Cada vez que aparece un nuevo estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) o de cualquier otra empresa demoscópica, sale a relucir la “cocina”, o la falta de ella, que en teoría beneficia a algunos partidos y perjudica a otros. Pero, ¿qué es exactamente esta cocina? ¿Siempre se hace? Maldita te lo explica.
La cocina de una encuesta es el proceso que tiene lugar después de realizar una encuesta para que la muestra (es decir, el conjunto de personas que han respondido) se corresponda con la población real de España. Esto puede ser lioso, así que lo veremos mejor con un ejemplo:
Cojamos la pregunta 25 del Barómetro preelectoral de 2019 del CIS, que pregunta por la situación laboral de los encuestados, y que arroja los siguientes resultados:
Ahora, miraremos los datos que ofrece la Encuesta de Población Activa del INE:
Tras transformar ambos datos para que sean comparables (convirtiendo los datos del INE a porcentaje y calculando la tasa de parados sobre toda la población mayor de edad, no solo la activa, y agrupando todos los parados y todos los inactivos del CIS, por otro), tenemos los siguientes resultados:
Vemos que en la encuesta del CIS las personas en paro están muy sobrerrepresentadas. Esto pasa porque el Centro de Investigaciones Sociológicas hace las entrevistas de manera presencial. Por lo tanto, es más difícil que puedan encontrar en su casa a personas que trabajen fuera a la hora en la que los encuestadores están haciendo su trabajo. Para solucionar esto, que se llama error muestral, Francisco Camas explica en el libro “La Cocina Electoral en España” que se pondera haciendo que las respuestas del grupo sobrerrepresentado cuenten menos que las de los subrepresentados. Esto, que puede parecer sencillo cuando solo se pondera por una variable, se vuelve más complicado cuando se tiene que ajustar también con los datos reales de grupos de edad, sexo, nivel de estudios, etc. Cuando entran tantos factores en juego, hace falta utilizar procesos automatizados, conocidos en ciencia política como raking.
Pero la cocina no acaba aquí. Otro problema que se suele encontrar es que las respuestas de las personas no siempre se corresponden con la realidad. Como ejemplo usaremos otra pregunta del CIS preelectoral de 2019, esta vez la que pregunta por recuerdo de voto (Pregunta 18aaa) y los compararemos con los resultados reales:
Para solucionar esto no es suficiente con incluir la pregunta en el raking, ya que es posible que los encuestados no digan la verdad tampoco en su intención de voto. Para esto, el CIS crea distintas preguntas de control que intentan descubrir la intención de votar a un partido de aquellas personas que no lo dicen en un principio. En el preelectoral de 2019 se incluyen un total de 108 variables para hacer esta estimación, como se explica en la nota metodológica del Estudio 3242 del CIS (pág 29).
Por lo tanto, la cocina no es más que un método para intentar de llegar a una mejor estimación de los votos y escaños que conseguirán cada uno de los partidos.
¿Siempre se cocinan las encuestas?
A la hora de hacer encuestas electorales, tanto el CIS como las diferentes empresas encuestadoras hacen cocina, como explica José Juan Toharia, de Metroscopia.
Sin embargo, tras el nombramiento de José Félix Tezanos como presidente del CIS se comunicó que, entre otros cambios, que los Barómetros prescindirían de la cocina ya que, según Tezanos, tras 2015 “los pronósticos tradicionales no valen”. Sin embargo, en los sondeos preelectorales que ha habido hasta el momento, para las Elecciones Andaluzas de 2018 y para las Generales de 2019, sí que se han cocinado los resultados, aunque el presidente del CIS sigue sin ser partidario de utilizar este término. En una entrevista en el programa Hoy por Hoy de la Cadena Ser aseguró que “creo que es impropio llamarlo así [cocina]. Lo que sí hemos utilizado es un modelo de proyección en el que hemos estado trabajando los últimos meses que utiliza nada más ni nada menos que 104 variables para intentar imputar el voto de los indecisos” (min. 12:03)