvula.
Díaz Alonso coincide en que, utilizando mascarillas con válvula, al expulsar más fácilmente el aire, hay más probabilidades de que se emitan gotitas contaminadas con coronavirus si la persona que lo porta está infectada. "Pero también puede ocurrir con las mascarillas de autofiltrado que no la tienen: lo que hará es facilitar la salida de ese aire caliente y húmedo. Está pensada para proteger al portador, no al entorno", incide el experto.
Según este documento del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, "las mascarillas filtrantes (también llamadas autofiltrantes): contienen un filtro de micropartículas gracias al cual pueden proteger "de fuera hacia dentro" en distintos grados. Su finalidad es proteger al usuario frente a la inhalación de contaminantes ambientales –en partículas o aerosoles–".
También añade que "las mascarillas autofiltrantes pueden tener o no una válvula de exhalación para reducir la humedad dentro de la mascarilla, proporcionando una mayor comodidad y ofreciendo la sensación de una menor resistencia respiratoria". De nuevo, ninguna referencia a que estas puedan filtrar el aire que expulsamos al respirar.
Algunas mutuas de trabajo, como ASEPEYO, indican que las mascarillas que forman parte de los Equipos de Protección Individual, conocidos como EPI, en muchas ocasiones "se diseñan con válvulas de exhalación para favorecer la respiración y eliminar el calor de nuestro aliento" (no indican que filtren el aire que expulsamos).
En conclusión, recomienda las mascarillas autofiltrantes (FFP2 o FFP3) "para personal sano que pueda estar en contacto con personas contagiadas o que puedan estarlo, para evitar contagiarse y para el personal sanitario que realice con pacientes procedimientos que generen aerosoles, como la intubación traqueal, la traqueotomía, la reanimación cardiopulmonar, etc. (en este caso, FFP3)". Pero no para el público general: podría ser un problema en caso de asintomáticos o gente que aún no manifieste síntomas, ya que seguirían siendo un foco de contagio aun llevándola puesta.
Esta guía informativa del Servicio Vasco de Salud coincide: "como no filtran el aire exhalado por el usuario, las mascarillas con válvula no se deben colocar en pacientes". También esta publicación de Murcia Salud: "Al no filtrar el aire exhalado por el usuario, las mascarillas con válvula no se deben colocar a pacientes con procesos respiratorios infecciosos".
*Hemos añadido las declaraciones de Fernando Usera, del Servicio de Bioseguridad del Centro Nacional de Biotecnología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).