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MALDITA CIENCIA

No, no hay evidencias de que los niños se resfríen por caminar descalzos (es más importante que se laven bien las manos)

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"No andes descalzo que te vas a resfriar" es una frase de madre tan común que casi todos la tenemos interiorizada y muy pocos la cuestionamos. Tanto es así que asociamos las narices infantiles mocosas con piececillos descalzos sin dudarlo. Y sin embargo, si nos ponemos a mirar las evidencias científicas, descubrimos que lo que que llevamos oyendo toda la vida no tiene evidencias sólidas que lo respalden.

Los resfriados o catarros (infantiles o adultos) son infecciones de las vías respiratorias que nos producen síntomas normalmente leves pero muy incómodos como una producción masiva de mucosidad, tos, dolor de cabeza o fiebre. "Desde hace más de 100 años sabemos que estas infecciones están provocadas por virus que o bien llegan a nuestra nariz por vía inhalatoria -tras respirar gotitas microscópicas que se producen al toser o al hablar en las que flotan los virus- o por contacto directo con las secreciones -mucosidad nasal, saliva…- de algún persona enferma", explica a Maldita Ciencia Gonzalo Oñoro, pediatra y uno de los autores del blog Dos Pediatras en Casa.

La relación entre el frío y los resfriados

¿Qué tienen que ver las narices con los pies descalzos? Vamos poco a poco.

Esas infecciones son más comunes en unas épocas que en otras, así que en todo eso, algo tienen que ver las condiciones ambientales. Según Oñoro, "muchos estudios han demostrado que los virus se propagan mejor en ambientes con baja temperatura y baja humedad, es decir en condiciones climáticas que son habituales durante el invierno. Una de las teorías que intenta explicar este fenómeno propone que, bajo estas circunstancias de frío en el ambiente, la mucosa nasal ejerce una menor función de defensa.

La mucosa de la nariz es la primera barrera de defensa contra los microbios que intentan entrar en nuestro cuerpo por esa vía. En condiciones óptimas de temperatura y humedad es cuando esa barrera funciona en mejores condiciones, pero al respirar aire frío, su eficacia disminuye. Uno de los motivos propuestos para esto es que el frío produce una vasoconstricción de esas mucosas (que se contraigan), reduciendo así su función de defensa, aunque se trata solo de teorías, ya que los estudios que se han planteado su validez han dado resultados contradictorios hasta ahora. Otras teorías, también todavía por confirmar, apuntan a que estos virus se reproducen mejor cuando la temperatura corporal de su huésped (nosotros) es un poco más baja.

De los pies a las narices

¿Y eso, qué tiene que ver con los pies? Pues según algunas teorías, bastante, ya que al enfriarse los pies, se produciría una vasoconstricción refleja de las mucosas nasales.

Sin embargo, la validez de esta teoría no está demostrada. Un solo estudio publicado en 2005 probó a meter en agua helada los pies de parte de los participantes, mientras que a otros no les hacía nada, y comprobó que a los pocos días, los participantes a los que se enfrió los pies mostraban más síntomas de catarro que a los que no.

Pero se trata de un estudio con algunas limitaciones, como por ejemplo que cada participante sabía a cuál de los dos grupos pertenecía (obviamente), lo que impedía obtener el principio de doble ciego que asegura la objetividad de los resultados.

Solo nos preocupan los pies descalzos en invierno

"Más allá de este tipo de experimentos, pensemos en el día a día de los más pequeños de la casa. Como hemos dicho, los resfriados de los niños ocurren (casi) siempre en invierno, época del año en la que más virus circulan. Por el contrario, en verano, que es cuando es más habitual que un niño camine descalzo por casa o en la piscina, es raro que un niño se acatarre", comenta Oñoro, que añade que parece que solo nos acordamos de los pies descalzos de los niños en invierno, "quizá en un intento de dar con una explicación mágica al por qué siempre tienen mocos desde otoño hasta el verano".

Por eso, "si lo que realmente queremos evitar es que nuestros hijos se resfríen, debemos enseñarles a lavarse frecuentemente las manos y a toser cubriéndose la boca con el codo. Dejemos libres a sus pies, que no tienen culpa de nada", concluye el pediatra.

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