Después de hablar de los trucos y las dietas que no necesitas probar porque no tienen base científica y no funcionan, aquí vamos a contar algunos trucos que sí han demostrado ser eficaces a la hora de perder peso. Aunque más que trucos, deberíamos hablar de hábitos, porque no son soluciones fáciles y rápidas, sino más bien costumbres para que adelgazar vaya unido a una mejora de la salud.
Hay un consenso generalizado en que los alimentos de origen vegetal son la base de una alimentación saludable: frutas, verduras, legumbres, semillas y frutos secos.
Son ricos en nutrientes, como fibra, agua, hidratos de carbono complejos, proteínas y ácidos grasos insaturados, así como en micronutrientes (vitaminas y minerales). Si bien no está claro que comer más vegetales signifique automáticamente menos peso, sí hay consenso en que un mayor aporte en la dieta significa mejor salud y la recomendación es alcanzar las 5 raciones diarias.
Aunque las frutas y verduras son ricas en azúcares, son azúcares distintos a los añadidos. Estos hidratos complejos, a diferencia de los simples, entran en nuestro cuerpo empaquetados en otros nutrientes, principalmente fibra, agua, proteínas y micronutrientes (vitaminas y minerales) que también son necesarias para que nuestro cuerpo funcione adecuadamente. Esto hace que esos hidratos se procesen de una forma más lenta y estable, haciendo que nos sintamos saciados y comamos menos, evitando esos picos de glucosa en la sangre y manteniendo el metabolismo equilibrado.
Las ventajas de los frutos secos
Los frutos secos por su parte son unos vegetales algo diferentes: no tienen casi agua y son ricos en grasas. Esto parece contradecir su conveniencia para adelgazar, pero muchos estudios demuestran que los frutos secos afectan positivamente a la salud y no suponen necesariamente más peso: tienen muchos micronutrientes, un impacto moderado en los niveles de glucosa, nos ayudan a sentirnos saciados y son ricos en ácidos grasos poliinsaturados (de los que hablaremos más adelante).