Es habitual oír cuando estamos resfriados el consejo de evitar la leche porque empeora la mucosidad, haciéndola más densa, abundante y persistente. ¿Hay motivo para esta advertencia?
Según las evidencias disponibles a día de hoy, no parece haberla. Según un estudio en el que se dio leche de vaca y bebida de soja a dos grupos de personas, los integrantes de ambos grupos notaron cambios en la mucosidad después de beberlas, de forma que esos cambios no se pueden atribuir al efecto de la leche.
Otra revisión de estudios concluía que en los individuos infectados por el virus de la gripe común el consumo de leche no se relaciona con una mayor secreción o congestión nasales. Algunos de esos estudios concluían que las personas que creían que existe una relación entre ambas cosas sí percibían un cambio en la densidad y la cantidad de mocos, pero se trata en general de investigaciones poco sólidas, con pocos pacientes, un mal control del efecto placebo y una medición de la mucosidad basada en datos subjetivos.
Este artículo ha sido revisado por Marta Díaz Menéndez, médico internista del Hospital Infanta Sofía de Madrid. ¡Mil gracias, Marta!
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