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MALDITA CIENCIA

Ronquidos, lectura para el cerebro y la mejor manera de lavarse las manos. Llega a Maldita Ciencia el Consultorio Científico XLIV

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¡Que sí, que ya es viernes, malditas y malditos! Y para celebrarlo, aquí tenéis una nueva entrega de nuestro Consultorio Científico. En él explicamos cuatro de los temas sobre los que nos habéis preguntado durante la semana a través de nuestro número de WhatsApp (655 198 538), e-mail ([email protected]) y redes sociales. Así que ya sabes, si tienes dudas que aclarar o curiosidad que saciar, ¡cuenta con nosotros!

¿Por qué roncamos y qué podemos hacer para evitarlo?

Tanto si te pasa a ti, porque no quieres molestar; como si le pasa a quien duerme cerca, porque te molesta: la causa y los posibles remedios para los ronquidos han sido uno de los temas por los que nos habéis preguntado esta semana. Desde aquí no podemos hacer que dejes de roncar, pero sí explicarte todo lo que la ciencia sabe sobre estos (a veces muy molestos) ruidos.

Normalmente roncamos porque algo interrumpe físicamente el flujo de aire que expulsamos al respirar mientras dormimos. La alergia, algún tipo de deformación en la nariz o pequeños pólipos que la puedan obstruir; poca musculatura en la garganta y la lengua, que hace que esta caiga hacia atrás (normalmente por un sueño profundo, el consumo de alcohol o el uso de pastillas para dormir) o el sobrepeso son algunos de los factores que pueden interferir en la emisión de este incómodo sonido mientras descansamos.

"La causa más frecuente del ronquido es que los pacientes, por diferentes razones, sobre todo por el sobrepeso, por la edad o por los cambios hormonales en el caso de la mujer, tienen los tejidos de la vía aérea superior laxos, débiles: el paladar, la lengua, etc., están blandos", explica a Maldita Ciencia Guillermo Plaza, miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC). "Debido a esa laxitud, al dormir se produce una vibración, que es el sonido que podemos identificar como un ronquido, en el que intervienen sobre todo el paladar y la lengua", aclara.

En principio, roncar no tiene más problema que ese: molestar a la gente que duerme (o se encuentra) cerca de nosotros. La situación médica se complica cuando los ronquidos son el resultado de la apnea del sueño, un trastorno caracterizado por la interrupción de la respiración durante un mínimo de 10 segundos cuando dormimos. La apnea del sueño también puede repercutir en el descanso de quien la sufre, ya que está relacionada con menos tiempo de sueño profundo y más de sueño ligero que, además, se interrumpe constantemente. En este caso, la mejor solución es acudir a un especialista que valore la situación.

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Si la causa no es este trastorno del sueño, hay varios remedios para tratar de minimizar la frecuencia de los ronquidos. El primero está relacionado con la postura al dormir: si lo sueles hacer boca arriba, es más probable que la lengua interrumpa al flujo de aire. Una posible solución sería tratar de mantenerse de lado o utilizar cojines para mantener el cuerpo levemente incorporado cuando se está tumbado sobre el colchón.

Llevar una rutina de sueño escasa o beber alcohol horas antes de meterse en la cama influirá en la musculatura de la garganta, así que dormir lo suficiente y evitar bebidas de este tipo reducirá las posibilidades de que ronques, al menos esa noche. Si además te mantienes hidratado (lo que repercutirá en la humedad de tus vías nasales) y sigues unos hábitos de vida saludables que te alejen del sobrepeso (lo que se relaciona con la obstrucción de las vías del sistema respiratorio), tendrás más puntos a la hora de evitarlos.

Plaza nos recuerda las medidas básicas de higiene del sueño, también relacionada con la emisión de estos molestos ruidos nocturnos (o diurnos, si eres de los que no se pierde una siesta): espaciar el momento de la cena con respecto al irse a la cama, dormir regularmente con una posición y una almohada adecuadas, evitar el uso del teléfono en la cama, dormir a unas horas fijas… "En definitiva, ser buenos", bromea Plaza.

¿Qué hacer si te da "un amarillo" fumando porros?

Quizá hayáis escuchado alguna vez que, en el caso de pasarse de la raya al fumar marihuana y sufrir lo que comúnmente conocemos como "un amarillo" o "blancazo", lo recomendable es comer algún dulce. Sin embargo, algunos de vosotros nos habéis preguntado si esto es real; si, en su defecto, es mejor comer algo salado o, en general, cuál es el protocolo que recomiendan los médicos en estos casos. Empezamos por aclarar que la mejor forma de proceder es no consumir droga, obviamente.

Para quien no sepa a lo que nos referimos cuando hablamos de estos términos, un amarillo es una es una intoxicación moderada por efecto del cannabis en tu cuerpo y tu cerebro. Los síntomas difieren en función de la persona y su tolerancia a la droga, de la cantidad consumida y de la pureza de la sustancia. Estos van desde sudores fríos y taquicardias hasta pérdida parcial de visión y audición, desorientación y paranoia y, cuando estos comienzan a disminuir, hambre.

