Nos habéis preguntado por el riesgo de contagio de COVID-19 en comidas y reuniones familiares, especialmente ahora que nos acercamos a las festividades navideñas. La convivencia, las visitas a familiares o la celebración de eventos especiales como cenas o comidas familiares, así como cumpleaños u otras fechas señaladas, pueden suponer un foco importante de infección.
Os explicamos por qué es recomendable, si vamos a celebrar estos encuentros, quedar en espacios abiertos, evitar los abrazos y no pasarse el pan o la sal y os contamos algunas recomendaciones para reducir el riesgo.
Hasta cinco de cada diez contagios se producen en el entorno familiar
Lorenzo Armenteros del Olmo, portavoz COVID-19 de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), confirma a Maldita Ciencia que “las reuniones familiares sin cumplir estrictamente las medidas de seguridad son de un alto riesgo de contagios”. Según explica, se calcula que en el entorno familiar se producen hasta cinco de cada 10 contagios.
La convivencia bajo el mismo techo y las reuniones familiares son los principales focos de contagio de coronavirus en algunos lugares como Aragón, según recoge el Heraldo de Aragón basándose en los datos que arrojan los rastreos de casos en las dos últimas semanas.
Allí, al menos el 26% de los casos positivos surge en el ámbito familiar (frente al 17% que se contagió en entornos como lugares de ocio y el 15% que lo hizo en sus lugares de trabajo). Aún se desconoce el origen de múltiples contagiados por lo que este porcentaje podría ser mucho mayor.
De hecho, en España el 45% de los 123 brotes de coronavirus activos a mediados de julio tenía su origen en el ámbito familiar, según informó el ministro de Sanidad, Salvador Illa, y recoge El Mundo.
Por ejemplo, nueve miembros de una familia tinerfeña que vivían en el mismo edificio y comían juntos con frecuencia se contagiaron en mayo, según el diario de Tenerife El Día. Y se trata solo de un ejemplo, pero hay muchos más: de una boda en Tudela a una celebración de San Juan en un barrio de Castellón o una fiesta familiar en Canarias.
Estar en familia puede producir una falsa sensación de seguridad
Víctor Jiménez Cid, catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Microbiología, asegura a Maldita Ciencia que el riesgo de que se produzcan contagios en comidas y reuniones familiares “es una cuestión probabilística”.
“Cuanto más grande sea el núcleo doméstico y más actividades individuales fuera del hogar tengan sus miembros, mayor será el riesgo de que el virus entre en el entorno, especialmente si hay transmisión comunitaria del virus en el núcleo urbano”, indica.
En los encuentros familiares en los que se juntan miembros de distintos hogares en un mismo entorno y por motivos afectivos se relaja el distanciamiento, “la probabilidad de transmisión lógicamente aumenta”.
Considera que es especialmente importante tener en cuenta que “cualquiera de los comensales en una comida o celebración familiar es un potencial foco de contagio”. “En estas reuniones suele haber mayores, que son especialmente vulnerables a una patología severa si contraen el virus, de modo que deberían extremarse las precauciones en esta situación”, añade.
Armenteros sostiene que el riesgo de contagios en comidas y reuniones familiares es en algunos casos “incluso más alto” que en encuentros con amigos “por la falsa sensación de seguridad que nos produce estar con nuestra familia, que hace que nos relajemos en exceso”.
El riesgo de contagio en la convivencia, las visitas familiares o las fiestas navideñas
¿Qué supone un mayor riesgo de infección: la convivencia, las visitas esporádicas a familiares o la celebración de algún evento especial como una cena navideña?
La convivencia ocuparía el primer puesto, según Armenteros, ya que normalmente se está en contacto durante más tiempo. “Actualmente vemos casos donde todos los convivientes de la misma familia están contagiados, incluidos los niños de cualquier edad. En la convivencia diaria de un mismo núcleo familiar, el uso de mascarillas y la distancia son excepcionales, a pesar de que sus miembros puedan convivir en otros medios laborales o sociales en los que se puedan contagiar”, explica.