"No hay un tratamiento específico, lo mejor es beber mucha agua y tomar 'medidas de confort' que te hagan encontrarte mejor, como comer algo dulce o salir a que te dé el aire", explican a Maldita Ciencia Guido Rodríguez de Lema y Juan Sánchez Verde, médicos y autores de Yo Doctor. "En caso de agitación, taquicardias o vómitos muy locos, lo mejor es buscar asistencia médica", añaden.

Jaime Ribas Escalera, enfermero de urgencias, coincide: "En un caso leve, lo recomendable es tumbarse en un lugar con aire fresco hasta que el efecto de la droga disminuya". Añade que hay que tener en cuenta el peso del paciente, la cantidad y la concentración de cannabis que haya inhalado.

"Que yo sepa, comer algo dulce no tiene una repercusión directa en la intoxicación por marihuana", explica Rosa Piñas, enfermera de urgencias, a Maldita Ciencia. "La marihuana no tiene ningún antagonista, es decir, si alguien la toma y le sienta mal, generalmente se tiene que aguantar y esperar a que se le pase", continúa.

Según Piñas, en estos casos solo se realiza un tratamiento sintomático. "Si el paciente viene en muy malas condiciones, le ponemos suero para obligarle a orinar. Cuanto más orine, más se limpia el cuerpo, así que forzamos la diuresis para hacer que vaya desapareciendo", indica Piñas. "Es cierto que, igual que hay gente a la que fumar en exceso les puede marear o hacer que se rían, a otros les da hambre… pueden comer lo que quieran, pero el dulce no les va a hacer mejorar directamente".

"Fumar demasiada marihuana puede provocar que una persona tenga unos efectos u otros. ¿Que viene hipotenso? Se tratan temas de líquidos. ¿Que viene alterado? Se utiliza algún método tranquilizante", explica a Maldita Ciencia Elisa Lopera, jefa de urgencias del Área Sanitaria Norte de Córdoba. "Se tratan los síntomas que presente la persona a raíz del consumo más que la patología en sí como algo que sea siempre igual", aclara.

Según Ribas, hay excepciones en los que la situación puede complicarse y llegar a un fracaso pulmonar. "La esencia de la recuperación sería tener a esa persona en observación, si está en urgencias se le pondría oxígeno, para que respirase bien y garantizar que esto no ocurra", comenta. "Lo normal es que no lleguen a acudir al hospital, pero sí que se han visto casos graves".

"Lo más importante es aprender que, si algo te sienta mal, no debes hacerlo de nuevo y recordar que, al fin y al cabo, estamos hablando de consumo de drogas", concluye Piñas. "No hay cosa que más rabia me dé que alguien que venga con una taquicardia porque ha fumado un porro me venga a decir que le ponga 'otra droga' para que el corazón se calme. Tiene que ser responsable de lo que ha hecho y, en este caso, esperar a que los efectos se reduzcan".

¿Es la lectura buena para el cerebro?

Desde pequeñitos nos han dicho que tenemos que leer, que es bueno para nuestro cerebro, que entrena nuestra memoria y que, en definitiva, es un hábito saludable. Pero, ¿qué dice la ciencia al respecto? Nos habéis preguntado si hay evidencias que avalen este consejo de madre y padre (o quien sea) y si, en efecto, la lectura está relacionada con un mejor funcionamiento cerebral en niños, adultos y mayores.

"Es una pregunta muy general que nos hacemos todos. De pequeños tiene sentido: tienes que ir cogiendo práctica, soltándote y ser capaz de hablar en público, por ejemplo, y la lectura te sirve para ello", comenta a Maldita Ciencia Sandra Jurado, neurocientífica.

Pero, ¿y en los adultos? Según Jurado, cualquier tipo de actividad intelectual en la que pongamos el cerebro a trabajar con pausa y atención tendrá una repercusión positiva en nuestro sistema de memoria o de plasticidad sináptica. Sin embargo, la experta incide en que llevar a cabo experimentos que lo comprueben y demuestren es complicado.

En 2017, un equipo alemán de investigadores tuvo la oportunidad de comprobar en una población de la India, cuyos habitantes no sabían leer ni escribir, cómo su cerebro cambiaba por y durante el proceso de aprendizaje de lectura y escritura. Para ello, les enseñaron a realizar ambas cosas y compararon sus conexiones cerebrales a través de imágenes por resonancia magnética previa y posteriormente al proceso.

"Es bastante curioso ver cómo en algunas de las regiones, sobre todo de la corteza cerebral, aumenta la conectividad con otras zonas de la corteza visual. Algo que en un principio es, lo menos, sorprendente", explica Jurado. "Pero esa coordinación visual y motora era real en aquellos que habían aprendido a leer y escribir", añade.

Según Jurado, el cerebro de los niños cambia continuamente ya que tienen que aprenderlo todo y luego mejorarlo. "Pero, gracias a este estudio, también se ha demostrado que el cerebro de personas de 30 o 40 años cambia al aprender a leer, lo que les permitía aprender y progresar más rápidamente".