El segundo lugar lo ocuparían las celebraciones de eventos como encuentros familiares en momentos especiales como la Navidad, ya que en ellas “se reduce la distancia, se incrementan las muestras de afecto y se permanece más tiempo en contacto interpersonal”. A ello hay que sumar “el riesgo de que se puedan consumir bebidas alcohólicas, hecho que relaja aún más las medidas de seguridad y por tanto incrementa el riesgo”.
Armenteros explica que el último lugar lo ocuparían las visitas esporádicas a familiares, en las que generalmente se reúne menos gente y "los tiempos de contacto son mucho más limitados”.
Mejor reunirse con poca gente y en espacios abiertos y bien ventilados
En Maldita Ciencia, ya os hemos explicado que no hay evidencias de que el virus se haya debilitado y la importancia de no bajar la guardia para evitar nuevos rebrotes y estar preparados para que el sistema sanitario no vuelva a colapsar. Se pueden tomar algunas medidas para disminuir el riesgo en los encuentros familiares.
Armenteros recomienda procurar reunirse en espacios abiertos: terrazas al aire libre, paseos por el campo o un parque, días de playa... Y si estamos en un lugar cerrado, “ventilar con frecuencia abriendo las ventanas”. Como os contamos aquí, el contagio por coronavirus es más probable en lugares cerrados que en espacios al aire libre.
La farmacéutica Gemma del Caño también considera mejor reunirse al aire libre que en casa. “Si tienes una terraza apañada, valora hacerlo allí”, afirma en Twitter. Si la casa es pequeña y la terraza no vale, “valora el número de personas, no tenéis que quedar todos juntos”.
En la misma línea se posiciona Jiménez, que recuerda que “cuantas menos personas se reúnan, menor es la posibilidad de transmisión del virus en ese entorno en el evento de que una persona sea un portador”.
Según explica, “una comida o cena en el jardín con las sillas entre no convivientes distanciadas a 1,5 metros y buenas medidas de higiene supone un riesgo mínimo”. Pero “un encuentro en un local cerrado, sobre todo si es público y la gente lleva la mascarilla mal puesta o no la lleva porque se la quita todo el rato ‘para beber’ supone un riesgo máximo”. El virus se transmitirá “con una eficiencia casi 20 veces mayor” en espacios cerrados y mal ventilados que abiertos”.
En los lugares cerrados, la farmacéutica recomienda que las ventanas estén abiertas para que haya ventilación y no ponerse cerca del aire acondicionado. Como ya os contamos aquí, aunque todavía no hay conclusiones claras al respecto, el aire acondicionado puede ser uno de los factores que influyen en la transmisión del virus.
Los comensales deberían llevar las mascarillas el máximo tiempo posible, según Armenteros: “Solo retirarlas cuando estemos sentados y exclusivamente para comer o beber”. Una vez que se acaba de comer, es aconsejable que “una única persona retire todos los platos o cada uno el suyo”.
Evitar abrazos, no pasarse la sal y otras recomendaciones
No es el momento de mostrar muestras de afecto como abrazos, tal y como sostiene Del Caño: “Choque con el pie, invéntate un baile o yo que sé. ¿No lo vas a cumplir? Mascarilla, mirando a otro lado, niños a la cintura. No juntéis las caras”.
También es recomendable, según Armenteros, “mantener la distancia en las mesas”. Y si no, “establecer turnos para sentarse y comer no sentándonos frente a frente sino en diagonal”.
Además de lavarse las manos con frecuencia, el portavoz de la SEMG aconseja que solo una persona manipule los elementos de la mesa (por ejemplo, los cubiertos o la jarra de agua) y no pasar ni compartir objetos o alimentos a otros comensales (por ejemplo, el pan o la sal).
Igualmente, habría que “extremar la higiene de baños y lugares comunes procurando no tocar ni estar en contacto con superficies”.
Entre las recomendaciones que da Del Caño para evitar contagios, están poner pegatinas a los vasos de niños pequeños para que sepan cuál es el suyo, sacar sillas plegables y mesas extensibles para ponerse tan separado como lo permita el espacio, no tocarse la cara y no chillar ni hablar alto. Al gritar o cantar puede ocurrir que generemos más gotículas y estas lleguen más lejos, aumentando así el riesgo de un posible contagio, tal y como os hemos explicado en Maldita Ciencia.
Primera fecha de publicación de este artículo: 07/08/2020