Es cierto que, en la sociedad occidental, este tipo de experimentos son imposibles de llevar a cabo y es mucho más complicado determinar cómo afecta la lectura al cerebro de una persona. "Habría que medir la situación cerebral antes y después de leer y, aun así, serían cambios muy pequeños y difíciles de detectar", incide la neurocientífica.

Jurado explica que hay indicios y evidencias bastante sugerentes de que la lectura como hábito sí podría cambiar la estructura, la conectividad o la funcionalidad del cerebro. "Este estudio es un ejemplo de plasticidad también en gente adulta, en una población que es capaz de aprender".

Según Jurado, para los que ya sabemos leer, la lectura supone ese mantenimiento de actividad cerebral. "Es algo que, en el fondo, siempre decimos sobre el cerebro: úsalo o piérdelo".

¿Es mejor lavarnos las manos con geles antibacterias o con agua y jabón?

Es una duda que nos habéis expuesto dada la frecuencia con la que realizamos esta acción diariamente. Desde bien prontito, nos acostumbramos (o deberíamos) a lavarnos las manos, como mínimo, antes de cada comida. Esto permite deshacerse de gran parte de los microogranismos con los que nos ponemos en contacto durante las horas previas y evitar así la propagación de gérmenes y el contagio de enfermedades. Pero, ¿es mejor hacerlo con agua y jabón o con gel desinfectante?

"Normalmente, si las manos están sucias, es mejor limpiarlas con agua y jabón", explica a Maldita Ciencia Rafael Rodríguez, médico del Área Sanitaria Norte de Córdoba. "Si es porque hemos tocado algo infectado, como un pañal, un bote con una muestra, etc., es mejor con el gel desinfectante", continúa y añade que en este último caso también sería correcto el lavado de manos con agua y jabón.

En el caso de profesionales sanitarios, la cosa cambia: la OMS recomienda recurrir a este tipo de geles por norma general, ya que "es más rápido, más eficaz y mejor tolerado por las manos que lavarlas con agua y jabón". Si las manos están visiblemente sucias, manchadas de sangre u otros fluidos corporales o después de usar el inodoro, es recomendable lavarse primero las manos con agua y jabón. "El personal sanitario, además, debe llevar guantes", incide Rodríguez.

Según la OMS, en definitiva, lo importante es mantener las manos limpias, dado que son la vía principal de transmisión de gérmenes, sobre todo mientras reciben atención sanitaria.

Y para la salud dérmica de nuestras manos, ¿cuál es el remedio más recomendable?

"Los dos métodos son muy útiles si se hacen bien", explica a Maldita Ciencia Sara Gómez Armayones, dermatóloga en el Hospital Clinic, en Barcelona. "Si al utilizar agua y jabón el lavado es correcto, el aclarado es bueno (que es muy importante ya que el jabón no está pensado para dejarlo sobre la piel) y el secado también, no hay ningún problema", añade. En el caso de que una persona sea alérgica a alguno de los componentes del jabón, la solución es sencilla: buscar otro que no lo tenga entre sus compuestos.

Con respecto a los geles antisépticos, el caso es el mismo: no hay ningún problema en utilizarlos siempre y cuando se tenga la piel sana y se utilice correctamente. "Hay que hacer fricción en muchas partes de las manos durante un cierto tiempo", explica Gómez. "Si el paciente tiene la piel dañada por lavado constante de manos o piel agredida, usar un gel de este tipo le va a 'picar', porque tiene más alcoholes". La conclusión de la experta en dermatología es que ninguno de los dos métodos es perjudicial ni es peligroso siempre y cuando se haga correctamente.

Si alguna vez te has preguntado si lavarse mucho las manos puede ser un problema para tu piel, puedes estar tranquilo: según Gómez, una persona que se lave las manos unas 10 veces al día (que ya son muchas veces), si se las seca correctamente y ocasionalmente aplica alguna crema hidratante, no tendrá problema alguno, al menos relacionado con la piel de sus manos.

"Donde vemos más problema es en las UCI, ya que las enfermeras tienen que lavarse las manos cada vez que cambien de paciente o de procedimiento (unas 50 o 60 veces, tranquilamente) y de forma intensa", explica Gómez. "Al lavarlas mucho, vamos perdiendo el manto lipídico de la piel y es más fácil que aparezcan eccemas, irritaciones o picor. Pero esto son casos extremos", añade.

Recordamos que las manos son una fuente de contagio de muchas infecciones, por ello, mantenerlas limpias es muy importante. "A veces vale más tener un poco de irritación que no lavárselas, sobre todo en el personal sanitario", concluye Gómez.

Y antes de que te vayas...

La curiosidad y la salud son dos cosas muy distintas. Con respecto a las dudas generales, aquí estamos, para lo que necesitéis. Pero ojo, si el tema se pone serio y buscáis opinión o diagnóstico profesional sobre un caso particular, nuestra recomendación es que acudas a tu médico. El personal sanitario será quien te proponga la solución más adecuada. ¡Nos leemos la semana que viene, buen fin de semana!

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